Hay más granjas verticales conforme crece la demanda, de producción agrícola durante todo el año

Hay más granjas verticales conforme crece la demanda, de producción agrícola durante todo el año
Vegetales que crecen en un almacén operado por Plenty Unlimited, una empresa agrícola emergente, en el sur de San Francisco, California, el 24 de marzo de 2022. Foto, Jim Wilson/The New York Times.

El término granja vertical fue popularizado por Dickson Despommier, profesor emérito de Ciencias de la Salud Ambiental, de la Universidad de Columbia. Se espera que la agricultura vertical alcance una valoración de hasta 9700 millones de dólares en todo el mundo para 2026.

Un almacén de 8826 metros cuadrados construido hace poco en Compton, California, cumple con todos los requisitos para la floreciente industria del almacenamiento: techos de nueve metros de altura, un patio de camiones seguro y acceso a rutas de camiones.

Sin embargo, no se usará para carga o almacenamiento. Plenty Unlimited, una empresa emergente agrícola con sede en San Francisco, utilizará el lugar para una granja vertical cubierta, que se espera que comience operaciones a finales de este año.

“Es la capacidad de tener la producción en cualquier lugar sin considerar el clima”, explicó Arama Kukutai, director ejecutivo de la empresa. No se revelaron los términos del arrendamiento, según Kidder Mathews, una firma de bienes raíces comerciales en la costa oeste del país. Las tasas de vacantes en el área son de alrededor del 0,6 por ciento.

Plenty Unlimited abastece a los supermercados Albertsons con variedades de lechuga cultivadas en una granja de menor escala en las afueras de San Francisco. Walmart, un inversionista, pronto venderá los productos de Plenty en todo California. Además, Plenty tiene aspiraciones más allá de las verduras: el mes pasado, anunció planes con Driscoll’s, un vendedor de bayas, para desarrollar una granja bajo techo en el noreste dedicada a las fresas.

En un momento en que las interrupciones en la cadena de suministro continúan ralentizando la distribución, los consumidores adoptan hábitos alimentarios saludables y se espera que el cambio climático afecte el rendimiento de los cultivos, una práctica conocida como agricultura de ambiente controlado, que incluye granjas verticales bajo techo que dependen de luz artificial y tecnología, está atrayendo capitalistas de riesgo.

No obstante, la industria enfrenta desafíos, incluyendo los altos costos de la energía, las limitaciones tecnológicas y la capacidad de escalar la producción para mantener bajos los gastos.

La agricultura en un entorno controlado existe desde la década de 1970, según Gene A. Giacomelli, profesor de Ingeniería de Biosistemas de la Universidad de Arizona. Lo que hizo posible el traslado a espacios techados fue la caída del precio de las luces LED, que se desplomó hasta un 94 por ciento en 2015 desde 2008.

El término granja vertical fue popularizado por Dickson Despommier, profesor emérito de Ciencias de la Salud Ambiental de la Universidad de Columbia. Se espera que la agricultura vertical alcance una valoración de hasta 9700 millones de dólares en todo el mundo para 2026, frente a los 3100 millones de dólares en que se valuó en 2021, según ResearchAndMarkets.com, una empresa de análisis de datos. Pitchbook, una empresa de software y datos financieros de Seattle, dio seguimiento a 33 acuerdos equivalentes a casi 960 millones de dólares en 2021, frente a los 865.000 millones del año anterior y los 484 millones de 2019.

AppHarvest, productor de invernaderos, hace poco comenzó a cotizar en la bolsa a través de una fusión con Novus Capital. Y en agosto, BrightFarms, otro operador de invernaderos, fue adquirido por Cox Enterprises en Atlanta.

Los científicos advierten que la tecnología tiene limitaciones, pues las luces LED, los sensores y los sistemas operativos aumentan los costos de los servicios públicos. “Su objetivo no es ser almacenes, sino instalaciones de producción de alimentos”, señaló Giacomelli. “Y las instalaciones de producción de alimentos nunca han tenido esta cantidad de dinero”.

El dinero está creando una demanda de espacio para almacenes. Kalera, una empresa de granjas verticales con sede en Orlando, Florida, cosecha verduras y hierbas culinarias allí, y en Houston y Atlanta. A finales de este año, se abrirán granjas en Denver, Seattle, Honolulu y Saint Paul, Minnesota, y se planea inaugurar otra en Columbus, Ohio. También hay granjas abiertas en Múnich y Kuwait.

Los detalles son difíciles de obtener porque las granjas guardan celosamente su propiedad intelectual, los diseños de los sistemas de cultivo, el material y las estructuras.

“Cada una tiene su propia salsa secreta”, aclaró Brent de Jong, presidente y director ejecutivo de Agrico Acquisition Corp., que en enero anunció su fusión con Kalera.

 

Agricultura vertical
Verduras en un estante vertical, que se pone de lado para la cosecha, en un almacén operado por Plenty Unlimited, una nueva empresa agrícola, en el sur de San Francisco, California, el 24 de marzo de 2022. Foto, Jim Wilson/The New York Times.

Sin embargo, siempre que el edificio utilizado como granja vertical cumpla los criterios de altura y evite los elevados costos de los servicios públicos, “se puede instalar una granja donde sea”, aseguró Austin Martin, director de operaciones de Kalera.

Un ejemplo de cómo la agricultura de ambiente controlado está transformando el espacio industrial se puede ver en Pensilvania, que sirve a mercados desde Boston hasta Richmond, Virginia.

Bowery Farming, con sede en Manhattan, está equipando una granja de 13.935 metros cuadrados en el emplazamiento de una antigua planta siderúrgica de Bethlehem, Pensilvania, cuya apertura está prevista para mayo.

Bowery también tiene tres granjas en Kearny, Nueva Jersey, dos de las cuales están destinadas a la investigación y el desarrollo. La tercera es una operación comercial que abastece tiendas de comestibles y empresas de comercio electrónico en el noreste. Otra instalación, en Nottingham, Maryland, funciona con energía hidroeléctrica. Y la empresa ha anunciado planes de expansión cerca de Atlanta y en la zona de Dallas-Fort Worth.

“Se trata de la velocidad de comercialización”, afirmó Hans Tung, socio gerente de GGV Capital, antes Granite Global Ventures, inversor en Bowery Farming.

Darren Thompson, director financiero de Bowery, dijo que esperaba que las nuevas granjas de Bowery tuvieran un tamaño similar a la de Bethlehem. “Tener demasiadas diferencias de una granja a otra perjudica mi capacidad para controlar los costos”, comentó.

El sitio de Bethlehem tiene un gran soporte de energía, capacidad de alcantarillado y agua, y cable de fibra óptica, señaló Peter Polt, un vicepresidente ejecutivo de J.G. Petrucci Co., que construyó la estructura del edificio y el espacio de oficinas. “Pero el inquilino equipó el edificio para el proceso de cultivo”, añadió.

Los promotores también solicitan que haya proximidad a los centros de distribución de alimentos para ahorrar costos de transporte, especificó Brent Vernon, director ejecutivo del equipo de acción del gobernador de Pensilvania, que trabaja para atraer empresas al estado. También dijo que la financiación y las subvenciones estatales se evalúan en función de factores como la reutilización de terrenos baldíos, las tasas de desempleo y el potencial de creación de empleos.

Bowery creará y conservará al menos 70 puestos de tiempo completo en los próximos tres años y se comprometió a invertir al menos 32 millones de dólares, según las autoridades de Pensilvania.

Alcanzar una escala que sea sustentable para las empresas podría significar la ampliación de los tipos de cultivo en sistemas verticales, desde las verduras de hoja verde hasta los cultivos frutales y de vid, indicó Russell Redding, secretario de Agricultura de Pensilvania. Por ejemplo, la empresa Bowery Farming anunció sus planes de distribuir fresas de forma limitada en Nueva York.

No obstante, algunos científicos dudan de la capacidad de la industria para escalar y diversificarse, dadas las limitaciones de la tecnología actual. Los tomates necesitan un 60 por ciento más de electricidad para crecer que la lechuga, y las fresas requieren el doble, explicó Bruce Bugbee, director del Laboratorio de Fisiología de Cultivos de la Universidad Estatal de Utah, en Logan.

“Las luces LED rondan el 70 por ciento, cerca de su máximo teórico” de eficiencia, dijo. El consumidor paga los costos de energía.

Morgan Pattison, presidente de Solid State Lighting Services en Johnson, Tennessee, y asesor del Departamento de Energía, fue más contundente. “El costo de los LED no va a bajar mucho más”, afirmó. “Cuando los inversores vayan en contra de la física, la van a pasar mal”.

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