¿Qué fue lo que cambió en los últimos cinco años? Tal vez no sea coincidencia que en 2015 la Corte Suprema haya establecido como derecho constitucional el matrimonio entre personas del mismo sexo.
“En la actualidad, para muchas personas, la libertad religiosa no es una libertad que se valore”, le dijo en noviembre el juez Samuel Alito a la Sociedad Federalista, el grupo jurídico conservador. “Me duele decir esto, pero, en algunos sectores, la libertad religiosa se está volviendo, de manera acelerada, un derecho poco favorecido”.
Entre esos sectores no está la Corte Suprema, la cual, en los últimos años, se ha vuelto mucho más proclive a fallar en favor de los derechos religiosos, según un nuevo estudio que analizó información de 70 años.
Este estudio, el cual se publicará en la revista The Supreme Court Review, documentó un aumento del 35 por ciento en el número de fallos en favor de la religión en los juicios orales, lo que concluyó en un índice de éxito del 81 por ciento en la corte presidida por el juez John Roberts.
“Sin duda, la corte de Roberts ha fallado con mayor frecuencia que sus predecesores a favor de las organizaciones religiosas, entre las que se incluyen las organizaciones cristianas tradicionales”, escribieron los autores del estudio, Lee Epstein de la Universidad de Washington en San Luis y Eric A. Posner de la Universidad de Chicago. “En vista de que se sustituyó a Ruth Bader Ginsburgh con Amy Conet Barrett, esta tendencia no terminará pronto y tal vez aumente”.
(La corte presidida de 1953 a 1969 por el juez Earl Warren apoyó a la religión solo en el 46 por ciento de los casos. Esa cifra aumentó al 51 por ciento de 1969 a 1986 con el juez presidente Warren Burger; después, de 1986 a 2005, al 58 por ciento con el juez William Rehnquist como presidente, y, finalmente, se disparó a poco más del 81 por ciento con Roberts, quien llegó a la Corte Suprema en 2005).
También ha cambiado el tipo de casos que la Corte está recibiendo. En la corte de Warren, todos los fallos a favor de la religión beneficiaban a los practicantes de minorías o disidentes. En la corte de Roberts, la mayor parte de las demandas religiosas fueron presentadas por cristianos tradicionales.
En el estudio se vio que los cinco jueces más favorables a la religión actualmente ocupan un escaño en la Corte Suprema.
“Los principales jueces responsables de este cambio son Clarence Thomas, Samuel Alito, Neil Gorsuch, John Roberts y Brett Kavanaugh”, escribieron los autores del estudio. “Aunque existen ciertas diferencias entre estos jueces y Kavanaugh solo ha estado involucrado en unos cuantos casos, es evidente que son los jueces de la Corte Suprema que más han estado a favor de la religión al menos desde la Segunda Guerra Mundial”. Todos ellos han sido nombrados por los republicanos.
Tan solo en el último periodo, la Corte Suprema apoyó a grupos religiosos cristianos en tres casos litigados. La Corte falló que los programas estatales que financian a las escuelas privadas deben incluir a las escuelas religiosas, que el gobierno de Trump podía autorizar a los empleadores que tuvieran objeciones de carácter religioso a negar la cobertura de tratamientos anticonceptivos a las trabajadoras y que las leyes de discriminación laboral no se apliquen a muchos maestros en las escuelas religiosas.
Además, la Corte Suprema pronto decidirá si Filadelfia puede impedir que una agencia católica que se rehusó a trabajar con parejas del mismo sexo seleccione a los posibles padres de acogida.
Luego de que Barret llegó a la Corte Suprema, esta cambió su postura en el único asunto en el que los grupos religiosos habían estado perdiendo: si los gobernadores podían restringir la asistencia a los templos de culto para combatir la pandemia de coronavirus.
En toda la judicatura federal ha habido un cambio parecido en los casos de protección constitucional al libre ejercicio de la religión.
Como lo señaló Alito en su discurso, proteger ese derecho solía ser un compromiso bipartidista. En 1990, cuando la Corte Suprema redujo las protecciones para el libre ejercicio de la religión —el juez Antonin Scalia redactó la opinión de la mayoría—, el Congreso respondió con la Ley de Restauración de la Libertad Religiosa.
“La ley obtuvo un apoyo casi universal”, señaló Alito. “En la Cámara de Representantes, el voto fue unánime. En el Senado, fue de 97 a 3, y el presidente Bill Clinton la firmó con entusiasmo”.
En estudios anteriores, que abarcan de 1996 a 2005 y de 2006 a 2015, se detectó que las afiliaciones partidistas de los jueces, correspondientes a los partidos políticos de los presidentes que los eligieron, no tenían un vínculo significativo con sus votos en los casos del libre ejercicio de la religión.
Zalman Rothschild, investigador del Centro de Derecho Constitucional de la Universidad de Stanford, actualizó esa información en un segundo estudio que se publicará en la revista de derecho de la Universidad Cornell. Rothschild se dio cuenta de que las cosas habían cambiado.
“La politización de la libertad religiosa se ha infiltrado en todos los niveles de la judicatura federal”, escribió Rothschild.
Mencionó que, en el periodo de cinco años que terminó a finales del 2020, las afiliaciones partidistas de los jueces federales estuvieron muy correlacionadas con sus votos. “Y cuando asoló la pandemia y se produjeron los cierres generalizados de los templos religiosos, la cantidad sin precedentes de casos constitucionales sobre el libre ejercicio de la religión presentados en ese lapso tan breve hizo destacar aún más ese partidismo”.
Incluso si se dejan de lado los casos relacionados con la pandemia, se puede ver que se ha abierto una gran brecha partidista en los casos del libre ejercicio. En los últimos cinco años, los jueces nombrados por los demócratas apoyaron a la religión el 10 por ciento de las veces en esos casos, en comparación con el 49 por ciento de los elegidos por los republicanos y el 72 por ciento de los magistrados nombrados por el presidente Donald Trump.
Rothschild escribió que las cifras fueron aún más marcadas en los casos relacionados con las restricciones destinadas a combatir el COVID-19. Al concluir el año pasado, ningún juez elegido por los demócratas había apoyado a la religión en esos casos, mientras que sí lo habían hecho el 66 por ciento de los magistrados nombrados por los republicanos y el 82 por ciento de los jueces elegidos por Trump.
¿Qué fue lo que cambió en los últimos cinco años? Tal vez no sea coincidencia que en 2015 la Corte Suprema haya establecido como derecho constitucional el matrimonio entre personas del mismo sexo.
De manera más general, las demandas de libertad religiosa, presentadas principalmente por los grupos cristianos, se han usado cada vez más para intentar restringir medidas progresistas como la protección de los derechos de las personas transgénero y el acceso a los anticonceptivos. Para colmo, se desató una guerra cultural acerca de la mejor manera de enfrentar el coronavirus.
En 2018, la juez Elena Kagan acusó a la mayoría conservadora de la corte de “usar la Primera Enmienda como arma” al utilizar la protección a la libertad de expresión “para intervenir en la política regulatoria y económica”.
Epstein mencionó que algo parecido estaba sucediendo con las decisiones de carácter religioso de la Corte Suprema. “Así como la mayoría ha usado como arma la libertad de expresión para privilegiar los intereses empresariales y conservadores, también está usando las cláusulas relacionadas con la religión para favorecer principalmente a las organizaciones religiosas tradicionales”, señaló.