Los ucranianos enfrentan un nuevo obstáculo en la frontera estadounidense: no pueden ingresar con sus perros

Los ucranianos enfrentan un nuevo obstáculo en la frontera estadounidense: no pueden ingresar con sus perros
Natasha Hrytsenko con su perro Eddie después de reunirse en su hotel en San Ysidro, California, el 13 de abril de 2022. Foto, Mark Abramson/The New York Times

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades prohíben que ingresen perros a Estados Unidos, excepto en “casos extremadamente limitados”, si han estado en alguno de los países que están clasificados como de “alto riesgo” de rabia.

Natasha Hrytsenko, quien había residido en Ucrania toda su vida, siempre había soñado con tener un perro blanco y peludo. Cuando comenzó a trabajar, Hrytsenko, ahora de 30 años, destinó sus dos primeros pagos a la compra de un cachorro de raza pura minimaltés. Después, se llevó a Eddie a su casa, el apartamento en Kiev que compartía con su hermana mayor.

Ocho años después, cuando la guerra estalló en su país y decidieron huir, Hrytsenko recuerda haberle mencionado a su hermana: “Puedo dejar mis mejores prendas, mis bolsos favoritos e incluso mi celular, pero nunca dejaré a Eddie”.

Las dos se fueron a Polonia; después, a Alemania; posteriormente, a Portugal. Su destino final era Estados Unidos, donde tienen amigos en Virginia. El diminuto perro viajó con ellas; lo llevaban bajo el brazo o acurrucado en su regazo.

Las hermanas llegaron hasta Tijuana, una ciudad mexicana cercana a la frontera sur de California, y escucharon una noticia que las detuvo en seco: en la mayoría de los casos, a los perros provenientes de Ucrania no se les permitía el ingreso a Estados Unidos. Una gran cantidad de personas ya habían tenido que dejar a sus mascotas en México conforme a lo estipulado por las regulaciones federales de salud.

“Prefiero regresarme a Europa”, le comentó Hrytsenko a su hermana.

Entre los miles de ucranianos que se han formado en la fila en la frontera sur desde que inició la invasión rusa, las últimas semanas han estado marcadas por pérdidas cada vez más dolorosas: casas, seres queridos, empleos, la tranquilidad de los vecindarios familiares. Para aquellos que han logrado cargar a una amada mascota durante su travesía a un futuro incierto, la barrera en la frontera ha resultado devastadora.

“Él lo es todo para nosotras”, afirmó la hermana de Hrytsenko, Ira, de 31 años, sobre el perro.

“El número de perros aquí ha crecido día con día”, aseguró Victoria Pindrik, una voluntaria del Save Ukraine Relief Fund que ha estado trabajando con refugiados ucranianos que intentan ingresar a Estados Unidos. “Los perros han sido enviados de vuelta”.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés) prohíben que ingresen perros a Estados Unidos, excepto en “casos extremadamente limitados”, si han estado en alguno de los países que están clasificados como de “alto riesgo” de rabia, un grupo de alrededor de cincuenta países entre los que se encuentra Ucrania.

En el atestado cruce fronterizo en Tijuana, donde se ha abierto un carril peatonal exclusivo para procesar con rapidez a los refugiados ucranianos, los agentes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza al principio permitían que las mascotas ingresaran al país, indicaron voluntarios que trabajan en la frontera. Sin embargo, en fechas más recientes, a las mascotas provenientes de Ucrania no se les ha permitido la entrada.

Las hermanas Hrytsenko tomaron medidas tan pronto como salieron de Ucrania para asegurarse de que su perro estuviera listo para los viajes internacionales.

Las hermanas abordaron un vuelo de Lisboa a México sin problemas, con las maletas llenas de latas de comida para perro de pollo orgánico de la marca Newman’s Own. Eddie viajó en una pequeña transportadora.

Cuando las hermanas aterrizaron en Cancún la semana pasada, un inspector animal en el aeropuerto revisó sus documentos y examinó a Eddie de los pies a la cabeza. Les entregó un documento oficial con un sello que establece la buena salud del perro. Las hermanas volaron a Tijuana el domingo.

En esa ciudad, se unieron a cientos de ucranianos que esperaban su turno para cruzar la frontera. Poco después, Eddie brincaba alegremente de una colchoneta a la otra en un gran gimnasio que había sido transformado en un dormitorio gigantesco para refugiados.

“Nos sentíamos confiadas; todo estaba bien”, recordó Ira. “Entonces, de repente, nos enteramos de que no podemos cruzar con nuestro perro”.

Después de un viaje de casi 10.000 kilómetros y de cruzar cuatro fronteras internacionales, esta barrera parecía la más imponente. Consideraron la idea de dar marcha atrás.

Pindrik señaló que el proceso para poder ingresar legalmente a Estados Unidos bajo los procedimientos actuales, que incluyen un permiso y una posible cuarentena, podría tomar semanas.

“Para muchas de estas familias que han vivido hechos traumáticos, es importante mantenerse juntos, incluidas las mascotas en las que han invertido tanta energía, dinero y cuidados para traerlas con ellos”, opinó. “Entendemos los requisitos vigentes en Estados Unidos y las razones detrás de ellos, pero es imposible para los refugiados satisfacerlos”.

 

Cuidan su perro
Ira Hrytsenko con su perro Eddie en su hotel en San Ysidro, California, el 13 de abril de 2022. Foto, Mark Abramson/The New York Times.

Los CDC declararon que habían otorgado varios permisos para personas provenientes de Ucrania con sus mascotas. “Estamos trabajando en colaboración con organizaciones no gubernamentales en México y Estados Unidos a lo largo de la frontera para garantizar que las personas que vengan de Ucrania con sus perros cumplan con los requisitos de entrada antes de ingresar a Estados Unidos o que tengan un lugar seguro para poner en cuarentena a sus perros si llegan y no cumplen con los requisitos de entrada de los CDC”, comunicó la agencia.

Para las hermanas, parecía una barrera inexpugnable. Sin embargo, se enteraron de que había una solución temporal: México no está en la lista de países con alto riesgo de rabia y es poco probable que los estadounidenses que llevan perros de ese país a casa enfrenten escrutinio en la frontera estadounidense. De hecho, a los estadounidenses que llegan con perros de un país con bajo riesgo o libre de rabia ni siquiera se les solicita que presenten un certificado de vacunación contra la rabia o un permiso especial.

Hace varios días, estadounidenses amantes de los animales empezaron a cruzar la frontera con perros pertenecientes a ucranianos. Varias decenas de mascotas ucranianas (la mayoría eran perros, pero también había gatos) han llegado a California con ayuda de estadounidenses. Las hermanas Hrytsenko comenzaron a buscar a alguien que aceptara llevar a Eddie.

La tarde del martes, se les informó que el 3748, su número designado en la fila, debería unirse a un grupo en el punto de revisión fronterizo, donde las hermanas serían acompañadas hacia California para ser procesadas por las autoridades estadounidenses.

El miércoles alrededor de las 10:00 a. m., colocaron a Eddie en su transportadora gris y blanca cerca del gimnasio, donde les dijeron que sería recogido.

El perro comenzó a morder las ranuras y la puerta de la transportadora, recordó Natasha, quien dijo que se sintió muy culpable. Ambas hermanas lloraron.

“No puedes explicarle a un perro que todo estará bien”, relató Natasha.

Después de cruzar a Estados Unidos, se reunieron con otra nativa de Kiev propietaria de un perro, Liuba Pavlenko, con quien las hermanas entablaron amistad en Tijuana. Pavlenko y sus dos hijos esperaban en un hotel en San Ysidro, cerca de San Diego, a que trajeran a su perrita chihuahua, Maya, desde México.

“Lamento que Maya y Eddie hayan tenido que ser refugiados y soportar esta travesía”, dijo Ira cuando se encontraron en el hotel.

Las familias se ponían más ansiosas conforme pasaba el día.

“Me estoy impacientando”, confesó Natasha. Ya eran más de las 3:00 p. m.; más de cinco horas habían pasado desde que dejaron a Eddie en la transportadora.

En ese momento, les llegó una notificación a su celular para ver una transmisión de video en directo desde la frontera, en la cual observaron cómo transportaban a Eddie hacia el puerto de ingreso a Estados Unidos. A través de la pantalla, trataron de descifrar cómo estaba su perro.

“Dios mío, ha envejecido”, opinó Natasha.

“Velo. Tal vez tiene sed. No ha comido”, señaló su hermana.

Unos 45 minutos después, ambos perros se reunieron con sus amos, quienes los llenaron de besos y abrazos.

Solo entonces estuvieron listas para iniciar el último trayecto de su travesía: a Virginia, donde sus amigos las aguardaban.

No hay certeza sobre lo que pasará después con los ucranianos dueños de perros en Tijuana. Pindrik, la voluntaria de Save Ukraine Relief Fund, dijo que un albergue local había accedido a buscar una manera de ayudar a los dueños de mascotas. En los siguientes días, se espera que se implementen nuevas regulaciones migratorias que permitirán a los ucranianos volar directo a Estados Unidos, donde podrían enfrentar obstáculos similares en los aeropuertos hasta que los CDC actualicen sus lineamientos.

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