Joe Biden “ostenta una silueta tan elegante”, dijo Michael Sebastian, editor de Esquire. “Y eso hace varias cosas. Le da la apariencia de ser mucho más joven de lo que es. Y comunica algo importante sobre su estilo de gobierno”.
Aunque Joe Biden tardó décadas en llegar a la presidencia, en términos de estilo y mensaje se preparó todos los días para este momento.
1. Se pasó casi medio siglo ensayando
Si quieres evaluar los primeros 100 días de Joe Biden en el cargo, ayuda retroceder casi 18.000 días hasta el principio. Cuando el presidente Biden fue elegido por primera vez para el Senado de Estados Unidos, en la Edad de Piedra de 1972, el país todavía estaba sumido en la guerra de Vietnam; el allanamiento del edificio Watergate, que acabaría con el mandato de Richard Nixon, fracasó cuando unos ladrones torpes vestidos con trajes de negocios y guantes quirúrgicos fueron atrapados por miembros de la “brigada de vagos” del departamento de policía del Capitolio (mientras su vigía estaba sentado en un motel al otro lado de la calle viendo la película Ataque diabólico); y el primer episodio de El precio justo se emitió en la CBS, presentado por Bob Barker.
El precio justo sigue existiendo después de casi cinco décadas. Y también, por supuesto, Biden. (Barker también, cabe señalar). Aunque ahora se acerca a los 80 años, el presidente Biden conserva algunas de las cualidades mediáticas que lo llevaron a la atención política justo cuando el teatro del poder se convirtió en una diversión diaria gracias a un ciclo de noticias constante, aunque en ese momento todavía no llegaba a las 24 horas.
2. Desde el principio tuvo la ventaja de ser guapo
Obviamente, los políticos no tienen la obligación de ser atractivos, al menos los hombres. Sin embargo, a partir de la presidencia de John F. Kennedy —la primera en la historia de Estados Unidos en ser totalmente televisada— ser guapo nunca ha perjudicado las perspectivas de un candidato. Hemos visto las imágenes del joven Joe en Twitter: el de la sonrisa juvenil y la camisa roja abotonada de manga corta. Se parece un poco a un líder de los niños exploradores, algo que en aquella época se podía decir como un término de aprobación.
El joven Biden parece despierto, de trato fácil, el chico de al lado. En Recordando los sesenta, las memorias un tanto oscuras de Robert Stone sobre una odisea impulsada por la marihuana que realizó a través de Estados Unidos en los años 60, hizo una parada en Salt Lake City. Aunque el novelista escatimó simpatía hacia la capital del estado, que se encuentra en pleno desierto, se permitió hacer algunas generalizaciones sobre su población, diciendo de los habitantes locales que tal vez sean los más guapos del país, siempre que te guste “el tipo anglosajón”.
Biden se ajusta físicamente a ese mismo molde; el suyo era el rostro de un segundo protagonista de una película de serie B de los años 40. Y si la anatomía es el destino presidencial, Biden encaja fácilmente en el papel, en algún lugar entre el hombre cualquiera de ingeniería inversa que fue Ronald Reagan y John F. Kennedy, el príncipe condenado de Camelot.
“Creo que ha jugado con todo eso”, dijo recientemente el diseñador de ropa masculina Billy Reid sobre la capacidad de Biden para sacar provecho de sus atributos naturales. “Creo que ha moldeado su imagen de una manera parecida a la de Kennedy. Ha cultivado este aspecto superestadounidense de la Costa Este a lo largo de los años, y parece sentirse muy cómodo con ello”.
3. Encontró una fórmula y la refinó
De hecho, hubo varias fórmulas que cambiaron a medida que Biden pasó de candidato a presidente electo y a la toma de posesión. El hombre al que la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, se refirió al principio como alguien que buscaba proyectar un ambiente de “abuelo con onda”, afinó su mensaje a medida que su campaña evolucionaba. Como señaló el escritor Geoff Colvin en un astuto análisis para Fortune, el candidato Biden siguió una antigua práctica de consultoría de gestión al vestirse como los clientes, pero un poco mejor.
Aparte de los debates, el uniforme preferido del candidato Biden era una chaqueta azul marino, pantalones de otro color (a menudo de franela gris) y una camisa abotonada de cuello abierto y a rayas. Si se profundiza en los detalles, su calzado podría considerarse ocasionalmente demasiado elegante: los “Joes” normales no suelen llevar mocasines para conducir. Sin embargo, las gafas de sol polarizadas que hicieron que el veterano analista político Mark Shields se quejara de que el país necesitaba ver “menos a ‘Joe, el de los lentes de aviador’ y más a ‘Joe, el de Scranton’” no parecieron molestar a los votantes e incluso pueden haber ayudado a desviar la atención del hecho evidente de que, si era elegido, Biden se convertiría en el hombre más viejo de la historia en asumir la presidencia.
Entonces Biden ganó. Y casi inmediatamente su atuendo cambió. Incluso antes del confinamiento pandémico, el uniforme de 400 años que es el traje de un hombre estaba en problemas. (“Ya casi no vemos a nadie con traje, salvo en una boda, un funeral, en un tribunal o si es un político”, dijo Reid). Sin embargo, como los asesores de Biden son claramente conscientes, no hay ningún marcador sartorial de autoridad y estatus que se lea más claramente que un traje. Y, desde el momento en que The Associated Press declaró a Biden vencedor, rara vez se lo ha visto con otra cosa que no sean trajes de color oscuro llevados con camisas blancas nítidas (con botones en los puños) corbatas a rayas y zapatos oscuros de cordones.
“Lo que me gusta es que sus trajes están impecablemente a la medida”, dijo el diseñador de ropa masculina Todd Snyder. “Donde muchos hombres suelen llevar una talla demasiado grande, Biden es un buen ejemplo de exactamente cómo se debe usar un traje”.
“Sus pantalones tienen la proporción perfecta y la cantidad justa del largo”, añadió, refiriéndose a ese punto en el que el dobladillo del pantalón se encuentra con la parte superior de los zapatos. No hay más que observar los errores de estilo en los Premios de la Academia para saber que ni siquiera la ayuda de los mejores diseñadores y estilistas del mundo garantiza que tipos tan aventajados como Brad Pitt o Denzel Washington acierten en esta parte.
“Ostenta una silueta tan elegante”, dijo Michael Sebastian, editor de Esquire. “Y eso hace varias cosas. Le da la apariencia de ser mucho más joven de lo que es. Y comunica algo importante sobre su estilo de gobierno”. Es decir, dijo Sebastian, Biden parece que llegó listo para trabajar.
4. Es decir, se ve presidencial
Si la ropa, como señaló Colvin, es un lenguaje, el mensaje de Biden es de dominio físico y seguridad firme. Aunque durante la campaña fue bastante fácil para su oponente hablar de un “Biden del sótano” que se escondía en su sala de recreo en un sillón reclinable, la evidencia física sugiere que es más probable que Biden haya estado sumando kilómetros en su bicicleta Peloton.
“Es evidente que está en forma para un tipo de cualquier edad, y eso nunca está de más cuando se trata de vestir”, dijo Snyder.
Desde el día de la toma de posesión, la ropa que ha usado el presidente Biden tiende a ser trajes formales de un solo botón en colores oscuros sólidos (diseñados por Ralph Lauren para la toma de posesión y desde entonces por diseñadores que la Casa Blanca no identifica); corbatas generalmente de color azul demócrata, aunque en ocasiones vuelven a ser de rayas, pero las rayas suelen ir de la parte superior derecha a la inferior izquierda del portador, a la manera estadounidense (las rayas al estilo inglés de Barack Obama se inclinan en la otra dirección); y zapatos suavemente pulidos.
Por supuesto, hay elementos que pueden interpretarse como elitistas, como el Rolex Datejust de acero inoxidable que, como mi colega Alex Williams molestó a algunos liberales por notarlo, Biden llevó a su juramento. (Los presidentes Clinton y Bush preferían Timex; los relojes de Obama eran de Shinola).
5. Hizo historia al usar equipo de protección personal
El símbolo más potente que ha usado Biden, sin duda, ha sido la mascarilla protectora que provocó burlas en la campaña, pero que puede haber sido decisiva para que fuera elegido.
6. La anatomía sigue siendo el destino
Sin duda, es el cuerpo dentro de la ropa y el porte del presidente lo que más importancia tiene a la hora de observar el estilo del presidente Biden. Tanto por su ostentosa jovialidad como por la rectitud militar de su porte, parece decidido a disipar las dudas sobre un hombre de su edad que lleva el peso de la presidencia, al tiempo que sugiere la preparación física y un aura de firme autoridad.
“No necesita un power suit para proyectar poder”, dijo Valerie Steele, directora y conservadora jefe del Museo del Instituto Tecnológico de la Moda, recordando los trajes Brioni de 6000 dólares de Donald Trump. “Es de la vieja escuela en el sentido de que viste con una ropa y de una manera que es respetuosa con el trabajo y con nosotros como estadounidenses. La gente de la generación de mi padre lo habría entendido instintivamente”.
En ese sentido, las austeras elecciones de vestuario del presidente Biden son un salto atrás. “Su ropa es como un uniforme que te dice que entiende el trabajo y que lo realiza al servicio de ustedes como ciudadanos”, dijo Steele. En una época en la que los límites entre lo público y lo privado están muy erosionados, y en la que vestirse como un bebé adulto en público es más la norma que la excepción, resulta reconfortante ver a una figura presidencial inequívocamente adulta.
7. Y Doug
Hay, por supuesto, otro hombre en el centro de la vida política estadounidense. Se trata de Douglas Emhoff, el marido de la vicepresidenta Kamala Harris: exabogado de entretenimiento, esposo devoto, adorable sex-symbol con barriguita para una ferviente y creciente base de fans que usa la etiqueta #DougHive.
Emhoff no es el primer cónyuge político masculino, pero sí el primer segundo caballero de la historia. (Miren las camisetas). Y aunque es demasiado pronto para leer las runas del funcionamiento de una relación que rompe de manera tan obvia con la tradición de la Casa Blanca, está claro que en este punto del gobierno de Biden, Emhoff está contento de estar detrás de la primera mujer, la primera afroestadounidense y la primera indio-estadounidense vicepresidenta. Aparte de un traje de Ralph Lauren que usó en la toma de posesión, representa el papel de la costilla de Eva con camisetas de “Kamala” y gorras con el logotipo de los bisontes del equipo de fútbol americano de la Universidad de Howard, el alma mater de Harris.
Si el príncipe Felipe será recordado como el “vasallo en cuerpo y alma” de la reina Isabel, Emhoff puede pasar a la historia como el porrista en jefe de la vicepresidenta Harris.