Las ventas de productos naturales y orgánicos superaron el 5% en 2013 y se espera lleguen a 15% en 2022. Los supermercados tienen cada vez más alimentos naturales en sus tiendas.
Hace apenas treinta años, los restaurantes de comida rápida Wendy tenían una campaña llamada “Where’s the Beef?”. Wonder Bread, pan blanco por excelencia, era la marca más vendida del mercado. Y los consumidores que buscaban opciones más saludables recurrían a cenas pre-empacadas cargadas de conservantes, gelatina sin azúcar y aspartame. En este dudoso panorama alimentario se introdujo la industria de productos naturales, cuando las cooperativas de agricultores de las décadas de 1960 y 1970 dieron paso a las grandes corporaciones de alimentos. El mercado era mínimo. Menos del 1% de las ventas de alimentos en 1985, de un total de $2,500 mil millones a nivel mundial, eran productos orgánicos. Y aquellos que se aventuraban, enfrentaban un futuro incierto.
Treinta años después, observamos que la influencia del movimiento de los alimentos saludables no puede ser subestimada. Las ventas de productos naturales y orgánicos superaron el 5% en 2013 y se espera lleguen a 15% en 2022. Los supermercados tienen cada vez más alimentos naturales en sus tiendas. Y la gente cada día está más preocupada de transgénicos, pesticidas y aditivos artificiales.
¿Cómo llegamos aquí y qué nos espera? Hagamos una mirada hacia atrás y demos un vistazo al futuro.
Los años 60, 70 y 80
Durante los años 60 y 70, habían muy pocas posibilidades de comprar alimentos naturales, más que una selección mínima de germen de trigo, polen de abeja, tofu, arroz integral y otros productos que carecían de sabor y de gustos. La gente no los compraba para deleitar el paladar, sino para curar enfermedades o para seguir su conciencia. Era la comida como receta y como filosofía de salud, y no importaba a qué sabía.
En aquel entonces, había muchas razones para comer alimentos saludables sin sabor. Un especial de “60 Minutes”, en CBS calificó al pesticida químico Alar como “el agente cancerígeno más potente en la cadena de alimentos”. Además, las preocupaciones sobre las enfermedades cardíacas conmovió a la población y trajo consigo la generación de los alimentos bajos en grasas y de comidas hiperprocesadas, bien alejadas de la comida real, cargadas de ingredientes impronunciables. Fueron años de mucho ensayo y error, y mucha gente pagó facturas muy caras por ese experimento.
Los años 90
En los 90 algo cambió. Estimulada por una serie de sustos alimentarios que pusieron al descubierto la presencia de sustancias químicas peligrosas en los alimentos cotidianos, la sociedad comenzó a redescubrir el mundo de los alimentos naturales, y además que se volvieron más abundantes, más accesibles, más sofisticados y más sabrosos. Para 1996, más de 10 tiendas de alimentos naturales existían en Panamá y surgieron restaurantes que utilizaban alimentos orgánicos. Podemos citar a Charlie Collins, Lourdes Fábrega y Cuquita Arias.
Los años 2000
Florecieron las tiendas de alimentos naturales. La comida saludable comenzó a saber mejor, la venta de productos orgánicos comenzó a subir. Los fabricantes comenzaron a simplificar las listas de ingredientes y el empaque. Apareció la tienda Orgánica y florecieron las fruterías de barrio.
La década de 2010
Proliferaron los granos antiguos como quinua, mijo y amaranto, todos sin gluten y con una alta densidad nutricional. Gracias a la huella de carbono, las ofertas vegetarianas comenzaron a ganar popularidad. Resurgió el interés en los huevos de gallina criadas en pastos, las papas de color y el aceite de coco. Incluso la mantequilla regresó a su sitial en la cocina. La gente comenzó a demandar alimentos sencillos y mínimamente procesados, hechos con ingredientes integrales. Y los consumidores comenzaron a preocuparse por la historia detrás de los alimentos: quién los preparó, de dónde vienen y cómo mejoran el planeta.
Ahora ¿qué sigue?
Todos esperamos que los fabricantes de alimentos se vuelvan cada vez más relevantes y creativos para corresponder con la tendencia hacia alimentos más saludables, más sencillos, más limpios, libres de los misteriosos conservantes y producidos usando métodos de extracción naturales. Esperamos también que las grandes cadenas de supermercados sigan adoptando aún más lo orgánico, reduciendo el precio y haciéndolo más accesible.
Walmart, por ejemplo, anunció a finales del año pasado que adelantará un año su plan para tener en 2025 más del 15% de sus marcas en el segmento orgánico. Y esperamos que los alimentos saludables estén cada día más accesibles, ya sea que los productos se vendan en pequeñas tiendas, grandes supermercados o incluso ferias de productores. Afortunadamente, las empresas fabricantes de alimentos saben que solo tienen un camino en el futuro: cambian a lo que la gente quiere o pronto serán cambiados por aquellas marcas que sí se han transformado y entienden las preferencias de los consumidores.