El sector de la moda “streetwear” nació en las décadas de 1980 y 1990 en la intersección de la cultura del “skate” y de los chicos del surf, el hip-hop y el arte clandestino.
A finales de 2019, Virgil Abloh, el diseñador que rompió los límites y murió el año pasado, concedió una entrevista a Dazed en la que declaró había llegado el fin del “streetwear”.
“Definitivamente diría que se va a acabar”, comentó Abloh. “Siento que ya tuvo su momento”. Esa declaración engendró de inmediato un ataque masivo entre todos los que lo habían visto como el profeta de un nuevo código de vestimenta contemporáneo, uno que rompía las reglas de la vieja élite encontrando el poder en las sudaderas y los zapatos deportivos en lugar de los trajes. ¿De repente cambiaba de opinión?
Abloh acabó retractándose un poco de su afirmación —señaló en Vogue que no estaba diciendo que el “streetwear” fuera a desaparecer de verdad, sino que siempre vuelve—, pero dos años después de su predicción, no hay duda de que tenía razón. El “streetwear” ha muerto.
“Ya ni siquiera puedo definirlo”, dice Arby Li, vicepresidente de estrategia de contenidos de Hypebeast, la web fundada en 2005 como un blog de admiradores del “streetwear” que se convirtió en una marca en sí misma y empezó a cotizar en la bolsa en 2016.
No es que, como se pensó cuando Abloh hizo su declaración por primera vez, todo el mundo se haya cansado de las sudaderas con capucha, los zapatos deportivos y las camisetas que eran los elementos básicos de ese sector conocido como “streetwear”, aunque para nada fueran sus características definitorias.
Más bien, esas sudaderas, zapatos y camisetas han sido tan absorbidos por la corriente principal de la alta costura que la línea entre el “streetwear” y la moda ha desaparecido por completo. El “streetwear” se ha convertido en moda o la moda se ha convertido en “streetwear”, según la perspectiva.
“Simplemente se ha convertido en la plataforma sobre la que se basa todo el sistema”, dijo Demna, director creativo de Balenciaga. En julio pasado, Balenciaga celebró su primer desfile de alta costura en 50 años, con gran éxito, y también es la sexta marca más popular en Hypebeast.
¿Y eso qué significa?
“Me gustaría tener una conversación con mi comunidad sobre por qué alguien decidió llamarlo ‘streetwear’, o ‘ropa de calle’, en primer lugar”, propuso Rhuigi Villaseñor, fundador de Rhude, la marca de Los Ángeles que se especializa en cruzar el lujo con la ropa de calle. (Fue nombrado director creativo de la marca suiza de lujo Bally este año).
Heron Preston, fundador de una marca homónima (su nombre completo es Heron Preston Johnson, pero se hace llamar Heron Preston), quien comenzó su carrera como miembro de Been Trill, el genial colectivo artístico y de DJs cofundado por Abloh, estuvo de acuerdo.
“Nunca me identifiqué realmente con eso ni quise usarlo”, dijo Preston sobre el término “ropa de calle”. Heron Preston forma parte de New Guards Group, la empresa italiana que aplicó el modelo de conglomerado de lujo al “streetwear” y que ahora es propiedad de Farfetch, el conglomerado de comercio electrónico. Sin embargo, continuó Preston: “Me vi obligado a hacerlo porque, en cierto modo, es una invitación instantánea a una cultura. Hay todo tipo de asociaciones que surgen cuando se pronuncia esa palabra”.
El sector de la moda “streetwear” nació en las décadas de 1980 y 1990 en la intersección de la cultura del “skate” y de los chicos del surf, el hip-hop y el arte clandestino: una reacción contra una industria en la que los creadores no podían verse a sí mismos ni a su sistema de valores.
Sus padrinos fueron Shawn Stussy, que fundó Stüssy en California en 1980; Nigo, que abrió A Bathing Ape en Tokio en 1993; y James Jebbia, que abrió Supreme en 1994, todos ellos diseñadores sin ninguna formación en escuelas de arte o “ateliers”.
(Cuando Jebbia recibió un premio de ropa masculina del Consejo de Diseñadores de Moda de América en 2018, aseguró: “Nunca he considerado a Supreme como una empresa de moda ni a mí como un diseñador”). No obstante, su manera de usar los gráficos en la ropa informal como su lienzo se convirtió en una insignia instantánea de pertenencia y en un coleccionable.
Evitaron los filtros de las pasarelas o de las revistas de moda a favor de la comunicación directa; generaron un interés obsesivo a través de entregas secretas de productos y utilizaron las nuevas tecnologías sociales para atacar el orden establecido.
Pero, así como el patinaje y el “snowboard” se convirtieron en deportes olímpicos oficiales, también sus uniformes sociales fueron de los márgenes a la corriente principal gracias a las nuevas industrias y a la democratización de la comunicación.
La vestimenta se desacralizó y la inclusividad se convirtió en una necesidad. El “streetwear elevado” —marcas como Off-White y Vetements— llevó sus espectáculos y precios a las pasarelas de París.
Cuando Abloh fue nombrado director artístico de ropa masculina para Louis Vuitton en 2018, fue un “momento crucial”, explicó Li de Hypebeast. Y su nombramiento fue seguido, en rápida sucesión, por el de Matthew Williams —al igual que Abloh y Johnson de Heron Preston, exalumno de Been Trill— para el puesto más alto en Givenchy y Nigo como director artístico en Kenzo.
Ninguno de ellos limitó su producción a las sudaderas y las camisetas, pero todos los nombramientos se enmarcaron primero como un cambio en el sistema y luego como una tendencia. Incluso cuando Villaseñor fue nombrado para Bally, casi todos los reportajes lo etiquetaron como diseñador de “ropa de calle”, lo que implicaba algún tipo de transgresión.
Sin embargo, como dijo Abloh en aquella entrevista para Dazed, “lo que parece absurdo se convierte en la nueva norma”.
El término comodín
Etiquetas como “ropa de calle” y “alta moda” no son solo categorías semánticas. Son puntos de referencia sociales. “La gente quiere conocer el significado de la ropa que compra: ¿Esto es para mí?”, comentó Valerie Steele, directora del museo del Instituto Tecnológico de la Moda. No obstante, según ella, también se han utilizado para marginar a los diseñadores, y lo que era un distintivo de diferencia se ha convertido en una casilla.
En julio de 2021, Kerby Jean-Raymond, de Pyer Moss, se convirtió en el primer diseñador estadounidense de raza negra que figuraba de manera oficial en el calendario de la alta costura de París (aunque el desfile se celebrara en Nueva York), una decisión estratégica tomada en parte para acabar con los intentos de catalogarlo como diseñador de calle.
“Llamar a alguien ‘diseñador de calle’ es una forma de descartarlo”, aseguró Tremaine Emory, fundador y diseñador de Denim Tears, una marca que utiliza los pantalones de mezclilla para relatar la experiencia de los negros estadounidenses. “Es un medio de control”.
Un suéter “Tyson Beckford” de Denim Tears y unos “pantalones de mezclilla con corona de algodón” forman parte de la actual muestra del Costume Institute del Met, “In America: A Lexicon of Fashion”, junto con gigantescos vestidos de baile de Oscar de la Renta y de lentejuelas doradas de Norman Norell.
Sin embargo, la implicación del término “ropa de calle”, agregó Emory, es que los creadores no son verdaderos diseñadores de moda; que de alguna manera no tienen el mismo pedigrí, y su producción es menos artística. Dijo que había un elemento de “¿Cómo te atreves a cobrar tanto por una camiseta? ¿Cómo te atreves a querer entrar a este círculo?”.
Pero muchos diseñadores de moda que ahora se consideran parte del canon proceden de fuera del sistema de escuelas de arte, como Raf Simons, que estudió Diseño Industrial, Miuccia Prada, que estudió Política, y Rei Kawakubo, que estudió Ética. Además, muchas prendas que antes se consideraban menores forman ahora parte del código genético de la moda: el “prêt-à-porter”, la ropa deportiva, el sistema estadounidense de prendas separadas basado en la utilidad y la practicidad, y que, según Steele, de FIT, fue desestimado en su día por las señoras de París.
Demna considera que la idea de que la ropa de calle debe estar separada de la alta costura es un sinónimo de la “disfunción” de la industria. “Se ha convertido en parte integral de la moda, y está ahí para quedarse”, declaró. El verdadero significado del “streetwear”, después de todo, es simplemente lo que se lleva en la calle. Y eso lo es todo.