Mientras unos pasaron el año de la pandemia creando platillos saludables o pedaleando en sus bicicletas estacionarias durante horas, muchos otros lidiaron con su ansiedad y aburrimiento de maneras mucho menos saludables
Tal vez fue la pizza congelada. O las galletas saladas de “queso” que estuvo comiendo de manera mecánica mientras trabajaba desde casa durante el último año. O esas malditas galletas dulces.
Como haya sido, Jessica Short se paró en la báscula esta primavera y vio que pesaba 11 kilogramos más que antes de la pandemia.
“Tuve que salir de la casa varios días seguidos y entonces me di cuenta de que ninguno de mis pantalones me quedaba”, dijo Short, de 39 años, asistente de un programa de conservación en Lansing, Míchigan.
Decidida a no comprar todo un guardarropa nuevo, a inicios de abril, Short se inscribió a su primer programa de pérdida de peso. En tres semanas, había bajado 2,5 kilogramos usando la aplicación Noom.
“Mi meta es bajar los 11 kilos”, dijo.
Mientras unos pasaron el año de la pandemia creando platillos saludables o pedaleando en sus bicicletas estacionarias durante horas, muchos otros lidiaron con su ansiedad y aburrimiento de maneras mucho menos saludables. Se pasaron la pandemia sentados en sus sofás, usando ropa deportiva holgada, bebiendo chardonnay y comiendo Cheetos.
Ahora, conforme las temperaturas ascienden en todo el país y la gente se aventura a salir de casa y andar en público o regresar a la oficina, muchos quieren deshacerse de sus kilitos pandémicos.
El deseo de perder ese peso se traduce en ganancias para la industria de las dietas. En los últimos meses y semanas, las compañías que venden planes para la pérdida de peso han visto incrementos en la cantidad de nuevos clientes.
La empresa privada Noom, que ofrece planes personalizados en su aplicación que cuestan desde 59 dólares al mes, ha visto cómo su aplicación se ha descargado casi cuatro millones de veces en Estados Unidos durante el último año, al punto de que ahora es una de las aplicaciones de salud y bienestar más descargadas, según Apptopia. Del mismo modo, WW International, antes conocida como Weight Watchers, reportó la semana pasada que tenía 4,2 millones de suscriptores digitales, un incremento del 16 por ciento respecto al año anterior, debido sobre todo a que el acceso a muchos de sus estudios en todo el mundo estuvo restringido.
Y Medifast, que cotiza en bolsa y gestiona un plan de entrenamiento y sustitución de comidas llamado Optavia, proyectó la semana pasada que sus ingresos superarían los 1400 millones de dólares este año, el doble que en 2019. La demanda es tan alta que los clientes están reportando retrasos en sus pedidos y escasez de los productos populares, y en eBay se han librado guerras de pujas por los bocadillos agotados. La semana pasada, un lote de 10 galletas dulces de arándanos de Optavia se vendió en eBay por 99 dólares con envío, por ejemplo, y 14 paquetes de batidos Caramel Macchiato se vendieron por 94 dólares.
Si bien el movimiento de positividad corporal ha ganado tracción y la pandemia ha afectado mucho a la industria de las dietas, sobre todo durante el año pasado, esta sigue siendo una maquinaria de 61.000 millones de dólares que cada año atrae a millones de estadounidenses, según la firma de análisis Research and Markets.
Muchas de estas compañías evitan usar aquella temida palabra de cinco letras —DIETA— para describir lo que venden, en cambio prefieren usar frases más de moda como “salud” y “bienestar” para promover sus programas.
“Vemos que el COVID está acelerando tendencias en torno a la salud y el bienestar que ya existían y persistirán mucho tiempo, y también creemos que el deseo de llevar un estilo de vida más saludable y priorizar la salud serán permanentes”, comentó una vocera de Noom en una declaración.
Está claro que muchas personas subieron de peso durante la pandemia. Un estudio pequeño sobre individuos que vivieron bajo órdenes de confinamiento encontró que los participantes subieron más de 250 gramos cada 10 días. Si hubieran seguido viviendo bajo las mismas condiciones que en el confinamiento, podrían haber subido 9 kilogramos al cabo de un año, concluyeron los autores del estudio, publicado en marzo en la revista arbitrada JAMA Network Open.
Aun así, los críticos de muchos de los programas populares de pérdida de peso mencionan que si bien es probable que la gente baje de peso si sigue los estrictos lineamientos de los planes de sustitución de alimentos, en el caso de muchas personas esos kilos con el tiempo regresarán.
“Si tienes que ir a una boda en dos semanas, un programa de sustitución de alimentos, por ejemplo, puede ser útil”, expresó Susan Roberts, profesora de nutrición en la Facultad Friedman de Políticas y Ciencias de la Nutrición, de la Universidad Tufts y profesora de psiquiatría en la Facultad de Medicina de la misma universidad. “El problema es que no entrenan a la gente sobre cómo alimentarse una vez que acaba el programa, así que es bastante común volver a subir ese peso”.
Roberts desarrolló su propia dieta para bajar de peso, llamada la dieta Instinct, que busca volver a entrenar el cerebro de las personas en lo que se refiere a la alimentación. Afirma que con su plan los participantes logran la pérdida de peso reduciendo el hambre y los antojos insanos.
Pese a las críticas, muchas personas que están emergiendo de la pandemia y se preparan para regresar al mundo están recurriendo a la industria de las dietas en busca de ayuda.
Luego de pasar gran parte del año pasado encerrada en su apartamento de Austin, Texas, estudiando para su doctorado en enfermería por la Universidad de Oklahoma, Brenda Olmos, de 31 años, se dio cuenta de que las entregas constantes de comida a domicilio y los bocadillos que había estado comiendo resultaron en unos 7 kilos de más. A inicios de abril, se inscribió al plan Optavia y no tardó en bajar 2 kilogramos.
“Había intentado los ayunos intermitentes, pero no podía dejar de pensar en comida porque no podía tenerla”, dijo Olmos. “Intenté la dieta keto, pero no podía dejar de pensar en carbohidratos. Me estoy dando seis meses para bajar 13 kilos”.