Ahora, los empleadores privados, los restaurantes y los lugares de entretenimiento están buscando maneras de hacer que los vacunados se sientan como vips, tanto para proteger a los trabajadores como a los invitados.
En Fort Bragg, los soldados que han recibido sus vacunas contra el coronavirus pueden ir a un gimnasio donde no se requieren mascarillas, ahí no hay límites sobre cuántas personas pueden estar haciendo ejercicio. Las cintas de correr están encendidas y a toda velocidad, a diferencia de las de otros 13 gimnasios en los que las tropas no vacunadas no pueden usar las máquinas, todos deben llevar mascarillas y se mantienen las restricciones sobre cuántos pueden utilizar el banco para levantar pesas en cada turno.
Dentro del Estadio de los Dodgers, en Los Ángeles, donde no hace mucho tiempo las filas serpenteaban con kilómetros de personas que buscaban vacunas contra el coronavirus, existe una zona de asientos especiales que permite a los que están completamente vacunados disfrutar de los juegos junto a otros aficionados.
Cuando Bill Duggan vuelva a abrir Madam’s Organ, su legendario bar de blues en Washington, D. C., no permitirá que la gente trabaje, beba o toque música a menos que puedan demostrar que han recibido su inyección. “Tengo un saxofonista que es de los mejores del mundo. Él estaba aquí el otro día, y le dije: ‘Walter, mira bien a tu alrededor porque no volverás a entrar aquí a menos que te vacunes’”.
Evite y Paperless Post están viendo un gran aumento en los organizadores que solicitan que sus invitados estén vacunados.
Mientras Estados Unidos presiona con sutileza a aquellos que aceptarían voluntariamente ser vacunados, los gobiernos, las empresas y las escuelas han estado extendiendo la estrategia del palo y la zanahoria —o más bien de las donas, cervezas y tartas de queso— para impulsar a los rezagados. Algunos, incluso, han ofrecido dinero contante y sonante: en Ohio, el gobernador Mike DeWine llegó a decir esta semana que el estado daría a cinco personas vacunadas un millón de dólares a cada una como parte de un programa de la lotería semanal.
El jueves, los funcionarios de salud federales ofrecieron el máximo incentivo para muchos cuando recomendaron que los estadounidenses que estén completamente vacunados pueden dejar de usar mascarillas.
Ahora, los empleadores privados, los restaurantes y los lugares de entretenimiento están buscando maneras de hacer que los vacunados se sientan como vips, tanto para proteger a los trabajadores como a los invitados, y posiblemente para convencer a los que aún no han decidido vacunarse.
Cuando llegue el verano, el país podría dividirse cada vez más entre aquellos a los que se les permite ver deportes, asistir a clases, cortarse el pelo y comer parrilla con otros, y aquellos que se quedan rezagados por no haberse vacunado.
El acceso y privilegio entre los vacunados, tal vez, impere en un futuro próximo, en espacios públicos y privados.
“La conclusión es esta interesante cuestión de la concepción de nuestra sociedad”, dijo el doctor Tom Frieden, exdirector de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y artífice de una prohibición de fumar y un programa de control de la tuberculosis en la ciudad de Nueva York, los cuales de alguna manera incluyeron ciertos mandatos. “¿Estamos conectados de alguna manera importante o no?”.
El requisito de la vacuna para asistir a la escuela o participar en el ejército no es un concepto nuevo. Pero como las tres vacunas contra el coronavirus que se ofrecen en Estados Unidos aún no han recibido la aprobación completa de la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, por su sigla en inglés), el ejército se ha negado a insistir en la inoculación. Por su parte, los distritos escolares públicos no pueden tomar medidas hasta que las vacunas estén disponibles para la mayoría de los niños. La FDA acaba de otorgar una autorización de uso de emergencia a Pfizer esta semana para niños de 12 a 15 años.
Pero, incluso, sin una medida, una ligera persuasión puede parecer una fuerte insistencia. El Ejército ha estado alentando enérgicamente la vacunación entre las tropas. La aceptación ha sido baja en algunas ramas, como la Infantería de Marina, y solo el 40 por ciento ha recibido uno o más dosis. En Fort Bragg, una de las instalaciones militares más grandes del país y entre las primeras en ofrecer la vacuna, poco menos del 70 por ciento ha recibido alguna dosis de la vacuna.
Un pódcast diseñado para eliminar la desinformación—una creencia errónea común es que las vacunas afectan la fertilidad— se reproduce en la base. Además de la libertad de usar su gimnasio, los soldados vacunados ahora pueden comer en grupos a su gusto, mientras que los no vacunados miran mientras toman su comida y se van.
Con los soldados, los expertos “conversan con los que se niegan en lugar de tratarlos con desprecio”, dijo el coronel Joseph Buccino, portavoz de Fort Bragg.
Aún así, los inflexibles se convierten en obstáculos. Para una misión reciente a Europa, un puñado de tropas no vacunadas tuvo que ser remplazado por los que habían recibido la vacuna, debido a las reglas de cuarentena en los países de ese país. “Lo que tenemos que hacer es restaurar la disposición”, dijo Buccino.
La segregación de los no vacunados y la limitación del acceso a gimnasios y comedores no eran medidas destinadas específicamente a vacunar a los soldados, dijo, “pero hay un incentivo”.
El sector privado, a veces con el estímulo del gobierno, también está tratando de hacer la vida un poco más agradable para los vacunados, enfatizando los privilegios —en lugar de los supuestos quebrantamientos a la libertad— otorgados por la protección de las vacunas.
Es temporada de béisbol, y los fanáticos han clamado por un regreso a la normalidad, a un lugar donde la palabra “ola” solía significar algo más que la próxima oleada del coronavirus. Las Grandes Ligas de Béisbol están promoviendo fuertemente las vacunas, y los estadios se han convertido en una nueva línea de demarcación, donde las secciones de las personas vacunadas se destacan con beneficios similares a los de los palcos vip.
The Bayou, un restaurante en Salt Lake City, abrirá sus puertas solo para aquellos que hayan recibido sus dosis, según Mark Alston, uno de los propietarios.
“Todo fue impulsado por el hecho de que trabajo en el Bayou los siete días de la semana”, dijo. “No trabajo desde una oficina cómoda y envío al personal a trabajar en condiciones inseguras, sino que trabajo allí junto a ellos”.
La política de “solo vacunados” ha inundado su correo de voz con mensajes rencorosos. “Uno en particular nos acusa de dirigir una especie de culto pedófilo cervecero”, dijo. “Es un poco desquiciado”.
Incluso los ciudadanos particulares están implementando la práctica en sus hogares. Un portavoz de Evite dijo que 548.420 personas habían recibido invitaciones en línea a eventos que mencionaban “completamente vacunados” o que usaban otros términos relacionados con la vacuna desde el 1 de marzo de 2021, y se habían enviado invitaciones con el término exacto “completamente vacunado” a 103.507 personas. Una empresa similar, Paperless Post, ha creado diseños de invitación específicos pensando en las personas vacunadas, quienes solo deben confirmar su asistencia.