Opinión: La guerra de Putin ha provocado una crisis alimentaria global

Opinión: La guerra de Putin ha provocado una crisis alimentaria global
Nota: Precios del 4 de abril. Fuente: Gro Intelligence. Foto, Sara Chodosh/The New York Times.

Estos son los países que se verán más afectados por los precios en aumento de los alimentos.

El desastre humanitario provocado por la invasión innecesaria de Rusia a Ucrania representa un impacto para la conciencia: diez millones de ucranianos desplazados e incontables ucranianos asesinados. Sin embargo, debido a que Ucrania y Rusia son grandes exportadores de alimentos, el costo humano crecerá mucho más allá de las fronteras ucranianas.

A medida que las granjas de Ucrania se han convertido en campos de batalla, la incertidumbre en torno a las exportaciones agrícolas del país, así como las de Rusia, ha creado una emergencia alimentaria mundial a causa del aumento de los precios del trigo, el maíz, la soya, los fertilizantes y el aceite de girasol.

Los precios de materias primas como el trigo y el maíz son globales, pero sus impactos no son equitativos. Los países y las personas con más recursos pueden absorber fuertes aumentos de precios. Mientras tanto, a los pobladores de los países más pobres, como Sudán y Afganistán, les resulta mucho más caro comer.

En Sudán, el aumento de los precios del trigo ha hecho que el precio del pan casi se duplique. Debido a que Ucrania y Rusia exportaban alimento para ganado y fertilizantes antes de la guerra, el costo y la dificultad de producir comida aumentarán en los próximos meses y años.

Mediante el seguimiento de los aumentos de precios de los alimentos que importa cada país, junto con el modelado de las necesidades de importación de los países, podemos estimar qué países tienen más probabilidades de enfrentar dificultades para compensar la escasez interna y alimentar a su población en los próximos meses. Además de Sudán y Afganistán, a Egipto le espera un año difícil. El país es el mayor importador mundial de trigo, cuyo precio ahora es un 33 por ciento más costoso que a finales del año pasado.

Lamentablemente, muchos de estos países se enfrentan a otras crisis. Las redes de protección social se han desgastado por la COVID-19. Los precios del petróleo siguen siendo altos. Y más de la mitad de los países de bajos ingresos están en crisis de endeudamiento, o corren un alto riesgo de estarlo, conforme aumentan las tasas de interés, lo que limita su capacidad de pedir dinero prestado para pagar los alimentos.

Antes de la guerra, aproximadamente 811 millones de personas en todo el mundo no tenían suficiente para comer. Ese número podría aumentar en gran medida en esta temporada de hambre, el tiempo entre la siembra de primavera y la cosecha de otoño, cuando a menudo se acaba la comida.

El cambio climático agravará esos riesgos. En regiones agrícolas clave, las condiciones de sequía son peores hoy de lo que se ha visto en décadas.

Las numerosas implicaciones de la guerra son preocupantes. Las crisis alimentarias a menudo conducen a disturbios sociales, conflictos, gobiernos fallidos y migraciones masivas. Por ejemplo, algunos investigadores apuntan al aumento de los precios de alimentos como detonante de los levantamientos de la Primavera Árabe en 2011.

No obstante, la historia, sobre todo las crisis de los precios de alimentos entre 2008 y 2010, nos recuerda que, al utilizar los datos más recientes y la ciencia más avanzada, el mundo puede montar una respuesta integral al hambre.

En primer lugar, los países y las instituciones deben movilizarse aprisa para salvar vidas. Eso comienza con el financiamiento total del Programa Mundial de Alimentos y el aprovechamiento de las reservas de alimentos existentes para ayudar a los países en apuros. Las Naciones Unidas, la Organización Mundial del Comercio y otros también deben trabajar con los países para evitar las prohibiciones a la exportación de alimentos, que ya están socavando el suministro mundial de alimentos.

En segundo lugar, el Grupo de los 7 y China deben liderar una nueva ronda de alivio de emergencia de la deuda oficial para permitir que los países vulnerables atiendan la hambruna. El alivio de la deuda fue una bendición para el desarrollo a principios de la década de 2000 y hoy podría liberar recursos. Las instituciones financieras multilaterales también deben tomar medidas drásticas, utilizando instrumentos de emergencia como una reasignación de los derechos especiales de giro del Fondo Monetario Internacional, que pueden aumentar las reservas de divisas oficiales de los países.

En tercer lugar, a largo plazo, el mundo debe ayudar a que las economías vulnerables tengan más seguridad alimentaria. La iniciativa Feed the Future del gobierno de Estados Unidos, establecida en 2010 con apoyo bipartidista, ha ayudado a transformar la agricultura en África y en otros lugares. Nuevas inversiones en la transformación de sistemas alimentarios similares, sobre todo en la agricultura regenerativa, podría hacer que los países sean más resistentes a los impactos energéticos, climáticos, sanitarios y geopolíticos.

Con una estrategia integral, el mundo puede limitar el alcance de la emergencia del hambre provocada por la guerra. En un momento de conflicto y cambio climático, también comenzará el proceso tan esperado de crear un sistema alimentario mundial más estable y sustentable que pueda nutrir a todos en una era llena de crisis.

Nota: Incluye los 50 países principales por participación en el PIB. Precios del trigo del 23 de marzo. Fuentes: Gro Intelligence, Banco Mundial, FAO. Foto, Sara Chodosh/The New York Times.

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