Bruselas trama una revolución

Bruselas trama una revolución
Vista del futuro museo Pompidou de Bruselas. Kasia Redzisz, como directora artística del Kanal, tendrá que llenar de creación contemporánea los 40.000 metros cuadrados de la antena que el Centro Pompidou de París desplegará en la capital de Bélgica en 2024. EFE/Javier Albisu De Fuentes

 A orillas del río Senne a su paso por Bruselas duerme una revolución. Descansa silente junto a un canal, al abrigo de una vieja fábrica de coches sembrada ahora de albañiles y operarios que preparan la corteza de uno de los proyectos artísticos más sugerentes de Europa.

La encargada de despertar esa revolución de su plácido sueño es Kasia Redzisz, que como directora artística del Kanal tendrá que llenar de creación contemporánea los 40.000 metros cuadrados de la antena que el Centro Pompidou de París desplegará en la capital de Bélgica en 2024.

“Estamos creando uno de los mayores museos de arte moderno y contemporáneo de Europa”, explica a Efe Redzisz (Varsovia, 1980) desde unas oficinas situadas frente a las galerías y pobladas estos días de ajetreo, maquetas y muestrarios.

Tras pasar por la Tate Liverpool y la Tate Modern, Redzisz acaba de ser designada como responsable artística de la que será la referencia en creación contemporánea en la ciudad que ejerce de sede de la Unión Europea y de la OTAN.

El proyecto se levanta sobre una vieja fábrica de Citroën construida en 1930 y utilizada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, un descomunal garaje de hormigón situado junto a un elegante edificio de vidrio y acero que funcionaba como sala de exposición de los vehículos.

“Una verdadera catedral de la modernización y la industrialización. Una fábrica de coches. Y ahora lo transformamos en un museo en lo que espero sea una era de energías limpias. Es una transformación simbólica”, dice la historiadora del arte.

Tras unos trabajos de chapa y pintura en la vieja fábrica, el Kanal Pompidou abrió efímeramente sus puertas en 2018 y cerró de nuevo en 2021 para acometer una profunda renovación del espacio para su inauguración definitiva en 2024.

“El proyecto arquitectónico avanza y en Kanal estamos en la tormenta de ideas del programa del futuro museo”, explica Redzisz, que lleva ocho semanas en Bruselas, donde diseña un equipo con el que zambullirse cuanto antes en las propuestas artísticas, porque “en los términos de un museo, dos o tres años no es tanto tiempo para programar”.

El continente final respetará el alma industrial de la Citroën, alejándose de la singularidad de espacios donde también se ha desdoblado el Pompidou, como el cubo de Málaga (España), la seta de Metz (Francia) o las estructuras superpuestas de Shanghai (China).

El resultado arquitectónico se parecerá más a la futura sucursal que el museo abrirá en Jersey City (EE.UU.) sobre la sede de una antigua compañía de electricidad y gas, aunque cada binomio tiene sus propias características y cada contrato sus propias cláusulas.

La Fundación Kanal, por ejemplo, funciona de manera independiente de la matriz, pero tiene acceso a las 120.000 piezas de los fondos de París, puede contar con sus cincuenta años de experiencia museística y el original le cede su marca: Pompidou.

El programa del futuro museo de Bruselas está en plena gestación y las ideas son aún abstractas. Redzisz, que a finales de febrero visitará la feria ARCO en Madrid, menciona conceptos como “identidad diferenciada en un paisaje cultural muy saturado”, “tomar el pulso al arte contemporáneo” o “diversidad”.

“Debemos desafiar las narrativas y los cánones”, dice.

Pero sí parecen esbozarse ya los ejes que localizan y que determinarán el desarrollo del museo.

“Por un lado, está en Bruselas, una capital y la capital de la Unión Europea, lo que nos posiciona muy bien para participar en el debate global. Además estamos en el centro de la ciudad, y la ubicación es muy importante en la relación con las audiencias”, resume.

RESURRECCIÓN URBANÍSTICA

El Kanal Pompidou es más que una sucursal de un museo con pedigrí. Es el buque insignia del Plan Canal, el proyecto más transformador que ha visto Bruselas en décadas.

A imagen de otras urbes europeas como Hamburgo, Londres o Bilbao, el plan aspira a recuperar una zona deprimida de la capital belga, integrando antiguas zonas industriales con áreas residenciales y espacios culturales y de ocio en 14 kilómetros a lo largo de canal fluvial.

Uno de los retos del plan urbanístico, que echó a andar en 2012 y terminará de desplegarse en 2025, será evitar que se genere un efecto de gentrificación que expulse de esos barrios humildes como Molembeek a sus vecinos, en una ciudad que ya siente presión demográfica y donde la vivienda se ha encarecido un 31 % en la última década.

“No hay duda de que este edificio puede cambiar el paisaje local y creo que es nuestra responsabilidad garantizar que cambia dentro de la textura urbana que existe aquí, respetándola”, concluye Redzisz.

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