Vicente Fernández sabía cómo llegarle a tu corazón roto

Vicente Fernández sabía cómo llegarle a tu corazón roto
Vicente Fernández cantando en el Madison Square Garden de Nueva York, el 4 de octubre de 2008. Foto, Michael Nagle/The New York Times.

Durante generaciones, las canciones de Fernández, a menudo dolorosas, han servido de alivio para los afligidos. A lo largo de una carrera de seis décadas, Fernández, la superestrella mexicana de la música ranchera, grabó cientos de canciones y decenas de discos.

Después de cuatro años de noviazgo, esto es lo que le pasó a Art Castillo: sentado a solas en su camioneta azul en Waco, Texas, escuchaba a su novia por el altavoz. Ella le dijo que su noviazgo a larga distancia no estaba funcionando. Ya tenía a otro hombre. La relación se había terminado.

“Colgué y puse a Vicente Fernández”, narró Castillo, de 30 años. Puso “La cruz de tu olvido”, en la que Fernández cantaba a gritos: “Al mirar la maldad en tus ojos, comprendí que jamás me has querido”. La tocó más fuerte, una y otra vez, hasta que terminó de llorar.

“Con sus canciones”, dijo Castillo, “sientes la letra”.

Durante generaciones, las canciones de Fernández, a menudo dolorosas, han servido de alivio para los afligidos. A lo largo de una carrera de seis décadas, Fernández, la superestrella mexicana de la música ranchera que murió el domingo a los 81 años, grabó cientos de canciones y decenas de discos, cantándole al amor no correspondido, a las parejas despreciadas y al romance apagado.

En esa época, Fernández, a quien millones de personas conocían como Chente, se convirtió en un faro para los corazones rotos, un hombre al que podías escuchar cuando el amor se ha acabado y todo lo que quieres (además de, quizás, un poco de tequila) es el rasgueo de las guitarras, trompetas armoniosas y alguien que les dé voz a tus sentimientos más íntimos.

“Para muchas personas de ascendencia mexicana, su voz es su hogar”, afirmó Rachel Yvonne Cruz, profesora de estudios mexicano-estadounidenses y especialista en música de la Universidad de Texas, en San Antonio.

Eso explica por qué tanta gente, sobre todo latina, recurre a él cuando está triste, dijo.

“Cuando Vicente Fernández cantaba, expresaba todas esas emociones que guardamos dentro: ese llanto silencioso, ese grito silencioso que se produce cuando tienes el corazón roto, cuando ya no puedes más”, dijo Cruz. “Y cuando lo escuchabas, podías tener esa descarga que necesitabas”.

¿Quién le rompió el corazón a Fernández? Eso sigue siendo un misterio curioso entre sus fanáticos. Se casó con María del Refugio Abarca Villaseñor cuando tenía veintitantos y siguieron juntos hasta su muerte.

No obstante, sin importar cómo se le haya roto el corazón, sus fanáticos dicen que su tristeza se reflejaba en sus letras.

En un marco, pondré tu retrato

Y en mi mano, otra copa de vino

Así canturrea en “Tu camino y el mío”.

Esa fue la canción que le ayudó a Fernanda Aguilera.

“Había estado con alguien desde la preparatoria, creo, y entonces piensas: ‘Bueno, esta va a ser la persona indicada”, dijo Aguilera, de 27 años, originaria de San Antonio, pero cuando llegó la universidad y tomaron caminos separados, se dio cuenta de que la relación “era solo una ilusión mía”.

Puso “Tu camino y el mío”, y recordó haber pensado: “Esto es exactamente lo que siento, pero nunca pude encontrar las palabras… y es como si él las hubiera reunido por mí”.

En una fría noche de marzo en Oxnard, California, un desconsolado Jaime Tapia tomó unas cervezas, invitó a un amigo a su casa y puso una lista de reproducción de Vicente Fernández. Tapia tenía 19 años. Él y quien había sido su novia durante cuatro años habían decidido terminar su relación esa misma noche.

Así como Fernández había enfrentado al desamor en las películas (sobre todo con alcohol, miradas en penumbras a media distancia y amigos que le aseguraban que estaría bien), Tapia y su amigo siguieron bebiendo cerveza sentados en el cofre de sus autos.

“Solo nos quedamos dormidos, mirando las estrellas”, dijo. Estaba solo y borracho por primera vez en su vida.

“Muchas de las canciones de las que habla Chente tratan de rupturas, de estar en una cantina, de cosas como esas”, afirmó Tapia. “Así que, aunque te sientas triste en ese momento, te sientes bien por estar con un amigo y porque no estás solo”.

La música ranchera “puede describirse como una exposición cantada de nuestras emociones más sinceras”, explicó Mónica Fogelquist, profesora de mariachi y etnomusicología en la Universidad de Texas, en Austin.

“En la cultura mexicana, se supone que los hombres son fuertes, valientes, orgullosos y desprovistos de cualquier sentimiento”, dijo. “No lloran ni expresan su vulnerabilidad, incluida la tristeza por desamor; sin embargo, a través de la música, todas las emociones no expresadas o prohibidas tienen la libertad de salir”.

Las personas han utilizado las melodías románticas de Chente para intentar recuperar a una pareja distanciada a través de serenatas, un mensaje musical de amor entregado por un grupo de mariachis frente a la ventana de la persona amada, una tradición que Fernández popularizó en las películas.

“Es bastante popular; nos han contratado un par de veces para ayudar a reconquistar a esa persona”, señaló Giovanni García, quien dirige el Mariachi Estrellas de Chicago. García añadió: “En un par de ocasiones nos han dicho: ‘Ay, ahorita estoy regañado y espero que esto me ayude’”.

Jesús Gutiérrez, de 37 años, de Chicago, dijo que su padre solía cantarle “Hermoso cariño” de Fernández a su madre, Juana, cuando eran novios en Guanajuato, México. Ella solía avergonzarse al contar la historia, dijo Gutiérrez, porque su padre, Nicolás, “no era buen cantante”.

Pero tal vez haya funcionado, dijo, porque se casaron, tuvieron hijos y escucharon música ranchera juntos durante décadas. Ella guardaba casi todos sus discos de vinilo de Chente y gritaba cada palabra de sus desgarradoras canciones en sus conciertos, recordó su hijo.

En 2019, Juana Gutiérrez falleció, y las canciones de Chente pasaron a representar un nuevo tipo de tristeza para Gutiérrez. Dijo que ya no podía tocar algunas de las canciones favoritas de su madre porque “es demasiado”.

No obstante, el domingo, cuando se enteró de que Fernández había muerto, supo enseguida cómo iba a pasar la noche: del mismo modo que él y muchos otros habían superado sus primeras rupturas y despedidas.

Recorrió su lista de reproducción hasta encontrar “Hermoso cariño”.

Precioso regalo

Del cielo ha llegado

Y que me ha colmado de dicha y amor

“Precioso regalo, del cielo ha llegado”, cantaba Fernández. “Y que me ha colmado de dicha y amor”.

 

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