Aunque algunos de los prados del norte de la bahía Shark se reproducen sexualmente, el resto de su Posidonia se autoclona generando nuevos tallos que se ramifican a partir de su sistema radicular.
En bahía Shark, el extremo más occidental de Australia, las praderas marinas cubren el lecho del océano meciéndose con la corriente y sirviendo como bocadillo para los dugongos, los primos de los manatíes de Florida. Un estudio reciente reveló algo inesperado sobre estas praderas marinas: muchas de ellas son una sola planta que se ha estado autoclonando durante cerca de 4500 años.
Esta pradera marina —no hay que confundirla con las algas marinas— es la hierba cinta o Posidonia australis. Jane Edgeloe, doctoranda de la Universidad de Australia Occidental y autora del artículo, afirma que se asemeja al cebollín.
Edgeloe y sus colegas hicieron este descubrimiento al estar realizando una investigación genética de las praderas de Posidonia en diferentes zonas de la bahía Shark, donde Edgeloe buceó en aguas profundas y sacó tallos de Posidonia de diez praderas diferentes. En tierra, los científicos analizaron y compararon el ADN de las hierbas.
El miércoles, publicaron sus resultados en la revista Proceedings of the Royal Society B. Resulta que el ADN de muchas de esas plantas que parecen diferentes es prácticamente el mismo. Elizabeth Sinclair, también de la Universidad de Australia Occidental y autora del estudio, recuerda el entusiasmo que se vivió en el laboratorio cuando se dio cuenta de esto: “Es una misma planta”.
Aunque algunos de los prados del norte de la bahía Shark se reproducen sexualmente, el resto de su Posidonia se autoclona generando nuevos tallos que se ramifican a partir de su sistema radicular. Incluso las praderas independientes eran genéticamente idénticas, lo cual indica que solían estar conectadas por raíces que ahora están seccionadas. Con base en la antigüedad de la bahía y la rapidez con la que crecen las praderas marinas, los investigadores piensan que el clon de la bahía Shark tiene cerca de 4500 años.
Además de ser un clon, parece que la hierba es un híbrido de dos especies y posee dos juegos completos de cromosomas, un fenómeno llamado poliploidía. Aunque esta puede ser letal para los embriones de los animales, puede ser inocua o incluso útil en el caso de las plantas. Sin embargo, también es posible que produzca infertilidad. Gran parte de la pradera clonal no florece y solo se puede reproducir si se sigue autoclonando.
Tal vez esta combinación de genes adicionales y clonación haya sido la clave para la supervivencia de la hierba durante un periodo de cambios climáticos en el pasado. La clonación facilitó su reproducción debido a que no tenía que preocuparse por encontrar pareja. Los genes adicionales quizá le otorgaron a la pradera marina “la capacidad de enfrentar una amplia gama de condiciones, lo cual es algo muy valioso en los cambios climáticos”, explicó Sinclair.
La Posidonia de la bahía Shark no solo sobrevivió al antiguo cambio climático, sino que se extendió, se extendió y se extendió más y más.
Hoy en día, es, sin duda, el organismo vivo más grande del mundo. El gigante temblón de Utah, una colonia clonal de 40.000 álamos conectados por sus raíces, es, en la actualidad, la “planta individual más grande”, pues abarca un área mayor a 80 canchas de fútbol americano. El Humongous Fungus es todavía más grande y teje una red subterránea de zarcillos de micelio debajo de cortezas de árbol en una extensión que abarca nueve kilómetros cuadrados del Bosque Nacional de Malheur en Oregón. En comparación, la hierba marina de la bahía Shark cubre 199 kilómetros cuadrados, aproximadamente la superficie de Cincinnati.
Aunque el clon de la bahía Shark ha alcanzado una edad y un tamaño enormes, no se sabe si sería capaz de resistir el cambio climático moderno. Julia Harenčár, doctoranda de la Universidad de California, campus Santa Cruz, que no participó en el estudio, celebró la investigación porque “trata de descifrar con mayor detalle por qué la poliploidía ha sido beneficiosa en estos grandes puntos de inflexión ambientales”, cosa que podría brindarnos algunas enseñanzas para enfrentar la crisis climática.
Es muy importante proteger las praderas marinas, señaló Marlene Jahnke, bióloga de la Universidad de Gotemburgo en Suecia, quien tampoco participó en el estudio. “De hecho, son equiparables a los arrecifes de coral en el sentido de que albergan a muchas otras especies”, añadió, además de purificar el agua y almacenar el carbono de la atmósfera.
Aunque los riesgos son altos para las praderas marinas, Sinclair sigue teniendo la esperanza de que la Posidonia de la bahía Shark conserve su rango como la planta viva más grande del mundo. Aunque en 2010-11 se dañó con una ola de calor, “hemos visto que los tallos han crecido mucho más y que el follaje es mucho más tupido, así que se está recuperando”, comentó. “Creo que es probable que esta poliploidía en realidad esté en muy buen estado en términos de persistencia”.