Reducir las emisiones del transporte, que representan casi la tercera parte de las emisiones de gases de efecto invernadero en Estados Unidos, será una tarea difícil y laboriosa.
En todo el mundo, gobiernos y fabricantes de automóviles están enfocados en vender nuevos vehículos eléctricos más limpios como una solución clave para el cambio climático. Sin embargo, podrían pasar años, si no es que décadas, antes de que esta tecnología tenga un efecto drástico en las emisiones de gases de efecto invernadero.
¿La razón de esto? Va a pasar bastante tiempo antes de que todos los vehículos impulsados por gasolina que se encuentran ahora en circulación lleguen al final de su vida útil.
Esta “rotación de la flota” puede ser lenta, según explicaron los analistas, porque los autos y camiones de gasolina convencionales se están volviendo más seguros, se averían con menos frecuencia y duran más en las calles. Hoy en día, el vehículo liviano promedio en circulación en los Estados Unidos tiene 12 años, según estima IHS Markit, una firma de previsión financiera. Eso supera la cifra de 9,6 años en 2002.
“La calidad de la ingeniería ha mejorado significativamente con el tiempo, en parte por la competencia con los fabricantes de automóviles extranjeros como Toyota”, aseguró Todd Campau, quien se especializa en análisis del mercado de accesorios automotrices en IHS Markit.
Hoy en día, los estadounidenses todavía compran aproximadamente 17 millones de vehículos de combustión de gasolina cada año. Se puede esperar que cada uno de esos autos y camionetas se queden en las calles de 10 a 20 años, ya que se venden y revenden en el mercado de vehículos usados. Incluso después de eso, anualmente los Estados Unidos exportan cientos de miles de automóviles usados a países como México o Irak, donde los vehículos pueden durar mucho más con múltiples reparaciones.
Reducir las emisiones del transporte, que representan casi la tercera parte de las emisiones de gases de efecto invernadero en Estados Unidos, será una tarea difícil y laboriosa. El presidente Joe Biden ha establecido la meta de reducir a cero las emisiones del país para el año 2050. Para lograrlo, tal vez, sería necesario remplazar prácticamente todos los automóviles y camiones que funcionan con gasolina por vehículos eléctricos más limpios cargados en su mayor parte por fuentes de energía bajas en carbono, como plantas solares, eólicas o nucleares.
Si para el año 2035, los fabricantes de automóviles dejaran de vender nuevos autos impulsados por gasolina por completo, teniendo en cuenta el retraso en la renovación de los productos, esa meta podría alcanzarse. Tanto el gobernador de California, como General Motors, han anunciado que para esa fecha esperan vender únicamente nuevos automóviles y camiones libres de emisiones. Pero en este momento esos objetivos todavía son aspiracionales y están lejos de ser una certeza.
Si en los próximos 30 años las ventas de autos eléctricos aumentaran gradualmente a un 60 por ciento, como lo proyectan los analistas en IHS Markit, cerca del 40 por ciento de los vehículos en las calles serían eléctricos para el año 2050.
Para que casi todos los automóviles en circulación sean eléctricos para el año 2050, las ventas de los nuevos modelos enchufables deberían aumentar rápidamente al 100 por ciento en los próximos 15 años.
Además, algunas investigaciones económicas sugieren que, si los fabricantes de automóviles como General Motors eliminaran gradualmente las ventas de los nuevos motores de combustión interna, es posible que los autos más antiguos que funcionan con gasolina persistan más tiempo en las calles, ya que los consumidores que no pueden pagar autos eléctricos más nuevos y más caros recurren a modelos usados más baratos y los usan con más frecuencia.
Por lo tanto, los expertos sostienen que los legisladores deberían considerar estrategias adicionales para limpiar el transporte. Eso podría incluir políticas de compra y eliminación de los automóviles más viejos y menos eficientes que se encuentran en uso. También se podrían incluir estrategias que reduzcan la dependencia de los estadounidenses de los viajes en automóvil, como ampliar el transporte público y fomentar el uso de la bicicleta y caminar, para que así los autos existentes se empleen con menos frecuencia.
“Hay que superar la gran cantidad de inercia en el sistema”, aseguró Abdullah Alarfaj, un estudiante de posgrado en la Universidad Carnegie Mellon, que dirigió un estudio reciente que examina cómo la lenta renovación de vehículos podría ser una barrera para reducir rápidamente las emisiones de los automóviles de pasajeros.
Su estudio sugirió varias opciones para acelerar el ritmo de la renovación. Por ejemplo, los legisladores podrían centrarse primero en electrificar los programas de transporte colaborativo como Uber y Lyft, ya que esos vehículos tienden a transitar más kilómetros en promedio y se retiran antes.
También hay opciones para sacar a los devoradores de gasolina de circulación. En 2009, el gobierno de Estados Unidos organizó un programa llamado “Efectivo por Chatarra”, que ofreció reembolsos a los estadounidenses para que cambiaran sus autos más antiguos por modelos más nuevos y eficientes en cuanto a consumo de combustible. En total, el gobierno gastó alrededor de 2900 millones de dólares para ayudar a 700.000 propietarios de automóviles a tener modelos mejores.
Algunos demócratas han propuesto reanudar ese programa para acelerar la transición hacia los vehículos eléctricos. El senador Chuck Schumer, líder de la mayoría, propuso un programa de cambio de 392.000 millones de dólares que le daría a los consumidores cupones para cambiar sus vehículos de combustión tradicionales por modelos de cero emisiones, como los autos eléctricos.
Aun así, un programa como “Efectivo por Chatarra” podría resultar relativamente ineficaz, según explicó Christopher Knittel, un economista de la Escuela de Administración y Dirección de Empresas Sloan, del Instituto Tecnológico de Massachusetts que ha estudiado esa política. Explicó que, en muchos casos, el programa original benefició a estadounidenses que de todas maneras ya estaban a punto de cambiar sus vehículos y que también a menudo pasó por alto a personas que conducían vehículos que consumen mucha gasolina en largas distancias.
“Es una herramienta con poco filo, aunque es probable que haya formas de mejorar el programa”, dijo Knittel.
Como alternativa, señaló Knittel, un impuesto a las emisiones de dióxido de carbono podría resultar más efectivo porque aumentaría el precio de la gasolina y les brindaría a los conductores un claro incentivo tanto para cambiar a vehículos más limpios como para conducir menos. Sin embargo, con frecuencia los legisladores han evitado aumentar los impuestos a la gasolina porque les preocupan los efectos para los conductores de bajos ingresos y el golpe político.
Los investigadores descubrieron que hallar maneras de frenar los viajes en vehículos privados, aunque sea modestamente, podría tener un impacto significativo.
Un estudio reciente de la revista científica Nature Climate Change analizó lo que se necesitaría para reducir en forma drástica las emisiones de los vehículos de pasajeros en los Estados Unidos. Si los estadounidenses continúan conduciendo más kilómetros cada año, como lo han hecho a lo largo de la historia, el país podría necesitar unos 350 millones de vehículos eléctricos para 2050, una cifra abrumadora. Para lograr esto se requeriría una expansión masiva de la red eléctrica del país y una gran cantidad de nuevos suministros de materiales para baterías como el litio y el cobalto.
Es concebible que la rotación de la flota termine dándose incluso con mayor rapidez de lo que predicen los modelos actuales, ya que los fabricantes de automóviles están invirtiendo más en electrificación. Una posibilidad es que la nación llegue a un punto de inflexión: a medida que más y más vehículos enchufables comiencen a aparecer en las calles, las gasolinerías y las refinerías de petróleo crudo empezarán a cerrar, mientras que los talleres de reparación de automóviles comenzarán a dar servicio principalmente a modelos eléctricos. Con el tiempo, podría resultar demasiado complicado para las personas poseer automóviles convencionales que funcionen con gasolina.
“No me sorprendería si la transición finalmente empieza a acelerarse”, dijo Knittel.
“Ahora mismo puede ser un inconveniente tener un vehículo eléctrico si no hay estaciones de carga cercanas. Pero si pasamos a un mundo donde hay estaciones de carga en todas partes y pocas gasolinerías, de repente será menos práctico tener un vehículo convencional”.
Un automóvil nuevo vendido hoy puede durar una o dos décadas en las calles. Esta “rotación de la flota” plantea un gran desafío para la política climática.