El proceso de crear una moneda virtual, es un complejo juego de adivinanzas que se vale de computadoras de gran potencia y ávidas de poder, consume una alta cantidad de energía. A nivel mundial, el bitcóin usa más electricidad que muchos países.
Siete de las empresas más grandes de minado de bitcóin en Estados Unidos están estructuradas de manera que usan casi la misma cantidad de electricidad que los hogares de Houston, según los datos revelados el viernes como parte de una investigación a cargo de los demócratas del Congreso que dicen que los criptomineros deberían estar obligados a declarar su consumo energético.
Estados Unidos ha visto un influjo de mineros de criptomonedas, que usan computadoras poderosas y de alto consumo energético para crear y rastrear divisas virtuales, después de que China disuadió la práctica el año pasado. Los demócratas guiados por la senadora demócrata de Massachusetts, Elizabeth Warren, también están haciendo un llamado para que las empresas reporten sus emisiones de dióxido de carbono, el principal gas de efecto invernadero causante del cambio climático.
“Tan solo estos datos limitados revelan que los criptomineros son consumidores importantes de energía que representan una cantidad significativa —y de rápido crecimiento— de emisiones de carbono”, escribieron Warren y cinco miembros más del Congreso en una carta dirigida a los directores de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por su sigla en inglés) y el Departamento de Energía (DOE, por su sigla en inglés). “Pero se sabe poco sobre el verdadero alcance de la actividad criptominera”, escribieron.
Las investigaciones han mostrado que un repunte en la criptominería también está elevando de manera considerable los costos de la energía para residentes y pequeños negocios locales, además de aumentar la carga de la red eléctrica en estados como Texas, rezaba la carta.
Las criptomonedas como el bitcóin han crecido de manera exponencial desde que se lanzaron hace más de una década y en años recientes también lo han hecho las preocupaciones en torno a la criptominería, el proceso de crear una moneda virtual. Ese proceso, un complejo juego de adivinanzas que se vale de computadoras de gran potencia y ávidas de poder, consume una alta cantidad de energía. A nivel mundial, el bitcóin usa más electricidad que muchos países.
A principios de este año, un grupo de demócratas en el Congreso emprendió una investigación sobre el consumo energético en las empresas de criptominado más grandes del país. Les pidieron a siete empresas de criptominería datos sobre sus operaciones y los hallazgos del grupo, publicados el viernes, se basan en las respuestas de estas empresas.
Esos datos mostraron que tan solo esas siete empresas estaban establecidas de manera que consumen hasta 1045 megavatios de energía; es decir, suficiente electricidad para abastecer a todas las residencias en una ciudad del tamaño de Houston, la cuarta ciudad más grande de la nación con 2,3 millones de habitantes. Las empresas también afirmaron que planean ampliar su capacidad a un ritmo vertiginoso.
Una de las empresas más grandes de criptominado en Estados Unidos, Marathon Digital Holdings, comentó para la investigación que, desde febrero, opera casi 33.000 computadoras altamente especializadas y de consumo intensivo de energía, conocidas como “equipo de criptominería”, en comparación con las pocas más de 2000 que tenía a inicios de 2021. Para principios del próximo año, pretende que esa cifra llegue a las 199.000 unidades, casi 100 veces más equipos en dos años, confirmó.
Actualmente, la empresa opera un centro de criptominado, cuyo suministro eléctrico viene de The Hardin Generating Station, en Montana, que genera electricidad a partir de la quema de carbón, el combustible más contaminante. Pero en abril, Marathon anunció que trasladaría esas operaciones a “nuevos sitios con fuentes de energía más sostenibles” y que la empresa pretendía trabajar para alcanzar la neutralidad de carbono. No ofreció más detalles.
Las empresas de criptominería suelen localizarse cerca de fuentes energéticas debido a su fuerte demanda de electricidad.
Greenidge Generation Holdings, que opera un centro de minado de bitcóin que funciona gracias al suministro de una planta de gas natural en el norte del estado de Nueva York, declaró que tenía previsto aumentar diez veces su capacidad de minería en varias sedes, entre ellas en Carolina del Sur y Texas, para 2025. Pero el mes pasado, Nueva York se rehusó a renovar un permiso de contaminación del aire para el centro, refiriéndose a las operaciones de criptominado de Greenidge como una amenaza para los objetivos del estado de limitar las emisiones de gases de efecto invernadero que suscitan el cambio climático. Greenidge indicó que continuaría sus operaciones con su permiso actual mientras apelaba la decisión del estado.
En general, las siete empresas más grandes de criptominería esperaban aumentar al menos 2399 megavatios su capacidad total de minado en los próximos años, un aumento de casi un 230 por ciento con respecto a los niveles actuales y suficiente energía para brindar electricidad a 1,9 millones de residencias.
Algunas empresas de criptominería afirman que operan con energía renovable. En su respuesta a la solicitud de información de los senadores, Riot Blockchain señaló su centro de criptominería Coinmint en Massena, Nueva York, que utiliza hidroelectricidad casi de manera exclusiva. Pero su centro Whinstone, que es mucho más grande, se conecta a la red eléctrica de Texas, cuya capacidad generadora se vale en más de un 60 por ciento de carbón o gas natural gas, según la carta.
No quedó claro cómo la caída reciente en los precios de las criptomonedas afectaría los planes de expansión. Y el panorama general del consumo energético de los criptomineros más allá de estas siete empresas tampoco está claro.
Dadas estas inquietudes, Warren comentó en su carta, la EPA y el DOE deberían unir fuerzas para establecer normas que exijan a los criptomineros informar su consumo energético y sus emisiones. Eso le permitiría al gobierno federal monitorear el consumo y las tendencias de la energía con miras a empezar a regular una industria que en su mayoría no está regulada.