“Cuando la economía de Estados Unidos es fuerte, esa fortaleza tiende a respaldar también la actividad global”, señaló Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, en una reciente conferencia de prensa.
El enorme gasto que está realizando Washington para responder a la crisis provocada por el coronavirus está ayudando a sacar a Estados Unidos de la recesión económica más severa en décadas, al canalizar billones de dólares a las empresas y a las cuentas de los estadounidenses.
Ahora, se espera que el resto del mundo también se beneficie.
Los analistas internacionales prevén que Estados Unidos y su gasto de proporciones históricas en incentivos, podrían ayudar a sacar de su atolladero a una Europa debilitada y a los países en desarrollo con dificultades, sobre todo si se acompaña de la rápida distribución de vacunas que ha preparado a la economía estadounidense para una recuperación más acelerada.
Al comprar más, los estadounidenses podrían estimular el comercio y la inversión e impulsar la demanda de autos alemanes, vinos australianos, autopartes mexicanas y moda francesa.
Se espera que el repunte económico de Estados Unidos que se prevé se sume a la recuperación de China, cosa que añadirá dinamismo a la producción mundial. Se augura que la economía china crecerá con rapidez este año, pues el Fondo Monetario Internacional pronostica un crecimiento del 8,1 por ciento. Esas son buenas noticias para países como Alemania, el cual depende de la demanda china para la venta de sus autos y maquinaria.
Sin embargo, Estados Unidos es especialmente importante para la economía mundial debido a que lleva mucho tiempo gastando más de lo que produce o vende y, por tanto, repartiendo dinero en todo el mundo. China es uno de los principales beneficiarios de la generosidad de Washington debido a que muchos estadounidenses han gastado el dinero del estímulo en consolas de videojuegos, bicicletas para ejercicio u otros productos fabricados en China.
La recuperación comparativamente rápida de Estados Unidos no estaba garantizada ni tampoco prevista: fue resultado de un poco de suerte —las nuevas variantes del virus que han invadido a otros países apenas han comenzado a hacer que los contagios aumenten en Estados Unidos— y del hecho de que en los últimos 12 meses se han aprobado importantes políticas para responder a la pandemia, mismas que incluyen un gasto de más de 5 billones de dólares obtenidos a base de préstamos. Parece probable que, junto con la creciente distribución de vacunas efectivas, estas pautas fortalezcan la economía estadounidense.
“Cuando la economía de Estados Unidos es fuerte, esa fortaleza tiende a respaldar también la actividad global”, señaló Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, en una reciente conferencia de prensa.
Hace un año, no era nada seguro que Estados Unidos alcanzara la fuerza suficiente para ayudar a impulsar la economía global.
En abril pasado, el Fondo Monetario Internacional pronosticó que la economía de Estados Unidos podría crecer un 4,7 por ciento este año, más o menos en consonancia con los pronósticos de crecimiento para Europa, luego de una caída esperada del 5,9 por ciento en 2020. Pero la contracción real en Estados Unidos fue menor y, en enero, el FMI actualizó la perspectiva de crecimiento para Estados Unidos a un 5,1 por ciento este año, mientras que redujo al 4,2 por ciento el crecimiento esperado en Europa.
Desde entonces, el gobierno de Estados Unidos ha aprobado un paquete de alivio por 1,9 billones de dólares y el FMI ha señalado que las estimaciones de crecimiento para ese país serán todavía más elevadas cuando, el 6 de abril, publique los nuevos pronósticos.
El reciente paquete de alivio sigue una tendencia: desde el principio, Estados Unidos ha estado dispuesto a gastar para paliar las repercusiones económicas de la pandemia.
Según un análisis de Christina Romer, de la Universidad de California, campus Berkeley, la respuesta inicial de Estados Unidos a la pandemia, que ascendió a poco menos de 3 billones de dólares, en términos del producto interno bruto, representó un 50 por ciento más de lo que asignó el Reino Unido y, aproximadamente, el triple que en Francia, Italia o España.
En este análisis se vio que, de entre un conjunto de economías avanzadas, solo Nueva Zelanda ha pedido prestado y gastado un porcentaje tan grande de su PIB como Estados Unidos.
En Europa, donde a los trabajadores de muchos países se les protegió de la pérdida de empleo y de la caída de salarios con programas gubernamentales de permisos temporales, es probable que el lento ritmo de la campaña de vacunación de la Unión Europea perjudique la economía, señaló Ludovic Subran, economista principal de Allianz, el gigante alemán de seguros.
Debido a que los pacientes contagiados saturaron sus hospitales, el miércoles, Francia anunció su tercer confinamiento nacional.
Subran también cuestionó si la Unión Europea puede distribuir un financiamiento de estímulos con la rapidez suficiente. El dinero del programa de alivio por 750.000 millones de euros (880.000 millones de dólares), que en julio pasado acordaron los gobiernos europeos no ha llegado con prontitud a las empresas ni a las personas que lo necesitan debido a disputas políticas, una administración pública poco sólida y una impugnación en Alemania.
Karen Dynan, execonomista principal en el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, que ahora trabaja en el Instituto Peterson para la Economía Internacional, calculó que la producción económica tardaría en regresar a los niveles anteriores a la pandemia al menos un año más en Europa que en Estados Unidos.
“La política presupuestaria ha sido diferente en diversos países de maneras que realmente están determinando la experiencia que tienen ahora”, señaló Dynan.
Es probable que los países más pobres y pequeños, los cuales tienen un suministro muy limitado de vacunas y menores recursos para respaldar el gasto gubernamental, tengan dificultades para emprender una recuperación económica incluso si el repunte de Estados Unidos aumenta la demanda de sus exportaciones.
De acuerdo con información de The New York Times, países como Venezuela, Irak y Namibia solo han administrado, si acaso, alrededor de una dosis por cada mil habitantes. En Estados Unidos, la proporción es de más de 400 dosis por cada mil ciudadanos.
Sin embargo, una economía estadounidense en expansión plantea algunos riesgos para otros países —sobre todo para los mercados emergentes— ya que los futuros económicos varían.
Puesto que los inversionistas, al sentir que se aproxima un crecimiento más rápido y una inflación más veloz, deciden vender sus títulos, las tasas de interés basadas en el mercado ya están al alza en Estados Unidos. Eso podría encarecer el financiamiento en todo el mundo: si los inversionistas pueden ganar tasas más altas con los títulos estadounidenses, es menos probable que inviertan en deuda extranjera que ofrezca tasas más bajas o riesgos más altos.
Si Estados Unidos atrae el capital que podría invertirse en el resto del mundo, “resulta muy dudosa la idea color de rosa de que estamos ayudando a todos”, comentó Robin Brooks, economista principal del Instituto de Finanzas Internacionales.