David: ayer y hoy

David: ayer y hoy
A más de medio siglo de aquella tranquila escena, el Parque de Cervantes se ha convertido en un espacio con una gran fuente luminosa, que atrae a propios y extraños. Foto, Henry G. Kinkead M.

Antes, en diciembre, el Parque de Cervantes estaba rodeado por unas verjas de metal, que ahora protegen los alrededores de la escuela José María Roy. Había retretas, donde se podía apreciar a los músicos al ejecutar piezas clásicas, populares o villancicos.

Hay varias cosas que han cambiado, paulatinamente, a través del paso del tiempo.

Por ejemplo, las actividades en el mes de diciembre.

El Parque de Cervantes estaba rodeado por unas verjas de metal, que ahora protegen los alrededores de la escuela José María Roy, en la Plaza del Retiro.

Había retretas, donde se podía apreciar a los músicos al ejecutar piezas clásicas, populares o villancicos.

Se tenía la costumbre de que las damas caminasen en una dirección y los hombres en sentido contrario, de manera que las miradas pudiesen intercambiarse, en ese breve instante.

En las aceras se instalaban mesas, cubiertas con el mantel de tela o la carpeta de colores.  Los adornos eran guirnaldas confeccionadas en el hogar, con papel crespón.  Otras eran hechas con las pencas de coco, al natural, o con diseños.

Los productos a la venta eran dulces caseros entre los cuales se podían encontrar cocadas, huevitos de faltriquera, roscas de pan de huevo, merengues, mermeladas.

No podía faltar un paseo en el coche del señor Simón, tirado por un caballo.

La Iglesia de la Sagrada Familia tenía dos filas de columnas, que adornaban y soportaban el techo.

En la columnata de la derecha, estaba el atrio, al cual se subía por una escalinata.  Desde allí el párroco tenía el lugar para desarrollar el sermón.  Y vaya sermones los de esos tiempos.

Entre las bancas y el altar, se levantada una balaustrada que dividía el área de los fieles y el espacio destinado para el sacerdote y el sacristán.

Para tiempos de navidad, se confeccionaba un gran nacimiento, hacia la izquierda.  Comenzaba en la balaustrada y llegaba hasta el altar de ese lado.

A más de medio siglo de aquella tranquila escena, el Parque de Cervantes se ha convertido en un espacio con una gran fuente luminosa, que atrae a propios y extraños.  Aquellas mesas con guirnaldas caseras han sido reemplazadas por toldas comerciales, con instalaciones eléctricas y otros adelantos.  Los platillos y conservas han sido relegados para dar paso a productos comestibles con sello de franquicias extranjeras.

¿Qué otras cosas y costumbres van a cambiar, en aras de la modernidad?

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