Reserva de la Biósfera busca ser modelo de protección ambiental en México

Reserva de la Biósfera busca ser modelo de protección ambiental en México
Vista general de comedores beneficiados por el Grupo Ecológico Sierra Gorda, el 8 de julio de 2022 en el municipio de Pinal de Amoles, estado de Querétaro (México). Foto, EFE/Sergio Ángeles.

El trabajo del  Grupo Ecológico Sierra Gorda, le valió, el pasado 4 de octubre, ser galardonada con el Premio Ecuatorial 2021 como parte del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

La Reserva de la Biósfera Sierra Gorda, conocida como el “tesoro natural más grande de México”, cumple 25 años de ser área natural protegida en el centro del país, en un entorno de retos y violencia en contra de los ambientalistas que buscan proteger estas zonas amenazadas.

Ubicada al norte del central estado mexicano de Querétaro, la Reserva está conformada por cinco municipios: Landa de Matamoros, Jalpan, Arroyo Seco, Pinal de Amoles y Peñamiller, habitados por la población más pobre de la entidad.

Esta región, en la que gran parte de los habitantes emigra hacia Estados Unidos, hoy busca no sólo reducir la migración de su gente, sino combatir el impacto ecológico que el crecimiento poblacional ha ocasionado.

PROTEGER LA RESERVA

La Reserva de la Biósfera ha sido defendida por el Grupo Ecológico Sierra Gorda en un esfuerzo ciudadano que surgió hace 35 años, encabezado por Martha Isabel ‘Pati’ Ruiz, quien promovió y logró el nombramiento de la región como área natural protegida, con el objetivo de resguardar el tesoro natural más grande de México: la Sierra Gorda.

Este grupo ha trabajado en programas y acciones que protegen, recuperan e integran las 384.000 hectáreas que conforman esta región, donde se ubican 638 comunidades y donde el 97 % de los pobladores son dueños de la tierra.

El trabajo de dicha organización le valió, el pasado 4 de octubre, ser galardonada con el Premio Ecuatorial 2021 como parte del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en reconocimiento a sus esfuerzos para reducir la pobreza a través de la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad, impactando no sólo el medioambiente, sino las vidas de quienes habitan la región.

Una de esas personas beneficiadas es María Agua Sánchez, propietaria de la fonda “La Manzanita”, quien tras haber migrado a la frontera norte volvió a México y se unió al grupo ecológico.

“Me fui a trabajar a la frontera y duré un año allá trabajando y entonces me vine porque tenía dos jóvenes aquí en la casa”, relató.

El Grupo Ecológico le asistió en el establecimiento y funcionamiento de su negocio, con lo que ha logrado no sólo la permanencia, sino la subsistencia de ella y su familia.

Otro caso es el de Alfonso Miranda, quien cambió una vida de militar e intentos reiterados por cruzar la frontera, por la conservación, cuidado y desarrollo de una región ecológica en la Sierra de Querétaro.

“Primero fui militar 9 años, posteriormente me fui al sueño americano, pero fue la mala pata (suerte) que no me fue muy bien, por varias cruzadas que tenía me agarraron y caí a la cárcel dos meses y la verdad yo nunca en mi vida había estado en la cárcel y entonces ya no volví a regresar”, cuenta a la entrada de su negocio, la fonda “El Milagrito” que atiende junto con su hija.

ALTERNATIVAS DE INGRESOS

 Sin embargo, no es sólo el mecanismo de los micronegocios el que implementa el Grupo Ecológico Sierra Gorda, sino el denominado “Modelo Querétaro”, el cual, a decir de los responsables busca dar alternativas de generar ingresos económicos a los dueños de los bosques.

Salvador Sarabia Rivas, jefe de proyectos forestales de la organización, detalla que este esquema busca recaudar fondos a partir de que la iniciativa privada y pública destinen fondos para la mitigación de su huella de carbón.

“Si una empresa en su operación emite 50 o 60 toneladas de CO2 al ambiente, los bosques de la Sierra Gorda, en una hectárea, en 10 hectáreas, mitigan estas 60 toneladas de carbono, capturándolas en sus ecosistemas forestales”, precisó.

Esto busca impactar y convencer a nuevas generaciones de niños y jóvenes acerca de la esperanza de convertir los esfuerzos de cuidado y respeto del medio ambiente, en una hábito común del día a día, a través de esfuerzos didácticos concentrados en la educación básica y medio superior, trabajo que ha brindado resultados alentadores.

Entre esos resultados, comentó Olivia Pérez Jiménez, jefa del programa de educación ambiental, están contar con escuelas más verdes, reforestadas y con difusión de actividades medioambientales en la comunidad.

“Como es el ahorro del agua, la conservación y respeto a las aves, la prevención a los incendios forestales, el conocimiento de la biodiversidad en esta región y la participación también de los padres de familia”, menciona.

La Reserva de la Biósfera alberga los ecosistemas más importantes de México que cubren menos del 1 % de su superficie, pero albergan el 12 % de su flora y el 33 % es endémica.

Además, cuenta con 2.400 especies de plantas vasculares; 11 especies de mamíferos; seis especies de felino; osos negros; 246 especies de aves; especies endémicas y 134 especies de anfibios y reptiles.

Se estima que son entre 10 y 15 especies que están en peligro de extinción y que son endémicas de la zona, como son el chamal y la chaca.

 

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