Thomas Bach, un hombre tranquilo en tiempos de crisis

Thomas Bach, un hombre tranquilo en tiempos de crisis
Thomas Bach es, además, miembro del partido liberal alemán (FDP) y presidió la Cámara de Comercio Árabe-Alemana, la Ghorfa. También tuvo asiento en el Consejo de Vigilancia del Comité de Organización del Mundial de fútbol de Alemania-2006. Foto, Fabrice Coffrini / AFP.

El bávaro de 67 años, necesitó dos rondas de escrutinio en 2013 para ganarse la sucesión del belga Jacques Rogge, ante cinco rivales. En esta ocasión es el único candidato, en un mandato hasta 2025.

Portavoz en su día de los deportistas alemanes, garante de los valores olímpicos y alumno aventajado del ‘deporte negocio’: el alemán Thomas Bach se ganará oficialmente el miércoles un segundo mandato como presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), donde ha demostrado su capacidad de adaptación y su mano como gestor en tiempos de crisis.

El bávaro de 67 años, necesitó dos rondas de escrutinio en 2013 para ganarse la sucesión del belga Jacques Rogge, ante cinco rivales. En esta ocasión no tendrá rival y es el único candidato, en un mandato que le llevará hasta 2025.

El hombre que gobierna el deporte mundial desde Lausana (Suiza), puede presentar un balance con buenas bases, marcado por un importante aumento de los ingresos por patrocinios internacionales, que confía en seguir elevando, y por una reforma en el proceso de atribución de los Juegos Olímpicos.

La pandemia del covid-19 le ha convertido inesperadamente en un gestor de crisis.

El foco estuvo sobre todo dirigido a él el año pasado, cuando se vio forzado a aplazar un año los Juegos de Tokio, ahora programados del 23 de julio al 8 de agosto de este 2021, a pesar de que la incertidumbre sigue dominando internacionalmente.

Hábil en las maniobras entre bambalinas, Thomas Bach insiste en que es “un loco del deporte”, que comenzó en el fútbol y pronto pasó a la esgrima, un deporte que le permitió colgarse la medalla de oro de florete por equipos en los Juegos de Montreal-1976.

– Potentes apoyos –

Los Juegos de Moscú-1980 se enfrentaron al boicot de Estados Unidos y sus aliados, aunque él intentó que su voz se escuchara.

“Yo era el portavoz de los deportistas de Alemania Occidental. Luché mucho, de verdad, para que pudiéramos estar en Moscú”, explicó Bach antes de su primer mandato.

Pero la instancia olímpica de la RFA, “bajo la enorme presión del gobierno”, no resistió y él se quedó sin poder defender su oro olímpico.

Convertido en abogado, este maestro del florete fue escalando en su influencia, con una ambición que contrasta con su imagen pública actual de hombre sereno y tranquilo.

Fue un colaborador estrella del expresidente de Adidas Horst Dassler hasta su fallecimiento en 1987 y se fue familiarizando con el ‘deporte negocio’.

Con apenas 37 años, en 1991, Thomas Bach reemplazó en el seno del COI al patrón del olimpismo alemán, Willi Daume. Luego entró en la Comisión Ejecutiva en 1996 y fue acumulando responsabilidades, hasta llegar en el 2000 a la vicepresidencia.

Se ganó sus galones negociando los derechos de televisión de los Juegos para Europa o presidiendo la comisión jurídica. Y en 1999 salió ileso del escándalo de corrupción sobre la concesión de sede de los Juegos Olímpicos de invierno de 2002 a Salt Lake City.

– Hombre de despachos –

Políglota -habla cinco lenguas-, su capacidad de diálogo y el desarrollo de su carrera le fueron haciendo el candidato natural a presidir el COI, pese a que sus críticos temían por cómo podrían afectar sus numerosas actividades y negocios con el cargo de presidente olímpico.

La prensa alemana se preguntó en su día por un jugoso contrato de consultor con Siemens, suministrador de los Juegos Olímpicos de Pekín-2008, pero la Comisión de Ética del COI no vio conflicto de intereses.

Thomas Bach es, además, miembro del partido liberal alemán (FDP) y presidió la Cámara de Comercio Árabe-Alemana, la Ghorfa. También tuvo asiento en el Consejo de Vigilancia del Comité de Organización del Mundial de fútbol de Alemania-2006.

Con él, el COI debe seguir avanzando a una nueva era en el mundo ‘post pandemia’, en un momento de la historia especialmente convulso.

 

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