¿Guerra relámpago o incursión menor? La decisión de Putin podría determinar la reacción del mundo

¿Guerra relámpago o incursión menor? La decisión de Putin podría determinar la reacción del mundo
Soldados ucranianos en Krymsk. Foto, Tyler Hicks/The New York Times.

El debate se ha centrado en cómo lo hará Putin: un gran ataque a nivel nacional, una serie de golpes para desmantelar el país, poco a poco, o un estrujamiento parecido al de una pitón.

MÚNICH — El viernes, cuando el presidente Joe Biden declaró que estaba convencido de que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, había decidido atacar Ucrania “la próxima semana, los próximos días”, los escépticos entre los aliados de Estados Unidos de pronto se quedaron en silencio. Horas antes, Biden les había informado que las agencias estadounidenses de inteligencia acababan de enterarse de que el Kremlin había dado la orden para que unidades militares rusas procedieran a invadir.

Ahora, el debate se ha centrado en cómo lo hará Putin: un gran ataque a nivel nacional, una serie de golpes para desmantelar el país, poco a poco, o un estrujamiento parecido al de una pitón. Esta última opción se volvió mucho más sencilla después de que el domingo por la mañana se divulgó la noticia de que Bielorrusia admitirá la permanencia indefinida de las tropas rusas, desde donde pueden amenazar a Kiev, la capital ucraniana. La apuesta de Putin podría ser destrozar la economía de Ucrania y destituir a su gobierno sin tener que desplegar sus tanques de inmediato.

Las decisiones estratégicas que tome Putin durante las próximas semanas podrían tener una influencia enorme en la reacción del mundo.

Si ataca de un solo golpe para tomar todo el país —la estrategia más probable según los altos mandos de inteligencia y el Ejército de Estados Unidos y muchos analistas externos—, podría provocar la batalla más grande y violenta por un territorio europeo que se ha visto desde que los nazis se rindieron en 1945.

No cabe duda de que se invocaría de inmediato el paquete completo de sanciones e interrupciones de exportaciones tecnológicas. Después vendría la condena internacional, aunque Putin podría apostar a que esta no durará mucho y que el mundo poco a poco se acostumbrará a que una Rusia nueva y más grande reestructurará la esfera de influencia que alguna vez fue el sello distintivo de la antigua Unión Soviética.

“Parece que está sucediendo todo lo que precede a la invasión real”, comentó el secretario de Estado Antony Blinken en el programa “State of the Union” de CNN. “Todas estas operaciones de bandera falsa, todas estas provocaciones para crear justificaciones… todo eso ya está en marcha”.

No obstante, Blinken dejó abierta la posibilidad de una solución diplomática de último minuto, algo que intentó empezar el domingo el presidente de Francia, Emmanuel Macron, durante una llamada telefónica con Putin que duró una hora y 45 minutos. El mandatario francés comentó que el lunes iniciaría una serie de reuniones para intentar imponer un alto al fuego en Donbás, una región de habla ruso al este de Ucrania donde se evacuaron a mujeres y niños después de que unos separatistas locales aseguraron, falsamente, que el gobierno ucraniano estaba a punto de atacarlos (Occidente dice que este tipo de afirmaciones son un intento de crear un pretexto que justifique una invasión rusa).

En este momento, Blinken tiene programado reunirse con Serguéi Lavrov, el ministro del Exterior, en Europa, pero ha dejado claro que se descartará la sesión si Rusia inicia un ataque.

“Creemos que el presidente Putin ha tomado la decisión, pero, hasta que los tanques no estén en marcha y los aviones en el aire, usaremos todas las oportunidades y todos los minutos que tengamos para ver si la diplomacia todavía puede disuadir al presidente Putin de seguir adelante con esto”.

La noche del domingo, la Casa Blanca emitió un comunicado en el que “en principio” Biden aceptaba una cumbre con Putin después de la reunión entre Blinken y Lavrov, aunque de nuevo se especificó que esta solo iba a ocurrir en caso de que no hubiera una invasión

La información que las agencias de inteligencia le enviaron a Biden no dejó claro si las órdenes de Putin eran las de una invasión a gran escala o de una estrategia más gradual que le daría más oportunidades al líder ruso de explotar las grietas que se encuentran apenas debajo de la superficie de la alianza de Occidente que se formó en su contra. Por ejemplo, Putin tal vez compruebe la proposición de que la determinación de Alemania o Italia, los dos países de Europa occidental que más dependen del gas que suministra Rusia, podría flaquear.

Esos escenarios se debatieron con mayor intensidad este fin de semana en la Conferencia de Seguridad de Múnich, la reunión anual de ministros gubernamentales, líderes corporativos y estrategas, donde los asistentes barajaron las opciones de Putin.

“Si está decidido a escalar el conflicto, no creo que sea por medio de una guerra relámpago repentina con Kiev y la destitución del gobierno de Zelenski”, opinó Ian Bremmer, presidente de Eurasia Group, una consultoría geopolítica. “Es mucho más probable que sea mediante el reconocimiento de la independencia del territorio escindido” alrededor de Lugansk, al este del país.

“Si eres Putin, esperas que eso provoque una mayor inquietud entre algunos de los aliados de la OTAN, menos alineamiento con la OTAN, más oportunidades para que Rusia obtenga lo que quiere sin tener que realizar un ataque a gran escala en contra de Ucrania”, comentó Bremmen.

Hace unas semanas, algunos representantes estadounidenses compartieron ese sentimiento. Hicieron notar que Putin tal vez quería alcanzar su objetivo —un alto al giro de Ucrania hacia Occidente— de la manera más barata y con el menor número de víctimas posible. Lo único que quería Putin era un gobierno amigable y flexible como el que tiene en Bielorrusia, comentó un alto funcionario estadounidense, quien habló bajo la condición de permanecer en el anonimato debido a las conversaciones diplomáticas en curso. El presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, ha atado la seguridad de su país a la presencia del Ejército ruso. (“Estarán aquí el tiempo que sea necesario”, comentó Lukashenko, quien está considerando invitar a Rusia a volver a colocar sus armas nucleares en territorio bielorruso).

En una conferencia de prensa celebrada en enero, Biden planteó de pasada la frase “incursión menor”. En aquel momento, el mandatario sugirió que los aliados tal vez no impondrían sanciones totales por una modesta expansión del territorio que Rusia ya controla alrededor de Crimea.

En ese caso, Putin podría poner a prueba cada paso de la reacción internacional, para ver qué tipo de castigo, o resistencia militar, podría enfrentar. Sin embargo, casi en cuanto salieron las palabras de la boca de Biden, representantes de la Casa Blanca recularon la declaración del mandatario. El día siguiente, el presidente declaró que cualquier maniobra que rebase la frontera —sin importar cuán pequeña fuera— detonaría el paquete completo de sanciones.

No obstante, representantes del gobierno de Biden están debatiendo con urgencia la respuesta de Estados Unidos frente a una serie de medidas más pequeñas, o menos visibles, por parte de Rusia.

Rusia también podría inutilizar la red eléctrica y los sistemas de comunicaciones de Ucrania. Hace poco, Biden envió a una asesora adjunta de seguridad nacional especializada en tecnologías cibernéticas y emergentes, Anne Neuberger, a informar a la OTAN sobre ese posible panorama… y sobre la posibilidad de que los ciberataques se extiendan a Europa occidental y Estados Unidos.

Otra “incursión menor” podría ser una actividad paramilitar o un preludio a una invasión tradicional que recuerde a la de la Unión Soviética en Hungría en 1956 o en Checoslovaquia en 1968. Sin embargo, durante las últimas dos semanas, los representantes del gobierno han virado públicamente su valoración, pues consideran que es probable que Putin vaya a apostar a lo grande.

Hace unas tres semanas, funcionarios de inteligencia de Estados Unidos recabaron cada vez más evidencia de que el principal objetivo era Kiev, una predicción que respaldó la concentración de nuevas tropas en la frontera entre Bielorrusia y Ucrania, a apenas unos 160 kilómetros de la capital ucraniana.

No queda claro si esas tropas solo serán una amenaza a la distancia para la capital, una que dejará caer una lluvia de misiles, o si el plan ruso es acorralar a la ciudad capital con soldados, pero no entrar en ella, para evitar una guerra urbana.

Sin embargo, en sesiones informativas con miembros del Congreso y otras personas, el Pentágono y representantes de inteligencia de Estados Unidos han descrito uno de los peores escenarios, que ahora consideran una posibilidad: una o dos semanas de terror, ataques constantes con misiles y combates en las calles y, por último, una cacería de cualquiera que haya apoyado al gobierno democráticamente electo del presidente Volodímir Zelenski.

 

En preparación
Un tanque del ejército ucraniano realiza ejercicios en la óblast de Donets, Ucrania, el 17 de febrero de 2022. Foto, Tyler Hicks/The New York Times.

 

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