El aire hecho perfume

El aire hecho perfume
Air Co., una empresa emergente con 4 años de antigüedad que usa dióxido de carbono en todos los productos que crea, ha demostrado que esa alternativa es prometedora. Su creación más reciente es un perfume —Air Eau de Parfum— y la primera fragancia que se elabora principalmente con aire. Foto, Jiayi Li/The New York Times.

Air Co. transforma el dióxido de carbono en una forma muy pura de etanol. Y cuando se le agregan agua y aceite de fragancia, el resultado es un perfume hecho primordialmente del aire.

Las emisiones de carbono —el derivado maligno de tantas industrias— son los gases de efecto invernadero más responsables del cambio climático. Las emisiones tienen un papel clave en nuestros patrones de clima extremo y en muchas de las catástrofes ambientales generales que cada vez son más frecuentes.

Aunque nuestros líderes mundiales están sosteniendo un debate muy largo sobre limitar el dióxido de carbono que se vacía sin restricciones en la atmósfera, capturarlo y reutilizarlo es otra opción. Y Air Co., una empresa emergente con 4 años de antigüedad que usa dióxido de carbono en todos los productos que crea, ha demostrado que esa alternativa es prometedora. Su creación más reciente es un perfume —Air Eau de Parfum— y la primera fragancia que se elabora principalmente con aire.

Los perfumes tienen una base de alcohol, el cual, cuando se combina con un poco de agua y una proporción determinada de aceite de fragancia, se convierte en la esencia que te rocías en los puntos de pulso para irradiar el aroma que deseas. El alcohol etílico (o etanol) es el que más se usa porque es barato, tiene un olor neutro y se evapora rápidamente, por eso sirve como un transporte eficaz para el aceite de fragancia.

Lo que logra hacer Air Co. es transformar el dióxido de carbono en una forma muy pura de etanol. Y cuando se le agregan agua y aceite de fragancia, el resultado es un perfume hecho primordialmente del aire.

“Creemos que los productos son uno de los mejores mecanismos para educar a la gente sobre una narrativa mucho más importante y esa es el cambio climático”, escribió en un correo electrónico Gregory Constantine, fundador y director ejecutivo de la empresa. “Cuando puedes crear productos tangibles, es más fácil que la gente entienda el poder de la tecnología y lo que podemos hacer con nuestra tecnología de conversión de carbono”.

El responsable de desarrollar esa tecnología fue Stafford Sheehan, fundador y director tecnológico de Air Co. Después de reunirse en 2017, Sheehan y Constantine hicieron equipo para reutilizar el gas de efecto invernadero más abundante (el dióxido de carbono) y convertirlo en productos que no fueran dañinos para el planeta.

Air Eau de Parfum es el tercer producto para el consumidor que fabrica la empresa. Comenzó con destilados —un vodka en 2019— y luego un atomizador desinfectante en 2020, el año de las manos desinfectadas.

Joya Studio, un estudio de diseño en Nueva York que se especializa en perfumes hechos a la medida, fue el encargado de la fórmula y la mezcla del perfume. Fresco y vigorizante, evoca un rayo de sol que atraviesa una nube, con un toque mineral de rocío marino.

Suena al título de un documental sobre la naturaleza de la BBC y esa es un poco la idea.

“Queríamos permitirle a la gente reconectar con el exterior y con la naturaleza, sobre todo después de pasar tanto tiempo dentro de casa durante la pandemia”, comentó Constantine en el correo electrónico, donde hizo notar que el aire, el agua y el sol son los elementos que constituyen su tecnología. Pensemos en esos elementos como el distintivo aromático de la marca.

Si buscas un análisis más tradicional de la fragancia, la esencia tiene notas altas de hoja de higuera y cáscara de naranja, con notas de corazón de jazmín, violeta y agua fresca en el medio, y almizcle polvoriento y tabaco en la base.

La fragancia no está dirigida a un género específico. Está disponible para reservar en aircompany.com (220 dólares por 50 mililitros) y la empresa planea enviar los pedidos a inicios de 2022.

Air Co. es lo que Constantine llama “agnóstica de fuente”, es decir que obtiene su CO2 de varios proveedores, así como de la captura directa de aire. Uno de esos socios es una planta de alcohol industrial en Nueva York, la cual recolecta el dióxido de carbono (que de otra forma se liberaría a la atmósfera) generado por sus procesos de fermentación. Ese CO2 se enfría, presuriza, licúa y empaca en tanques antes de transportarse a una de las plantas de Air Innovation de Air Co.

Constantine explicó que una botella de Air Eau de Parfum utilizaba unos 56 gramos de CO2, lo cual da como resultado una eliminación neta de 36 gramos del ambiente cuando se considera el proceso de fabricación, incluidas las emisiones del ciclo de vida de la electricidad renovable, el equipo de producción y la captura del dióxido de carbono.

Por más agradable que sean un perfume y una bebida alcohólica sustentables desde el punto de vista ambiental, se podría sugerir que tal vez no son los usos más benéficos para esta innovación tecnológica. Sin embargo, Air Co. tiene mayores ambiciones.

“Las oportunidades de utilizar las emisiones de carbono son tan variadas como queramos que sean”, comentó Constantine, quien agregó que la empresa está trabajando con socios industriales para que su tecnología tenga ambiciones más globales y un impacto mucho mayor.

En 2019, Air Co. ganó una competencia de conversión de la NASA, pues logró transformar dióxido de carbono en azúcar, y la empresa espera desarrollar combustible de aviación neutro en carbono que pueda remplazar el metano líquido, un combustible fósil no reutilizable.

“Entendemos que nuestro impacto climático sigue siendo algo mínimo, pero, si usáramos nuestra tecnología en todas las industrias posibles, neutralizaríamos las emisiones globales de CO2 poco más del diez por ciento con una sola tecnología”.

 

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