La política nacional de China relacionada con la planificación familiar no establece de manera explícita que una mujer soltera no pueda tener hijos, pero su definición de madre es la de una mujer casada y prefiere a las madres que están casadas.
Cuando Chan Zhang se enteró de que la Corte Suprema de Estados Unidos anuló la sentencia del caso Roe contra Wade, se quedó muy sorprendida de que los estadounidenses siguieran peleando el derecho al aborto.
“En general, aquí la sociedad no está a favor del aborto”, comentó Zhang, una profesora de 37 años que ingresó hace poco a la plantilla docente de una universidad de prestigio en la costa este de China, “pero siento que las mujeres tienen derecho a decidir si quieren practicarse un aborto”.
El aborto, al igual que casi la mayor parte de los asuntos que tiene que ver con la reproducción en China, está muy centralizado en la autoridad del Partido Comunista de China. Durante décadas, el partido obligó a las mujeres a que abortaran y se esterilizaran como parte de su política de hijo único. Ahora, frente a una crisis demográfica, quiere que las mujeres tengan más de un hijo… de preferencia tres.
Pero Pekín sigue decidiendo quién puede tener hijos y, con sus draconianas políticas de planificación familiar, está discriminando tanto a las minorías como a las madres solteras como Zhang. Muchas mujeres dicen que ahora la pregunta es: ¿por qué ellas querrían tener hijos?
Como la natalidad en China se encuentra en sus niveles históricos más bajos, las autoridades han estado otorgando créditos fiscales e hipotecarios, beneficios en materia de educación e incluso incentivos monetarios para alentar a las mujeres a tener más hijos. Sin embargo, estos beneficios solo están disponibles para las parejas casadas, un prerrequisito que cada vez es menos atractivo para las mujeres independientes que, en algunos casos, preferirían tener solas a sus hijos.
Desde hace mucho tiempo, los bebés cuyos padres no tienen pareja en China han tenido dificultades para recibir algunas prestaciones sociales, como seguro médico y educación. A las mujeres solteras que están embarazadas casi siempre se les niega acceso a la atención médica pública y a seguros que tengan cobertura de licencia por maternidad. Tampoco cuentan con protección jurídica en caso de que sus empleadores las despidan por estar embarazadas.
Algunas mujeres solteras, entre ellas Zhang, sencillamente deciden no tener hijos, lo cual contrarresta de manera tácita el control que tiene Pekín sobre el cuerpo de las mujeres. Quienes encuentran formas de evadir las reglas, casi siempre se atienen a las consecuencias que impone el Estado.
“Mucha gente cree que ser madre soltera implica tener que enfrentar a la opinión pública, pero no es así”, señaló Sarah Gao, una madre soltera de 46 años que vive en Pekín y se pronuncia con franqueza sobre los derechos reproductivos. “En realidad es a este sistema”.
Según las leyes de China, a fin de obtener atención prenatal en un hospital público, la mujer embarazada y su esposo tienen que acudir a registrar su matrimonio. Cuando Gao se enteró de que estaba embarazada, tuvo que decirles a los médicos de un hospital que su esposo estaba en el extranjero para que pudieran atenderla.
Su hija nació en noviembre de 2016 y ocho meses después, la despidieron de su empleo, lo que la indujo a presentar una demanda por discriminación en contra de la empresa donde trabajaba. La empresa ganó porque, al ser madre soltera, Gao no tiene derecho a las prestaciones y protecciones de la ley.
La corte determinó que haber dado a luz fuera del matrimonio “no se ajustaba a la política nacional de China”. Gao apelará por tercera vez.
La política nacional de China relacionada con la planificación familiar no establece de manera explícita que una mujer soltera no pueda tener hijos, pero su definición de madre es la de una mujer casada y prefiere a las madres que están casadas. Es común que los municipios ofrezcan bonos de dinero a las familias cuyos bebés hayan nacido recientemente. Docenas de ciudades han ampliado las licencias por maternidad y añadido otro mes a la licencia de las madres que tienen un segundo o tercer hijo. Una provincia del noroeste de China está considerando incluso otorgar una licencia por todo un año. Algunas han instituido “interrupciones de crianza” para las parejas casadas con hijos pequeños.
Pero estos incentivos no están logrando revertir la crisis demográfica, sobre todo ante el constante descenso del porcentaje de matrimonios en China, el cual llegó el año pasado a su nivel más bajo en 36 años. A las mujeres que llegaron a la edad adulta durante el periodo de mayor crecimiento económico en la historia moderna de China les preocupa cada vez más perder la independencia ganada con tantas dificultades si se asientan.
En la reunión anual más reciente de la legislatura china, la cual aprueba todas las leyes, un político planteó que el partido fuera más tolerante con las madres solteras que querían tener hijos y que les otorgaran los mismos derechos que a las parejas casadas. Sin embargo, incluso cuando el descenso de la población amenaza las aspiraciones económicas de Pekín, las autoridades chinas casi nunca han podido introducir cambios perdurables en la política.
El año pasado, la provincia interior de Hunan dijo que estaba considerando ofrecer servicios de fertilidad para las madres solteras, pero no ha avanzado gran cosa.
Cuando Shanghái decidió suspender su política de otorgar prestaciones de maternidad solo a las mujeres casadas, unas cuantas semanas después dio marcha atrás a esa decisión, cosa que dejó muy en claro el trabajo que les cuesta a las autoridades relajar su control en materia de planificación familiar.
“A nivel de sociedad, es una amenaza tanto a la institución legalmente reconocida del matrimonio como a la estabilidad social”, señaló Zheng Mu, profesora adjunta de sociología en la Universidad Nacional de Singapur quien estudia la fertilidad en China.
Hace diez años, Kelly Xie, de 36 años, se casó porque quería tener un hijo. “En ese momento ya tenía la edad adecuada y me puse a elegir y tomar decisiones; él parecía la mejor opción”, comentó. Cuatro años después, dio a luz a su hija, pero no estaba contenta en su matrimonio.
Su suegra adoraba al marido y no tardaba en criticar a Xie cuando algo no estaba en orden en la casa, a veces hasta la llamaba al trabajo para quejarse del polvo en un rincón o de un plato sin lavar en el fregadero.
Ahora que está divorciada, Xie dice que le gustaría tener un segundo hijo sola, pero sus opciones son limitadas. Una posibilidad es viajar al extranjero para recibir una fecundación in vitro, o FIV, lo cual puede ser prohibitivo en términos de dinero para algunas mujeres. Por el momento, Xie está buscando en internet con la esperanza de encontrar a alguien que quiera ayudarle a embarazarse de la manera tradicional.
Sería un gran apoyo que ofrecieran a las madres solteras un seguro de maternidad que cubriera los costos de algunos servicios de fertilidad, como la FIV, señaló Xie. Ahora en Pekín, por ejemplo, las mujeres casadas pueden congelar sus óvulos y tener acceso a otros servicios de FIV subsidiados gracias a las prestaciones del seguro médico de la ciudad, lo cual forma parte de una nueva política de “apoyo a la fertilidad”.
Casi en ninguna parte del país es legal la FIV para las mujeres que no estén casadas, así que, cuando tenía 29 años, Li Xueke fue a Tailandia para que ahí le practicaran este procedimiento. Li, una emprendedora que hizo su fortuna con sus escuelas de modelaje, se dijo a sí misma que, si a los 30 años no había encontrado ningún hombre con el que quisiera casarse, tendría un hijo sola.
Al final, tuvo trillizos y, casi tres años después, no se arrepiente de su decisión.