Para los propietarios desafortunados, el bulldog francés se encuentra en la confluencia de dos rasgos muy estadounidenses: el amor por los compañeros caninos y la omnipresencia de las armas de fuego.
ELK GROVE, California — El negocio del bulldog francés está en auge para Jaymar Del Rosario, un criador cuyos cachorros pueden venderse por decenas de miles de dólares. Cuando sale de casa para reunirse con un comprador, su lista de verificación incluye la documentación veterinaria, una bolsa de croquetas para cachorros y su pistola Glock 26.
“Si no conozco la zona, ni a la gente, siempre llevo mi pistola”, aseveró Del Rosario una tarde reciente mientras mostraba a Cashew, un bulldog francés de 6 meses de una nueva variedad “esponjosa” que puede venderse por 30.000 dólares o más.
Con sus orejas alegres, su mirada de “por favor, levántame y arrúllame” y su balanceo como el de un cocodrilo con patas cortas, el bulldog francés, o frenchie como también se le conoce, se ha convertido en el perro de moda para influentes, artistas de música pop y atletas profesionales. Fieles compañeros en la era del trabajo remoto, esta raza parece estar siempre preparada para aparecer en una de las fotos que se publican en Instagram. Ahora son la segunda raza de perro más popular en Estados Unidos, después de los labradores.
Algunos también son robados a sus dueños con violencia. El año pasado se denunciaron robos de bulldogs franceses en Miami, Nueva York, Chicago, Houston y, sobre todo, al parecer en todo California. Con frecuencia se los roban a punta de pistola. En el robo más famoso, los dos bulldogs franceses de Lady Gaga, Koji y Gustav, fueron arrancados el año pasado de las manos de su paseador, al cual golpearon, asfixiaron y le dispararon en un ataque ocurrido en una acera de Los Ángeles.
Durante años, el precio de tener un frenchie ha sido un golpe para el presupuesto familiar: los cachorros suelen venderse entre 4000 y 6000 dólares, pero pueden llegar a costar mucho más si se trata de una de las nuevas variedades de moda; sin embargo, tener un perro de esta raza conlleva cada vez más costos no monetarios: la paranoia de que un ladrón se asome sobre la cerca del jardín; la hipervigilancia al pasear a tu perro después de leer sobre el último secuestro.
Para los propietarios desafortunados, el bulldog francés se encuentra en la confluencia de dos rasgos muy estadounidenses: el amor por los compañeros caninos y la omnipresencia de las armas de fuego.
En una fría tarde de enero en el vecindario de Adams Point de Oakland, California, Rita Warda paseaba a Dezzie, su pequeño bulldog francés de 7 años, no muy lejos de su casa. Una camioneta todoterreno se detuvo, sus pasajeros bajaron y se abalanzaron sobre ella.
“Traían su pistola y dijeron: ‘Dame a tu perro’”, narró Warda.
Tres días después, una desconocida la llamó y le dijo que había encontrado al perro vagando por una escuela de la zona. Ahora, Warda toma clases de defensa personal y les aconseja a los propietarios de bulldogs franceses que lleven consigo un gas pimienta o un silbato.
Warda dice que no sabe por qué los secuestradores de su perro lo abandonaron, pero podría haber sido por su edad avanzada: el bulldog francés tiene uno de los periodos de vida más cortos entre las razas de perros, y con 7 años Dezzie ya estaba muy viejito.
Patricia Sosa, miembro de la junta directiva del French Bull Dog Club of America, dijo que no tenía conocimiento de ningún recuento anual. Los grupos de redes sociales creados por propietarios de perros de esta raza suelen estar salpicados de advertencias. Si tienes un bulldog francés, “no lo pierdas de vista”, dice una publicación en un grupo de Facebook dedicado a bulldogs franceses perdidos o robados.
“Los delincuentes ganan más dinero robando frenchies que asaltando tiendas de conveniencia”, afirmaba la publicación.
Sosa, quien tiene un negocio de cría al norte de Nueva Orleans, dijo que el atractivo de beneficiarse de la moda de los bulldogs franceses también había generado una industria de vendedores falsos que exigen depósitos por perros que no existen.
“Hay muchas estafas en este momento”, señaló, Sosa. “La gente piensa: ‘Oye, voy a decir que tengo un frenchie a la venta y voy a ganar rápidamente cinco, seis o siete mil dólares’”.
Sosa afirmó que los criadores son más vulnerables a los robos. Ella no les proporciona su dirección a los clientes hasta que los investiga a fondo. “Tengo cámaras de seguridad por todas partes”, comentó.
En el mundo de la medicina veterinaria, los bulldogs franceses son controvertidos porque sus rasgos entrañables, sus grandes cabezas y ojos saltones de cachorro, sus narices chatas y sus pliegues en la piel, crean lo que Dan O’Neill, experto en perros del Royal Veterinary College de la Universidad de Londres, denomina “ultrapredisposiciones” a problemas médicos.
O’Neill lidera un grupo de cirujanos veterinarios y otros expertos en perros del Reino Unido que insta a los posibles compradores a “detenerse a pensar antes de comprar un perro de cara chata”, una categoría que incluye razas como el bulldog francés, el bulldog inglés, el pug, el shih tzu, el pequinés y el bóxer.
“Hay una crisis de perros de cara chata”, dijo O’Neill. En un trabajo de investigación reciente, concluyó que el bulldog francés tiene un nivel de trastornos cuatro veces superior al de todos los demás perros.
Estas súplicas y advertencias no han impedido que la popularidad de los bulldogs franceses se dispare, impulsada en gran parte por las redes sociales. En los últimos años, al igual que en Estados Unidos, en el Reino Unido el bulldog francés ha estado compitiendo codo a codo con el labrador por el título de la raza más popular.
Sosa culpó a la cría deficiente de los malos resultados. “Los perros bien criados son relativamente sanos”, afirmó.