Una larga lista de estrellas del cine francés, con Alain Delon al frente, despidió este viernes al actor Jean-Paul Belmondo en la iglesia de Saint-Germain-des-Près de París, donde se celebró el funeral.
La ceremonia, reservada para la familia de Belmondo y los allegados, no fue retransmitida, pero un numeroso público se congregó a la entrada del templo, comprobó la AFP.
Jean-Paul Belmondo, leyenda del cine francés, falleció el pasado lunes a los 88 años, tras seis décadas de carrera rutilante. El presidente francés, Emmanuel Macron, encabezó un homenaje nacional solemne, el jueves en los Inválidos de París.
El público que acudió este viernes a Saint-Germain-des-Près aplaudió durante cuatro minutos la llegada del féretro de “Bébel”. Y una vez dentro de la iglesia, a iniciativa del director de cine Claude Lelouch, los presentes volvieron a saludar con aplausos emocionados los restos del intérprete de películas como “Sin Aliento”.
“Bébel” “Bébel” gritaron algunos de los fans presentes, que habían acudido a partir de las 08H00, comprobó la AFP.
La estrella más destacada fue Alain Delon, el galán durante décadas y compañero fiel de Belmondo en numerosas películas. Con ayuda de una muleta, visiblemente envejecido, Delon (tres años más joven que Belmondo) llegó acompañado de su hijo Anthony.
La multitud lo saludó con fervor. “La presencia de Alain Delon es reconfortante, nos ayuda a no estar totalmente tristes”, afirmó Rita, una de las personas presentes detrás de las barreras de seguridad.
Otras personalidades presentes: los actores Pierre Richard, Jean Dujardin, Béatrice Dalle, Véronique Jannot, Danny Boon, y además Thierry Frémaux, delegado general del Festival de Cannes, o Luis Fernández, ex entrenador del PSG.
“Siempre veíamos sus películas, en familia, nos ha acompañado” a través de los años, explicó Véronique Lamirel, de 62 años, una consejera bancaria que se tomó la mañana para acudir ante la iglesia.
El homenaje nacional a Belmondo del jueves se celebró en el Patio de Honor de los Inválidos, con banda militar y un discurso del presidente Macron, que recordó que Belmondo encarnó a una Francia “feliz”, y que todos los franceses pudieron sentirse encarnados en su sonrisa y simpatía.
