Monu y Aamya viven en una de las ciudades más contaminadas del mundo. Pero solo una de sus familias puede costear purificadores de aire.
Durante todo un día, medimos su exposición a la contaminación para ver cuánta diferencia provoca la desigualdad.
El año pasado, la contaminación del aire mató a más indios que cualquier otro factor de riesgo y Delhi está entre las ciudades más contaminadas de ese país. Pero ese problema se comparte de manera desigual.
Los niños de familias pobres en Delhi pasan más tiempo de sus vidas al aire libre. Es más probable que sus familias utilicen fogones de leña, que generan hollín. Estas no pueden darse el lujo de tener los filtros de aire que se han vuelto omnipresentes en las casas de la clase media. Y, a menudo, las familias no piensan mucho en el aire contaminado porque se enfrentan a amenazas más urgentes, como quedarse sin comida.
El dinero puede permitirle a una familia menos exposición a la mortal contaminación de Delhi, pero solo hasta cierto punto. Los purificadores de aire y las habitaciones selladas no son suficientes. Aunque las estimaciones precisas son imposibles, incluso niñas acomodadas como Aamya podrían perder hasta un año de vida debido a la cantidad de aire tóxico que respiran. Y Aamya tiene asma, así que sus padres están particularmente preocupados.
Sin embargo, en el transcurso de un día, Monu estuvo expuesto a aproximadamente cuatro veces más contaminación que Aamya. A largo plazo, esa desigualdad constante podría robarle cerca de cinco años de vida a alguien como Monu, en comparación con una niña de clase media alta como Aamya.
Sabemos que Monu estuvo expuesto a más contaminación porque lo medimos.
El 3 de diciembre del año pasado, trabajando con investigadores de ILK Labs, los periodistas de The New York Times rastrearon la cantidad de contaminación del aire a la que estuvieron expuestos los dos niños en el transcurso de un solo día.
Mientras que Monu y Aamya asistían a un día de escuela como cualquier otro, los seguimos con cámaras y monitores para evaluar la calidad del aire que midieron los porcentajes de finas partículas que se encontraba en el aire que respiraron en cualquier momento. Conocidas como PM2.5, estas son pequeñas partículas tóxicas, especialmente peligrosas porque pueden infiltrar el flujo sanguíneo.
Monu y Aamya nunca se han conocido, pero sus familias saben la participación del otro menor. Sus padres aceptaron participar en este reportaje después de que les explicamos lo que podríamos aprender al medir la exposición a la contaminación de niños con diferentes antecedentes. La madre de Aamya dijo que esperaba que esto ayudase a crear conciencia sobre los grandes peligros a la salud que enfrentan las familias con menos recursos.
Pudimos observar la diferencia en la calidad del aire que respiran, solo por los filtros en sus monitores de contaminación.
La contaminación en Delhi tiene una presencia casi física.
Puedes verla, justo como una bruma en la calle. Puedes olerla, como una fogata áspera y penetrante, y puedes saborearla en tu lengua. Puede hacer que te ardan los ojos, te pique la garganta y te duela la cabeza. Las pequeñas partículas que flotan en el aire aumentan el riesgo de coágulos de sangre que pueden generar ataques al corazón. Pueden dañar tu hígado y cerebro.
Algunas de las partículas están compuestas por materiales muy venenosos como el arsénico y el plomo. Otros componentes pueden ser menos tóxicos en sí mismos. Pero su efecto acumulado es otra cosa. Con alarmante regularidad, los investigadores divulgan nuevos descubrimientos sobre las muchas maneras en que la contaminación del aire perjudica al cuerpo humano.
Poco después de nuestro reporte, se produjo la pandemia de coronavirus.
En la primavera, los niveles de contaminación se desplomaron durante el estricto confinamiento en la India, lo que produjo una atípica vista de la ciudad: cielos completamente azules. Tristemente, eso no duró mucho. Durante el verano, cuando se suspendió el confinamiento, la contaminación volvió. Y ahora, mientras el invierno avanza, la contaminación del aire en toda la India ha vuelto a alcanzar niveles de peligrosidad.
A los médicos les preocupa que el aire tóxico haga que el virus sea aún más letal. La exposición a altos niveles de contaminación inflama las vías respiratorias, lo que hace que las personas sean más propensas a todo tipo de infecciones.
“Estamos viendo que esto pasa en frente de nosotros”, aseguró Arvind Kumar, un cirujano torácico y fundador de la Lung Care Foundation en Nueva Delhi. “Mucha gente está llegando a los hospitales de las áreas periféricas donde la densidad de población y los niveles de contaminación son bastante altos”.
Es un recordatorio, si es que era necesario, de que no todos respiran el mismo aire.
“Los ricos pueden tener purificadores de aire de la mejor calidad”, expresó Kumar. “Los pobres no”.
Durante la mañana en que nos dirigimos hasta las casas de Monu y Aamya, la contaminación del aire se veía gris. Las mediciones del gobierno sitúan las partículas finas en 130 microgramos por metro cúbico, cinco veces más de lo que la Organización Mundial de la Salud dice que es seguro. Pero los lugareños dijeron que era un buen día, con aire de calidad. Su percepción es comprensible porque el día más contaminado del año pasado en ese lugar fue cuatro veces peor.
El gobierno de la India no ha convertido a la batalla contra la contaminación en una de sus prioridades. Muchos funcionarios lo ven como el precio que están dispuestos a pagar por el rápido crecimiento económico, que ha sacado de la pobreza a cientos de millones de personas.
La indignación no siempre es fácil de encontrar en la calle, no importa cuán envuelta esté en esmog. Los activistas ambientales dicen que la mayoría de la gente no tiene idea de cuán grave es la situación.
“Estamos hablando de personas que crecieron en zonas rurales y vienen a la ciudad sin ninguna preparación”, explicó Ravina Kohli, miembro de My Right to Breath, un grupo que aboga por aire limpio en toda la nación. “Cuando ven el aire contaminado, ni siquiera piensan que está contaminado”.
Existen pocos datos sobre cómo las disparidades socioeconómicas podrían empeorar la exposición a la contaminación de Nueva Delhi, según explica Pallavi Pant, una científica de planta en el Health Effects Institute. “No estamos prestando suficiente atención a los lugares de trabajo de la gente, dónde viven o cuál es su estatus socioeconómico”, aseguró.
Evidentemente, el dinero ayuda.
Los padres de Aamya, por ejemplo, han conseguido protegerla de parte de esta contaminación. Pero eso no es suficiente.
De hecho, los investigadores dicen que no hay una cantidad de dinero que se pueda gastar para resolver el problema. Una acción más amplia es necesaria, explican, para lograr que las ciudades de la India sean más saludables para todos, ricos o pobres.