Lakpa Sherpa ha escalado el Everest siete veces. Pero esta temporada 2021, marcada por la epidemia de covid-19, el rechazo de las autoridades nepalesas a admitir los contagios y dos ciclones que han impedido las ascensiones, es sin duda la más difícil de su carrera como guía.
“Esta temporada ha sido muy difícil. Ya trabajábamos bajo presión por el covid y el (mal) tiempo nos ha traicionado”, explica a la AFP este organizador de expediciones.
Este año, los candidatos a la ascensión de la cima más alta del mundo (8.848,86 metros) fueron muy numerosos, después de que todo quedara anulado en 2020.
Nepal entregó en 2021 un número récord de 408 permisos de ascensión y suavizó las normas de cuarentena con la esperanza de atraer a más alpinistas. Pero no puso en marcha ningún plan preciso para detectar, aislar o controlar el aumento de contagios de covid-19.
Pocas semanas después del inicio de esta temporada, un alpinista noruego, Erlend Ness, confirmó que se encontraba mal en el campamento base y dio positivo al covid-19 en Katmandú tras ser evacuado. Le siguieron otros casos de contagio.
Pese a ello, Lakpa Sherpa decidió mantener las expediciones que su agencia Pioneer Adventure tenía previsto con 23 clientes.
El breve plazo de buenas condiciones meteorológicas para subir al Everest coincidió con una segunda ola epidemiológica en Nepal, especialmente virulenta, con más de 9.000 infecciones diarias en mayo.
“Antes, había los ataques de tos, los resfriados corrientes y el riesgo de las avalanchas y las fisuras. Pero este año, el peligro está en el hecho que, en caso de infección de covid, no se es capaz de subir ya que (esta enfermedad) hace difícil respirar y causa cansancio”, explica el guía Mingma Dorji Sherpa.
– “Muy enfermo” –
Dos alpinistas islandeses, Sigurdur Sveinsson y Heimir Hallgrímsson, llegaron a la cima pese a haber contraído la enfermedad.
Tras haber alcanzado los 7.000 m, empezaron a toser y sospecharon que se habían contagiado, pero prosiguieron su expedición hasta la cumbre. Los síntomas se agravaron en el descenso.
“En el campo 2, los dos estábamos muy enfermos, con tos, dolor de cabeza y cansancio (…) Teníamos que descender lo más rápido posible”, dijeron el jueves.
Ambos dieron positivo cuando llegaron al campamento base y fueron aislados en su tienda de campaña.
Aunque los casos iban aflorando, las autoridades nepalesas siempre se han negado a reconocer la existencia de contagios en el Everest.
El organizador Lukas Furtenbach, el primero en anular su expedición debido a la situación sanitaria, considera que el gobierno nepalés tendría que prolongar la validez de los permisos de ascensión, que valen 11.000 dólares, de sus clientes.
“Nepal invitó a las expediciones extranjeras y nos garantizó la seguridad con relación al covid (…) Mis clientes no se sentían seguros en el campamento base”, dice.
El sector del alpinismo criticó mucho al gobierno nepalés por haber continuado autorizando las ascensiones.
“No hay excusas para las mentiras flagrantes, las negaciones y los disimulos del (gobierno) esta temporada”, afirmó el viernes el bloguero especializado en la montaña Alan Arnette.
– Tormenta de nieve –
La anulación de la temporada el año pasado supuso una gran pérdida para la economía de Nepal, un país que depende mucho del turismo.
Además de la pandemia, dos ciclones sacudieron India en mayo y limitaron el acceso al techo del mundo.
La semana pasado, cuando el segundo ciclón alcanzó el territorio indio, se produjo una gigantesca tormenta de nieve en el Everest que sepultó las tiendas de los últimos candidatos a la ascensión.
El número total de alpinistas que consiguieron llegar a la cima este año todavía no se ha publicado, pero el ministerio de Turismo estima que son unos 400, frente a los 644 en 2019.