El apagón de internet en Kazajistán, es un ejemplo para la crisis entre Rusia y Ucrania

El apagón de internet en Kazajistán, es un ejemplo para la crisis entre Rusia y Ucrania
Un trabajador limpia un mercado tras manifestaciones antigubernamentales, que llevaron a los líderes de Kazajistán a bloquear el internet, en Almatý, el 19 de enero de 2022. Foto, Sergey Ponomarev/The New York Times.

El control del internet forma parte de cualquier conflicto moderno. Al reconocer que la red es vital para las comunicaciones, la economía y la propaganda, las autoridades han recurrido a los cierres para sofocar la disidencia y mantener el poder.

El mes pasado, cuando Almatý, la ciudad más grande de Kazajistán, se sumió en el caos por el aumento de los costos de la energía y el enojo con el gobierno, los dirigentes del país tomaron una medida drástica para sofocar las protestas: bloquearon el internet.

Primero intentaron prohibir el acceso a algunos sitios de noticias, redes sociales y servicios de mensajería. Luego, cuando los activistas se saltaron esas restricciones con programas informáticos que enmascaraban su ubicación, las autoridades cortaron casi toda la conectividad del país.

Las medidas añadieron incertidumbre a una situación de por sí grave. Después de que las aplicaciones de pago y las máquinas de punto de venta utilizadas para pasar las tarjetas de débito dejaran de funcionar, se formaron largas filas en los cajeros automáticos cuando los kazajos se apresuraron a conseguir dinero. Las familias no podían comunicarse con sus seres queridos. Los taxistas que dependían de las aplicaciones de reserva de viajes dijeron que dejaron de conducir porque no podían conectar con los pasajeros.

“Era imposible comunicarse”, comentó Darkhan Sharipov, de 32 años, un contador que participó en las protestas. “La falta de información multiplicó el caos y la desinformación”.

Las escenas en Kazajistán ofrecen un anticipo de lo que puede ocurrir en Ucrania, donde el internet podría ser uno de los primeros objetivos del ejército ruso durante un posible conflicto. Funcionarios ucranianos y occidentales han advertido que los ciberataques podrían formar parte de cualquier intrusión rusa.

Esta semana, el gobierno ucraniano señaló que los sitios web de dos bancos, su Ministerio de Defensa y sus fuerzas armadas quedaron brevemente fuera de servicio debido a una serie de ataques de denegación de servicio, en los que enormes cantidades de tráfico abruman una red. Los ataques fueron los más grandes de la historia del país, según las autoridades ucranianas, y “tenían rastros de servicios de inteligencia extranjeros”.

El jueves se registraron cortes del servicio de internet en algunas redes móviles del este de Ucrania, cerca de la frontera con Rusia. Funcionarios occidentales afirmaron el viernes que creían que Rusia era responsable de los ciberataques a los bancos ucranianos ocurridos esta semana.

“En caso de un conflicto militar real, lo que se destruirá en primer lugar es la infraestructura de internet”, explicó Mikhail Klimarev, experto en telecomunicaciones de Rusia y director ejecutivo de la Sociedad de Protección de Internet, un grupo de la sociedad civil que se opone a la censura de internet. “En Kazajistán, el internet se apagó por orden de las autoridades”, agregó. “En Ucrania, tememos que el internet se desactive debido a bombardeos”.

Cada vez más, el control del internet forma parte de cualquier conflicto moderno. Al reconocer que la red es vital para las comunicaciones, la economía y la propaganda, las autoridades han recurrido cada vez más a los cierres para sofocar la disidencia y mantener el poder, en lo que se asemeja a tomar como rehenes las fuentes de energía, el agua o las líneas de suministro.

En 2020, se produjeron al menos 155 cortes de internet en 29 países, según el último informe anual de Access Now, un grupo internacional sin fines de lucro que supervisa estos sucesos. De enero a mayo de 2021, se documentaron al menos 50 cortes en 21 países.

“La única forma de estar absolutamente seguros de que nadie se conecta es desconectar todo”, aseguró Doug Madory, director de análisis de internet de Kentik, una empresa de servicios de telecomunicaciones.

En Ucrania, cualquier corte de internet tendría que ser realizado por una fuerza externa, lo que difiere del caso de Kazajistán, donde el gobierno utilizó las leyes de seguridad nacional para obligar a las empresas a cortar las conexiones.

El cierre total de la red ucraniana sería muy complicado. El país cuenta con más de 2000 proveedores de servicios de Internet, todos los cuales tendrían que ser bloqueados para un cierre total.

Sin embargo, muchos esperan que se produzcan apagones selectivos, sobre todo en las zonas fronterizas entre Rusia y Ucrania, en caso de que haya guerra. Los ciberataques o un ataque militar podrían acabar con la conectividad.

El jueves por la noche, mientras los combates se intensificaban en el este de Ucrania, cerca de la línea del frente con los separatistas apoyados por Rusia, el servicio de telefonía móvil se cayó durante lo que las autoridades dijeron que era un “sabotaje selectivo”. El servicio se restableció el viernes por la mañana.

“El sabotaje de las instalaciones de comunicaciones continuará”, señaló Anton Herashchenko, asesor del ministro ucraniano de Asuntos Internos. “Todo esto forma parte del plan de Rusia para desestabilizar la situación en Ucrania”.

En muchos países, apagar por completo el internet no es técnicamente difícil. Los reguladores tan solo emiten una orden a las compañías de telecomunicaciones, diciéndoles que cierren el acceso o se arriesguen a perder su licencia.

En Kazajistán, los acontecimientos del mes pasado ilustran cómo un cierre del internet puede agravar una situación caótica. Las raíces técnicas del cierre se remontan al menos a 2015, cuando el país trató de emular a sus vecinos, China y Rusia, que llevan años practicando la censura de internet. Las autoridades de esos países han desarrollado métodos para espiar las comunicaciones y han creado ejércitos de hackers y trolls que pueden atacar a los opositores.

El mes pasado, Kazajistán se sumió en la confusión cuando el enfado por la subida de los precios del combustible se convirtió en manifestaciones generalizadas, que terminaron en una intervención militar dirigida por Rusia. Luego de la represión del gobierno, las protestas se volvieron violentas. Decenas de manifestantes antigubernamentales murieron y cientos más resultaron heridos.

Para impedir que los manifestantes se comunicaran y compartieran información, Kasim-Yomart Tokaev, presidente de Kazajistán, recurrió a una política digital de tierra quemada similar a la que se aplicó en Birmania el año pasado, cuando se desconectó todo el internet. En Birmania, los militares dieron un golpe de Estado y los soldados tomaron los centros de datos de las empresas de telecomunicaciones del país.

En Kazajistán, los cortes de internet comenzaron alrededor del 2 de enero y duraron hasta el 10 de enero. Al principio, se limitaron a ciertas comunicaciones y se dirigieron a zonas donde había protestas, dijo Arsen Aubakirov, experto en derechos digitales en Kazajistán.

Para el 5 de enero, los observadores de internet afirmaron que el país se había desconectado casi por completo, lo que afectó la economía del país, incluyendo sus considerables operaciones de criptomoneda.

El Ministerio de Desarrollo Digital, Innovación e Industria Aeroespacial ordenó a los operadores de telecomunicaciones que bloquearan el acceso, citando una ley que permitía al gobierno suspender las redes y los servicios de comunicación en aras de “garantizar la seguridad antiterrorista y pública”.

Aunque los activistas encontraron algunas formas de sortear los bloqueos, la falta de internet hizo que muchos manifestantes no se enteraran de cuándo el gobierno imponía nuevos toques de queda, lo que provocó violentos enfrentamientos con la policía, dijo Sharipov, que fue detenido por las autoridades tras protestar. Mientras no había internet, los medios de comunicación estatales tacharon a los manifestantes de “terroristas” y drogadictos.

“Este es otro ejemplo de un país en crisis que opta por cerrar el internet para ganar unas horas de ausencia de escrutinio público o internacional”, concluyó Madory.

 

Una estación de autobuses en Dnipro, Ucrania, el 27 de enero de 2022. Foto, Sasha Maslov/The New York Times.

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