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El debate vicepresidencial entre Kamala Harris y Mike Pence en seis claves

El debate vicepresidencial entre Kamala Harris y Mike Pence en seis claves
La senadora navegó por las aguas potencialmente peligrosas de atacar al gobierno sin personalizar los asuntos en torno a un presidente que aún se está recuperando del virus. Foto/The New York Times

La senadora trató centrar el debate en Donald Trump, el vicepresidente trató enfocarlo en la economía. Pero, al final, una mosca generó el revuelo.

El vicepresidente Mike Pence y la senadora Kamala Harris se sentaron a menos de cuatro metros de distancia el miércoles 7 de octubre, separados por plexiglás y un abismo ideológico, para un debate de 90 minutos que, a pesar de todo, parece poco probable que afecte la trayectoria de la campaña presidencial de Estados Unidos.

Harris quería hablar sobre el presidente Donald Trump. Pence quería hablar sobre Joe Biden. Y ninguno de los dos tenía mucho interés en responder a ninguna de las preguntas planteadas por la moderadora —o por el otro candidato—, lo que llevó a una serie de segmentos en buena medida formales de dos minutos de duración.

Fue civilizado. Fue convencional. No fue especialmente brillante o revelador. Pero eso fue una gran mejora con respecto a los gritos indisciplinados que los estadounidenses sufrieron la semana pasada en el primer debate presidencial. Incluso se sentía normal —con excepción de las placas de plexiglás en el escenario— ya que ninguno de los candidatos se centró en el desarrollo de la noticia más apremiante de la nación: que Trump haya contraído el coronavirus, su hospitalización y regreso a la Casa Blanca en medio de preguntas sin respuesta sobre su estado médico.

Hacia el final de la noche, el debate parecía estar a un ciclo de noticias o a un tuit presidencial de ser olvidado, y para una candidatura de Biden que va adelante en las encuestas, esa es una noticia bienvenida. Esta es la primera de las seis claves del único debate vicepresidencial, a 27 días de las elecciones:

La carrera no se ha revertido

Fue revelador que el que una mosca aterrizara en la cabeza de Pence a mitad del debate fuera uno de los mayores generadores de revuelo de la noche. (Tanto así que la campaña de Biden buscó sacarle rédito con la venta del matamoscas “La verdad sobre las moscas”).

A pesar de las altas expectativas demócratas en torno a Harris y a sus anteriores actuaciones en debates, no destripó a Pence. En cuanto a Pence, presentó una defensa efectiva, obediente y conservadora de Trump, algo que el presidente raramente articula por sí mismo.

“Hay cosas que las campañas pueden sacar de aquí”, dijo Matt Gorman, un estratega republicano. “Pero la trayectoria de la carrera está en el mismo lugar que hace 24 horas”.

Y esa trayectoria no es buena para Trump.

“Mike Pence lanzó bocadillos a su base pero no ofreció nada sustancial para ganar terreno”, dijo Jess O’Connell, estratega demócrata.

Dada la edad de Biden, 77 años, y el hecho de que este sería el último mandato de Trump, de 74 años, es muy posible que los clips del debate tengan un mayor impacto en la carrera de 2024 que en la de 2020.

Harris intentó mantener este año como un plebiscito sobre Trump

No es frecuente que las primeras líneas de un debate estén entre las más importantes, pero la respuesta inicial de Harris equivalía a un resumen sucinto no solo de su estrategia para los siguientes 90 minutos, sino del plan demócrata para las cuatro semanas finales de la carrera: “El pueblo estadounidense ha sido testigo del mayor fracaso de cualquier administración presidencial en la historia de nuestro país”.

Harris hablaba del coronavirus. Y con la mirada directa hacia la cámara, hizo una crítica devastadora del manejo de la pandemia por parte del gobierno de Trump, señalando una serie de estadísticas contundentes y brutales: 210.000 muertos, siete millones de casos, uno de cada cinco negocios cerrados y más de 30 millones de solicitudes de ayuda por desempleo.

La senadora navegó por las aguas potencialmente peligrosas de atacar al gobierno sin personalizar los asuntos en torno a un presidente que aún se está recuperando del virus.

Acusó al gobierno de amordazar la verdad (“Lo sabían y lo encubrieron”) y de no tener un camino claro a seguir (“Todavía no tienen un plan. Todavía no tienen un plan”).

Y eso fue solo en sus dos primeros minutos, que terminó con un punto de exclamación: “Este gobierno ha perdido su derecho a la reelección”.

Pence tuvo pocas respuestas contundentes, reconociendo el “momento tan difícil” que atravesó la nación mientras intentaba centrarse en algunas de las primeras acciones de Trump ante la pandemia, como la suspensión de los viajes desde China. Pero la parte final de su primera respuesta predefinida fue un zarpazo contra Biden, al decir que el plan demócrata para la COVID-19 se veía “un poco como plagio, que es algo de lo que Joe Biden sabe un poco”.

Pence quería hacer de la elección una decisión ideológica

Mike Pence se sintió más cómodo con la economía y el mensaje tradicional republicano de recortar los impuestos y las regulaciones, lanzando los detalles específicos de los recortes de impuestos de Trump en puntualizaciones más granulares y comprensibles de las que Trump manejó en su propia actuación en el debate.

“La economía estadounidense, el regreso estadounidense está en la boleta”, dijo Pence.

Una y otra vez redirigió —a veces fácilmente y otras veces no— las preguntas de vuelta a la agenda de Biden. Cuando Harris dijo que Biden revocaría la totalidad del proyecto de ley de impuestos de Trump, se abalanzó para decir que al hacerlo aumentaría los impuestos de muchos estadounidenses (Harris aclaró que la promesa de Biden es no aumentar los impuestos de quienes ganan menos de 400.000 dólares al año).

El punto no estaba en los detalles. Era enmarcar la elección como una decisión entre visiones opuestas, incluso si Pence intencionalmente trató de diluir las diferencias entre las posiciones de Harris durante las primarias —como su apoyo al Nuevo Acuerdo Verde y la oposición a la hidrofracturación— con las de Biden, quien no ha tomado esas mismas posturas.

En caso de duda, Pence volvía a la economía. Como cuando le preguntaron si el cambio climático era una amenaza existencial. Pence hizo una pausa, esquivó y giró hacia su espacio seguro: “Una vez más, la senadora Harris niega el hecho de que van a aumentar los impuestos”.

Las interrupciones de Pence revelaron la dinámica de género en el escenario

En los primeros tramos del debate, Harris aprovechó una amplia oportunidad no solo para defender las credenciales de Biden sino, paso a paso, para recorrer las propias: una exfiscala de distrito de San Francisco, fiscala general de California, senadora de Estados Unidos (“Apenas la segunda mujer negra”) e integrante del Comité de Inteligencia del Senado.

“Las mujeres siempre tienen una sobrecompensación en el curriculum vitae”, subrayó Alexis Grenell, estratega demócrata. “Los hombres serán evaluados con base a su potencial y las mujeres tienen que venir con los recibos. Puedes oír eso en la respuesta de Kamala”.

Había otras dinámicas de género en juego, incluyendo las frecuentes interrupciones de Pence.

“Estoy hablando”, respondió Harris en un momento. “Señor vicepresidente, estoy hablando”, dijo en otro. “Él me interrumpió, y me gustaría simplemente terminar, por favor”, dijo en una tercera ocasión.

Era difícil no ver las interjecciones y las respuestas refractadas a través de la lente del género en una carrera donde el apoyo desmesurado de las mujeres está levantando la candidatura demócrata. (Al final, CNN estimó que los dos candidatos tuvieron casi el mismo tiempo).

Karen Finney, una estratega demócrata, dijo que Harris “claramente vino preparada con estrategias para que Pence interrumpiera, hablara al mismo tiempo que ella y sobrepasara el tiempo de su intervención”.

“Sin duda estaba consciente de las diversas dinámicas y la necesidad de enhebrar la aguja en el equilibrio de ser asertiva y pasar por alto ciertos ataques para no ser vista como ‘enojada’ o ‘demasiado agresiva’, que son tropos racistas y sexistas comunes sobre las mujeres”, dijo Finney, quien fue asesora en la campaña de Hillary Clinton en 2016.

Pence, cabe destacar, fue el único hombre en el escenario el miércoles, con Harris frente a él y Susan Page, la jefa del buró en Washington de USA Today, quien fue la moderadora.

Harris se enredó en los tribunales

El momento más débil de la noche para Harris vino con los tribunales, cuando Pence la desafió directamente a responder si ella y Biden apoyarían la ampliación de la Corte Suprema si la nominada de Trump para la actual vacante, Amy Coney Barrett, fuera confirmada.

Harris fue esquiva. Pence la encaró. Y Harris fue esquiva un poco más.

Pence declaró al final de un segmento digno de sufrimiento: “Me diste una no-respuesta. Joe Biden dio una no-respuesta. La respuesta directa es que van a llenar la Corte Suprema si de alguna manera ganan esta elección”.

La campaña de Biden ha decretado claramente que no responder a esta pregunta —el exvicepresidente la ha evadido también— es más aceptable políticamente que cualquier respuesta real que pueda dar. Y el miércoles por la noche, eso puso a Harris en un aprieto.

“Su intervención será enseñada en los entrenamientos de medios como un ejemplo de lo que no se debe hacer al evadir una pregunta”, dijo Gorman, el estratega republicano.

A cuatro semanas de las elecciones —y de las próximas audiencias de confirmación de la Corte Suprema— no está claro por cuánto tiempo la evasión será más sostenible que una respuesta.

Harris finalmente regresó a terreno conocido y más seguro cuando se trata de los tribunales: la demanda del gobierno de Trump que busca deshacer la Ley de Cuidados de Salud Asequibles. Se dirigió hacia la cámara para acusar a Trump de reintentar desmantelarla “literalmente en medio de una pandemia de salud pública”.

Pence y Harris discuten sobre raza y justicia racial

La mera presencia de Harris en el escenario —la primera mujer de color en la candidatura de uno de los partidos principales de Estados Unidos— fue una declaración en sí misma, un logro que Pence reconoció directamente al felicitarla por “la naturaleza histórica de su nominación”.

Aún así, Pence trató de socavar las credenciales de Harris y de apelar a los votantes negros, acusándola de procesar a más afroestadounidenses que blancos y al decir que no “movió un dedo” por un proyecto de ley de justicia penal que Trump finalmente firmó.

Eludió las inconsistencias de presentar ese argumento momentos después de haber dicho que sería “un gran insulto” decir que Estados Unidos era “sistémicamente racista” o que los agentes de la ley tienen un “sesgo implícito”.

Harris defendió enérgicamente su historial. “No me sentaré aquí y seré sermoneada por el vicepresidente sobre lo que significa hacer cumplir las leyes de nuestro país”, dijo.

Los dos candidatos también difirieron en cuanto a si había habido justicia para Breonna Taylor, la mujer negra que fue asesinada en su casa de Louisville durante una redada judicial. “No lo creo”, dijo Harris. “Confío en nuestro sistema de justicia”, dijo Pence sobre la decisión del gran jurado de no presentar más cargos.

Fue un desacuerdo, pero, como la mayor parte de la noche, uno esperado y sin incidentes.

Shane Goldmacher es un reportero de política estadounidense y anteriormente fue el corresponsal político jefe de la sección Metro. Antes de unirse al Times trabajó en Politico, donde cubrió la política republicana y la campaña presidencial de 2016. @ShaneGoldmacher

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