Las sociedades demandan normas para mantener la armonía y la paz, aunque hay grupos disidentes que no quieren acatarlas. Pero esos son los pocos, puesto que la mayoría sí está dispuesta a mantener el orden social.
Todas las actividades del ser humano requieren de normas para poder realizarlas adecuadamente para el bienestar de la sociedad. Así, es establecen las reglas que se deben seguir para ejercer cualquier profesión y las que tienen que ver con la convivencia social en todos los sentidos.
El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE, 2010) define la norma como la regla que se debe seguir o la que debe ajustar las conductas, tareas, actividades, es decir, la manera de actuar de una persona en la sociedad.
Las sociedades demandan normas para mantener la armonía y la paz, aunque hay grupos disidentes que no quieren acatarlas. Pero esos son los pocos, puesto que la mayoría sí está dispuesta a mantener el orden social.
Sin embargo, hay que tomar en cuenta que, en el caso del lenguaje, una construcción social que nos permite comunicarnos todos los días, existe un grupo de personas que no se adaptan a las normativas institucionales para regular el uso correcto de él. En este sentido, quieren establecer su propia gramática inventando usos que, científicamente, no son apropiados.
En este caso, la forma de escribir que han adaptado con las nuevas tecnologías de redes sociales, son ejemplos claros de textos llenos de faltas ortográficas, de sustituciones de palabras, de cambios en las estructuras sintácticas que, a pesar de transgredir las normas gramaticales, son muy aceptadas y difundidas como formas comunicativas, aun entre personas que se dicen tener educación universitaria. (Montenegro Guevara, Elizabeth (2016). El uso del lenguaje, más allá de las normas).
No importaría si solo fueran unos cuantos los adeptos a crear estas nuevas normas propias, pero estas fallas, aunque parezcan involuntarias, demuestran que existe un aborrecimiento por respetar las normas adecuadas para establecer una comunicación eficaz.
¿Cuál sería el comportamiento de estas personas si desaparecieran todas las reglas y señales que regulan el tránsito vehicular en un país? Es cierto que las normas no son de obligatorio cumplimiento, pero al menos se deben sopesar y no desecharlas sin que pasen por un análisis adecuado. Por ejemplo, las normas gramaticales dictadas por la Academia Española de la Lengua son, en su mayoría, fáciles de digerir por los hablantes. Sin embargo, hay detractores de ellas, sobre todo cuando se trata de explicar el empleo del gerundio espurio de posterioridad.
Los defensores del uso del gerundio de posterioridad afirman que estas son oraciones españolas bien estructuradas: “Hablando Pedro, llegó su contrario”. En la oración el gerundio está bien empleado porque denota anterioridad, ya que significa que el contrincante llegó cuando ya Pedro estaba hablando. Pero la explicación del autor sobre el uso del gerundio es agramatical, porque, según dice, el gerundio hablandocorresponde al pretérito imperfecto de indicativo. (Lepre Pose, Carmen. El gerundio de posterioridad. ¿Un proceso o un cambio? 2006: 1,062). Realmente, el gerundio no es un verbo; por lo tanto, no puede clasificarse como parte de la conjugación del modo indicativo.
Otro autor señala que el gerundio ilativo (que no es otro que el de posterioridad) se emplea para conectar dos ideas que se suman o se oponen: “El magnate murió, dejando una gran herencia a sus herederos”. (De Juan Padilla, Arturo. Gerundio de posterioridad e ilativo. p.8). El gerundio, en este caso, no deja de tener acción posterior al del verbo principal de la oración. El magnate murió y dejó una gran herencia… Según el experto, el oyente es quien infiere la conexión lógica entre el gerundio y la oración principal de manera explícita. Estas explicaciones no ayudan a esclarecer el ámbito confuso en que ciertos investigadores han sumido las explicaciones del empleo del gerundio en español. ¿Y qué tiene que ver el oyente con legitimar estas explicaciones?
Una manera de razonar sobre la validez del gerundio de posterioridad es que proporciona explicaciones consecutivas. Es decir, no importa que el gerundio sea de posterioridad, lo que interesa es la inferencia del lector u oyente: “Se tropezó, cayéndose al suelo”. Según el autor, la consecución es una inferencia lógica. Se interpreta que se tropezó y cayó al suelo, lo cual está en lo correcto, pero eso no es lo que dice la oración original.
No pueden soslayarse ni suprimirse las normas sobre el uso del gerundio, en general, porque, quiérase o no, la RAE tiene prerrogativa para señalar las normas sobre el buen uso del lenguaje español y no permitir que, las transgresiones contra ellas continúe de manera incontestable.
De acuerdo con EDUMECENTRO, versión On-line ISSN 2077-2874, se constató que el gerundio, después de analizar documentos científicos válidos para justificarlo, se puede utilizar en todos los estilos de redacción, incluido el científico, siempre que se emplee en correspondencia con las normas lingüísticas. El problema es que no existen estas normas lingüísticas.