En Panamá se maneja “pobremente” la frustración

En Panamá se maneja “pobremente” la frustración
Dr. Carlos Saavedra Quiel, "hay que abrir espacio a la sana crítica". Foto C. Saavedra.

La ira representa una reacción opuesta al comportamiento de una persona, ya sea niño, adolescente o adulto, en un momento en el que, pareciera no existir un motivo aparente.

“Sentimiento de indignación que causa enojo. Apetito o deseo de venganza. Furia o violencia de los elementos de la naturaleza. Repetición de actos de saña, encono o venganza”, definiciones plasmadas por la Real Academia de la Lengua, para definir el significado de la ira.

A juicio del médico psiquiatra del Instituto de Salud Mental, doctor Carlos Saavedra Quiel, dependiendo de muchos factores, los seres humanos podemos tener una gama de respuestas, sin embargo, mencionó que existen ciertos mecanismos de defensa psicológicos que lo ayudan a moderar y modular sus respuestas.

“La ira, como todas las emociones, va a depender desde los primeros años del individuo, del ambiente en los que se ha desarrollado. Los niños aprenden por observación y repetición”, explicó el especialista de psiquiatría.

Como ejemplo, mencionó que, si un niño es intolerante o es agresivo y tiene tendencia a la frustración, y no se le guía o corrige, y contrariamente, se le permite que todo lo resuelve a golpes con otros niños, hermanos, familiares o sus padres, va a desarrollar un modelo de conducta respondiendo con agresividad.

La baja tolerancia o nula tolerancia a la frustración, es una tendencia a la fácil irritabilidad que, en muchas ocasiones, no necesariamente tienen que ver con situaciones que lo enojan, sino con escenarios que no ocurren de la manera en la cual la persona visualiza que deben ocurrir.

“Cosas tan sencillas, como querer algo y si no se lo dan, puede agarrar a golpes a cualquier persona”, señaló el doctor Saavedra Quiel, entre las principales respuestas de la ira.

Otros aspectos relacionados, como la agresividad tanto verbal como física, “inclusive gestual o conductual, porque hay gente que se enoja y no agrede, ni verbalmente ni físicamente, ni hace gestos”.

Mencionó que “este es un proceso que no es agudo, es un proceso que requiere de un tiempo de evolución para irse desarrollando”. Expuso que la ira se puede manejar en algunas ocasiones, como una emoción aguda, porque la persona en ese momento, no tuvo la capacidad de contener.

“Hay muchas personas que tienen los mecanismos psicológicos para evitar expresar emociones muy intensas”, dejó claro el médico psiquiatra.

Por ejemplo, “tienen la capacidad de si ocurre algo, tienen la “frialdad” por llamarlo de alguna manera, para manejarse en tal o cual situación, pero hay situaciones que sobrepasan sus mecanismos de defensa psicológicos y estallan, en este caso en ira”.

Es cuando en muchas ocasiones, expresó, las personas que pueden observar estos comportamientos, se preguntan las razones por las que tal o cual persona actuó de una manera distinta a la que se podía pensar.

Esto puede ocurrir, según el doctor Saavedra, porque lo que haya sido que desencadenó la emoción, sobrepasó los mecanismos que utiliza la persona para modular sus emociones, entre estas el miedo, la tristeza o la alegría.

Sede del Instituto de Salud Mental, en la ciudad de Panamá. Foto, INSAM.

En cuanto a tratamientos, señaló como primer paso identificarlo desde temprano, porque “mientras más temprano en la vida del individuo se identifica y se le dé el tratamiento, por parte de psicología, y de ser necesario psiquiatría infantil, para que aprenda a canalizar sus emociones. En caso de tratarse de un adulto funciona casi de forma similar, pero hay que entenderse que, en muchas ocasiones, está ligado a trastornos depresivos.

De hecho, agregó, que en algunos hogares se refuerza este tipo de conducta, no se enseña al niño o al adolescente a negociar, por el contrario, se refuerza este tipo de comportamiento. “Ese tipo de conducta está ligado al pobre manejo de la frustración y de la ira. Reveló que, en nuestro país se piensa que liarse a golpes es el primer recurso que se utiliza cuando todo va saliendo mal.

La irritabilidad, intolerancia, tendencia a la frustración fácil, la agresividad verbal y física están relacionadas a trastornos depresivos, porque estas situaciones se desarrollan en un ambiente de frustración crónica y una persona frustrada crónicamente, va a propender a las emociones negativas, a la depresión. En algunas personas puede ser útil el uso de medicamentos antidepresivos, junto con la psicoterapia para ayudar al tratamiento.

En el aspecto social, citó que en nuestro medio es una de las principales causas de peleas, porque “somos muy pocos tolerantes y manejamos pobremente la frustración, por ende, somos muy dados a solucionar, de manera agresiva, muchas situaciones que se pueden manejar de otro modo”, indicó el doctor Saavedra.

También señaló que es una situación que se observa con mucha frecuencia en nuestro entorno.

“Todo es un contexto como psicológico, como biológico como social”, explicó.

“Evidentemente hay que hacer ajustes en estos contextos, principalmente en el psicológico y biológico, porque en el social, la persona debe aprender a desenvolverse”, aportó.

Señaló que, por lo general, en este tipo de casos, el tratamiento va a ser ordenado por un juez de familia, de adolescente o inclusive juez penal o civil, y que es algo a lo que no se debe llegar, sino simplemente, admitir que estamos contestando inadecuadamente a diferentes estímulos y que debemos “reconocemos como personas que respondemos agresivamente. Debemos hacer un inventario de nuestras emociones e identificar, por qué llegamos a tener problemas”.

Como parte de esta situación, comentó que es necesario abrir un poco el margen de la “sana crítica”, escuchar las opiniones de los demás y modificar un poquito los modelos de conducta.

Al respecto, mencionó que la persona va a tener un beneficio importante, dejará de manejarse con esos niveles de frustración y a evitarse problemas, porque agreden y se encuentran con otros que tampoco tienen filtro.

Subrayó el médico que en el Instituto de Salud Mental, hay un subregistro importante en este tipo de casos, porque no hay consulta externa de personalidad y tampoco se llevan archivos de la ira.

El Instituto de Salud Mental inició labores en 1933, cuando Panamá asumió la responsabilidad de los pacientes psiquiátricos que, hasta ese momento, eran atendidos por el gobierno estadounidense en el Hospital Militar Corozal.

Tiene como misión “dar atención hospitalaria a casos psiquiátricos agudos, con dificultad en el diagnóstico y tratamiento. También es Centro de Estudios de Docencia e Investigación en Salud Mental, en beneficio del paciente, la familia y la comunidad”.

Desde su creación, se han dado importantes cambios relacionados con la atención de las personas con discapacidad mental, ya que, es de suma importancia la reinserción del enfermo en su medio familiar y social.

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