Conoce al integrante más reciente del club de los mamíferos fluorescentes

Conoce al integrante más reciente del club de los mamíferos fluorescentes
En una fotografía sin fecha de los investigadores, una liebre de primavera brilla bajo la luz ultravioleta. Foto, J. Martin y E. Olson, Northland College vía The New York Times.

La fluorescencia es una propiedad material más que biológica. Ciertos pigmentos pueden absorber la luz ultravioleta y reemitirla como un color vibrante y visible.

Los ornitorrincos lo hacen. Las zarigüeyas lo hacen. Incluso tres especies de ardillas voladoras norteamericanas lo hacen. Es posible que los demonios de Tasmania, los equidnas y los wómbats también lo hagan, aunque las pruebas no son tan sólidas.

Además, noticia de última hora: dos especies de roedores del tamaño de un conejo, llamados liebres de primavera, lo hacen. ¿Qué hacen exactamente? Brillan bajo la luz negra, esa misteriosa peculiaridad de ciertos mamíferos que desconcierta a los biólogos y deleita a los amantes de los animales de todo el mundo.

Las liebres, que saltan por las sabanas del sur y el este de África, no estaban en el radar de fluorescencia de nadie.

Al igual que los demás mamíferos fluorescentes, son nocturnas. Sin embargo, a diferencia de las otras criaturas, son mamíferos placentarios del Viejo Mundo, un grupo evolutivo no representado anteriormente. Su brillo, de un singular color rosado-anaranjado que los autores califican de “divertido y vivo”, forma patrones sorprendentemente variables que suelen concentrarse en la cabeza, las patas, el trasero y la cola.

La fluorescencia es una propiedad material más que biológica. Ciertos pigmentos pueden absorber la luz ultravioleta y reemitirla como un color vibrante y visible. Estos pigmentos se han encontrado en anfibios y algunas aves, y se añaden a cosas como camisetas blancas y artículos de fiesta.

No obstante, los mamíferos, al parecer, no suelen tener estos pigmentos. Un grupo de investigadores, muchos de ellos asociados al Northland College de Ashland, Wisconsin, ha estado buscando excepciones durante los últimos años, desde que uno de sus miembros, el biólogo Jonathan Martin, apuntó con una linterna ultravioleta a una ardilla voladora en su patio trasero. La ardilla brilló de color rosa.

Los investigadores se dirigieron entonces al Museo Field de Historia Natural en Chicago, armados con curiosidad y linternas ultravioleta. Cuando el equipo abrió un cajón que albergaba liebres voladoras conservadas, se iluminó.

“Estábamos sorprendidos y emocionados por igual”, dijo Erik Olson, profesor adjunto de recursos naturales en la universidad y autor del nuevo artículo, publicado el jueves en Scientific Reports. “Teníamos muchas preguntas”.

Durante los años siguientes, los investigadores examinaron catorce especímenes de liebre de primavera de cuatro países, algunos machos y otros hembras. Todos mostraban fluorescencia, muchos de ellos en forma de parches, algo único entre los mamíferos que han estudiado, afirmó Olson.

También se pusieron en contacto con los zoológicos para asegurarse de que los animales vivos presentaban este rasgo. Una sesión fotográfica con rayos ultravioleta en el zoológico y acuario Henry Doorly de Omaha dio lugar a más observaciones, así como a muchas fotos glamurosas en las que los roedores parecen haberse untado pintura corporal antes de salir de fiesta.

El análisis químico del pelo de las liebres reveló que la fluorescencia procede en gran medida de un conjunto de pigmentos llamados porfirinas, que también se ha descubierto que causan este efecto en invertebrados marinos y aves, según Michaela Carlson y Sharon Anthony, químicas del Northland College que trabajaron en el artículo.

Pero la pregunta más importante —la que brilla, como una señal de neón, a través de todos estos trabajos y observaciones relacionadas— es esta: ¿por qué?

Los hallazgos sobre la liebre de primavera, en particular, ofrecen algunas vías de exploración. Existe la posibilidad de que la fluorescencia ayude a los animales a esconderse de los depredadores con visión ultravioleta, al absorber longitudes de onda que de otro modo se reflejarían intensamente y emitir otras menos visibles. En ese caso, un patrón irregular como el de las liebres podría ser otra ventaja, según Olson.

No obstante, en cierto modo, el ingreso de las liebres de primavera en este grupo hace que las cosas sean más confusas.

“¿Se encuentran todas estas especies en una parte del árbol filogenético de los mamíferos? Desde luego que no”, afirmó Tim Caro, profesor de ecología evolutiva de la Universidad de Bristol, en Inglaterra, que no participó en la investigación.

“¿Tienen todos un mismo estilo de vida? No, todos comen cosas diferentes”, dijo. “¿Utilizan esta encantadora coloración para atraer a sus parejas, de modo que podríamos ver una firma característica de un sexo, pero no la del otro con fluorescencia? No, eso tampoco ocurre”.

El hecho de que “no haya ningún patrón”, dijo Caro, sugiere que “o no conocemos la función de este tipo de coloración, o bien no hay ninguna función”.

Según Olson, solo hay una cosa que hacer: seguir encendiendo esas luces negras.

“El duro trabajo de documentar este rasgo de forma más amplia, en todos los mamíferos, ya está en marcha”, dijo. Observemos lo que ocurre.

 

 

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