Es probable que en el futuro haya maneras de fortalecer las defensas bacterianas de la vagina que cuenten con investigaciones de respaldo, posiblemente mediante la combinación de probióticos eficaces y antibióticos o incluso con trasplantes de microbioma vaginal.
Antes de que existieran los probióticos vaginales, había duchas vaginales de yogur. En la década de 1970, un remedio casero habitual para las infecciones por hongos y otros padecimientos molestos consistía en empapar un tampón en yogur natural sin azúcar e introducirlo en la vagina. Se pensaba que las mismas bacterias vivas que hacen que el yogur sea benéfico para el intestino también podrían serlo para la vagina.
Aunque las duchas vaginales con yogur nunca llegaron a comercializarse, sí lo hizo el concepto de infundir bacterias buenas en una vagina enferma, en forma de probióticos vaginales. Estos se venden en farmacias y tiendas en línea, se anuncian en Instagram y en la publicidad del metro, y muchos de estos suplementos (que pueden tomarse por vía oral o vaginal) aseguran sembrar bacterias favorables en la vagina que pueden “restaurar el equilibrio femenino”, “prevenir los problemas íntimos” y “crear un entorno ideal para que se desarrolle una microflora saludable”.
Muchas de las afirmaciones de estos productos son vagas, pero algunos tienen publicidad más atrevida y prometen prevenir o tratar problemas vaginales comunes como las infecciones por hongos y la vaginosis bacteriana, pero ¿de verdad funcionan? Esto es lo que sabemos.
¿Cómo se desajusta el ecosistema vaginal?
Piensa en el microbioma vaginal como una selva tropical: un ecosistema único repleto de vida microscópica que incluye bacterias, virus y hongos. Para muchas mujeres premenopáusicas (aunque no todas), los microbios dominantes son ciertas especies de un grupo bacteriano llamado lactobacilos. Otros miembros de este grupo viven en el intestino y fermentan productos lácteos como el yogur y el queso.
No obstante, los lactobacilos de la vagina son especiales. Es probable que se hayan adaptado a lo largo de miles de años para digerir los azúcares que desprenden las células vaginales y expulsar ácido láctico, lo que crea un entorno ligeramente ácido que resulta inhóspito para los invasores bacterianos. Esto ayuda a formar una barrera fundamental entre lo que le pertenece a tu cuerpo y lo que no, la cual protege a tu aparato reproductor de infecciones y enfermedades.
Hay muchas cosas que pueden alterar los lactobacilos vaginales, como los antibióticos, la menstruación, las duchas vaginales, ciertas infecciones de transmisión sexual y el semen. Cuando la cantidad de lactobacilos disminuye, otras bacterias u hongos que por lo general están presentes en la vagina pueden crecer en exceso y ocasionar varios tipos de desequilibrios.
Uno de los desequilibrios más comunes es la vaginosis bacteriana (VB), un cambio de ecosistema que se aleja de los lactobacilos y se acerca a una diversidad de otros organismos que prosperan en entornos con poco oxígeno. Los síntomas que la delatan son la comezón alrededor de la vulva, un flujo fino de color grisáceo-blanco y un olor a “pescado”. La VB también puede aumentar la susceptibilidad a las infecciones de transmisión sexual (ITS), como la clamidia, la gonorrea y el VIH, y se ha relacionado con los partos prematuros.
En la actualidad, los antibióticos son el único tratamiento recomendado para la VB sintomática, pero los expertos afirman que son una solución imperfecta. Al igual que un incendio forestal, no solo suelen eliminar la infección, sino la mayoría de la flora microbiana de la vagina, lo que provoca un desequilibrio que puede dar lugar a infecciones futuras. Según sus fabricantes, los probióticos vaginales podrían ser una alternativa sencilla y eficaz, ya que añaden microbios “buenos” y refuerzan el ecosistema antes o durante una infección.
¿Entonces los probióticos vaginales son la solución para la vaginosis bacteriana y las infecciones por hongos?.
Podrían serlo en el futuro, pero las píldoras y los supositorios disponibles en la actualidad aún no han demostrado su eficacia.
Según lo que saben los expertos, los probióticos vaginales deben cumplir dos criterios para ser eficaces: deben contener una cepa vaginal que haya demostrado ser capaz de proteger contra las infecciones, como el Lactobacillus crispatus, y deben introducirse directamente en la vagina.
No obstante, la mayoría de los productos del mercado no cumplen con estas dos condiciones. Muchos probióticos orales y en supositorio contienen especies bacterianas cultivadas a partir del intestino o de alimentos fermentados, los cuales no son habitantes naturales de la vagina. “A nivel biológico, no creo que tenga mucha lógica”, afirmó Catriona Bradshaw, experta en salud sexual de la Universidad de Monash en Melbourne, Australia, cuya investigación se centra en la vaginosis bacteriana.
Y la mayoría de los probióticos vaginales que se comercializan son cápsulas orales, que, según los estudios, es poco probable que alteren la flora vaginal. Esto se debe a que las bacterias tendrían que hacer el viaje lleno de peligros a través del intestino, salir por el ano y luego arrastrarse hasta la vagina.
“Eso no ocurre”, aseveró Jacques Ravel, microbiólogo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland, quien estudia el microbioma vaginal. (Ravel también es científico en jefe de LUCA Biologics, una empresa de biotecnología que desarrolla probióticos para la VB y el parto prematuro).
Algunos productos están pensados para aplicarse vía vaginal, como los supositorios probióticos vaginales FloraFemme (50 dólares por seis cápsulas), los supositorios VagiBiom (66 dólares por 30 supositorios) y los comprimidos vaginales Physioflor (27 dólares por dos comprimidos).
Algunos de los supositorios disponibles, aunque no todos, contienen las cepas adecuadas, pero un problema mayor con los probióticos orales y en supositorios (y con el mercado de suplementos en general), es que no han sometido ninguno de estos productos a las rigurosas pruebas de seguridad y eficacia requeridas para la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos. Los estudios que existen por lo general tienen muestras pequeñas, carecen de grupos de control y no fueron sometidos a experimentos ciegos o aleatorios.
“La mayoría de estos productos no tienen el control de calidad que se requiere para los productos farmacéuticos reales”, señaló Bradshaw. “Así que no se sabe qué es en verdad lo que te estás poniendo en la boca… o en la vagina, según sea el caso”.
En una evaluación de estudios realizada en 2020 con 22 probióticos vaginales suministrados en forma de supositorios, todos resultaron ser seguros. Algunos incluso demostraron potencial en la prevención y el tratamiento de la vaginosis bacteriana; sin embargo, ninguna de las cepas se mantuvo en la vagina durante mucho tiempo, lo que significa que es poco probable que sean beneficiosas a largo plazo. Tampoco evitaron infecciones por hongos.
“Es que parece una gran idea, ¿no? Parece muy lógico”, comentó sobre los probióticos vaginales Sharon Hillier, microbióloga del Instituto de Investigación Magee-Womens, quien estudia el microbioma vaginal y las ITS. “Y, sin embargo, ningún estudio ha logrado identificar un beneficio real para la mayoría de estos productos”.
¿Hay algo que deba tomar o hacer para garantizar que mi microbioma vaginal esté saludable?
Es probable que en el futuro haya maneras de fortalecer las defensas bacterianas de la vagina que cuenten con investigaciones de respaldo, posiblemente mediante la combinación de probióticos eficaces y antibióticos o incluso con trasplantes de microbioma vaginal.
Pero por ahora, los expertos no tienen información suficiente sobre el microbioma vaginal como para poder cambiarlo de manera confiable para tener una mejor salud. Así que, aunque es poco probable que los probióticos vaginales te hagan daño, tampoco es probable que te ayuden, tengas o no una infección vaginal. A no ser que padezcas una enfermedad activa, la mejor manera de mantener el “equilibrio femenino óptimo” también es la más sencilla: No hagas nada especial y, desde luego, no gastes dinero en tratamientos no probados para tus zonas más íntimas.
“En este mundo, las mujeres tienen bastantes cosas de que preocuparse”, concluyó Hillier. “Lo fundamental es que se trata de la puerta de entrada a tu aparato reproductor. Trátalo con respeto y ámalo”.