Para las estrellas del atletismo, a menudo no basta con dominar la pista. También deben ser comercializables. Muchos atletas son conscientes de esto y usan sus celebraciones, peinados y vestimentas para hacer crecer sus marcas.
Raven Saunders observó de cerca el auge de Usain Bolt.
La lanzadora de bala sabía que nunca podría ser como Bolt —una de las figuras del atletismo más populares y reconocibles de la historia— ni tampoco buscaba serlo. Sin embargo, estaba tomando nota.
Bolt estableció récords como velocista, pero su rapidez no fue lo único que lo convirtió en una de las estrellas del atletismo más ricas de todos los tiempos. Su carisma y sus celebraciones insignia le ayudaron a ser comercializable.
Saunders, una lanzadora de bala que recibe menos cobertura en la televisión que sus pares velocistas, dijo que sabía que necesitaba sobresalir si quería llamar la atención.
“Solía pensar: ‘Si soy la mejor en mi evento, ¿por qué nadie me ve?’ o ‘¿Qué debo hacer para ser vista?’”, comentó.
En las Olimpiadas del verano pasado, Saunders se pintó el pelo de morado y verde y utilizó una mascarilla verde con la cara de Hulk cuando ganó una medalla de plata. Después de asegurar el segundo lugar, Saunders, quien es conocida por el apodo de Hulk, bailó “twerk” (agregó que está extática de ser la única atleta de pista y campo en haber bailado “twerk” durante la transmisión por televisión de las Olimpiadas).
“El dinero en el atletismo es limitado, en especial en el grupo de mi disciplina”, comentó Saunders, de 26 años. “Pero sé que, con mi personalidad y las cosas que hago en este deporte, sigo valiendo tanto como algunas de las mejores corredoras del mundo o al menos de este país”.
El año pasado, Saunders firmó un acuerdo de patrocinio con la empresa de ciencia e ingeniería Leidos, a la que utiliza para pronunciarse públicamente a fin de generar conciencia sobre los problemas de la salud mental.
Para las estrellas del atletismo, a menudo no basta con dominar la pista. También deben ser comercializables. Muchos atletas son conscientes de esto y usan sus celebraciones, peinados y vestimentas para hacer crecer sus marcas.
Letsile Tebogo, un velocista de 19 años, también estudió el modelo de Bolt. Tebogo dejó impactado al mundo del atletismo a inicios de este mes en el Campeonato Mundial sub-20 donde ganó una carrera de 100 metros en 9,91 segundos, el menor tiempo registrado por un adolescente en la historia. Y, aunque el tiempo de Tebogo es espectacular, su rendimiento se volvió viral gracias a la manera en la que terminó su carrera.
A falta de casi la mitad de la carrera, Tebogo volteó hacia Bouwahjgie Nkrumie de Jamaica, quien iba en segundo lugar a dos carriles de distancia. Tebogo agitó el dedo y le gritó a Nkrumie durante los últimos 40 metros mientras este último y el resto del pelotón intensificaba su desempeño y luchaba por mantener el ritmo.
Tebogo voló a través de la línea de meta, convirtió su dedo en un puño que agitó para celebrar y corrió otros 100 metros mientras se levantaba la camiseta y alzaba las manos en el aire para provocar a la multitud.
El estilo de la victoria evocó a Bolt, quien solía celebrar antes de la línea de meta, acelerando hasta conseguir tiempos históricos. Mientras la expresión de los otros corredores era imperturbable antes de importantes carreras de campeonato, Bolt se acercaba a la cámara y les hablaba a los televidentes en casa o chocaba puños con voluntarios olímpicos.
Después de ganar, Bolt celebraba poniéndose en cuclillas y reclinándose hacia atrás, a menudo envuelto en la bandera jamaicana, con los brazos apuntando hacia el cielo, uno estirado y el otro cruzado sobre el pecho. La semana pasada, Bolt presentó documentación para que esa celebración insignia fuera una marca registrada.
“Solo mostraba mi personalidad y pasaba un buen rato”, comentó Bolt en un correo electrónico. Bolt mencionó su primera celebración en 2002, cuando saludó al público después de ganar la medalla de oro de los 200 metros en el Campeonato Mundial Juvenil y recibió el rugido del estadio que lo celebraba. “La gente va a ver los eventos para entretenerse y, si podemos ganar, correr rápido y divertirnos, es un mejor espectáculo”, dijo.
En 2018, Bolt ocupó el lugar 45 de la lista Forbes de los 50 atletas mejor pagados y casi 1 millón de sus 31 millones de dólares de ganancias anuales provino de sus decenas de acuerdos de patrocinio. Fue el único atleta de pista y campo en la lista. Muchos de sus pares ganan apenas 5000 dólares al año.
Sha’Carri Richardson se convirtió en una estrella durante las pruebas olímpicas de atletismo de Estados Unidos del año pasado en la eliminatoria semifinal de los 100 metros. Comenzó apuntando al reloj con sus largas uñas mientras el pelo naranja volaba detrás de ella mucho antes de que terminara la carrera. Luego, ganó el título nacional y les dijo a los reporteros que quería que el mundo supiera que ella era “esa chica”.
Florence Griffith-Joyner, poseedora de los récords mundiales en los 100 y 200 metros, fue una de las primeras atletas en convertir la pista en su versión de la Gala del Met. Griffith-Joyner se acercaba a la línea de salida con uñas coloridas de 15 centímetros, vestida con un conjunto sin una pierna y el rostro cubierto de maquillaje. Su influencia en el deporte y la cultura popular (Beyoncé se disfrazó como la corredora para Halloween en 2018, ¿hace falta decir más?) es evidente en atletas como Richardson, Shelly-Ann Fraser-Pryce y otras.
Cuando las atletas entraron a la pista para la final de salto de longitud en los Juegos Olímpicos del verano pasado, se pudo ver esa influencia en la estadounidense Tara Davis, una saltadora de longitud, quien se paseó a zancadas lentas frente a la cámara con un sombrero vaquero y una sonrisa antes de pasar los dedos por el sombrero y hacerle un guiño a la cámara.
Inspirada en Griffith-Joyner y el estilo de su colega de salto de longitud Brittney Reese, Davis llegó a las Olimpiadas para lucirse.
“Este es nuestro trabajo y cualquiera que se prepare para su trabajo se pone maquillaje, pero la gente cree que es un poco raro que nosotras lo hagamos porque competimos”, comentó Davis, de 23 años. “Pero es nuestro trabajo. Y si te ves bien, te vas a sentir bien y si te sientes bien, vas a correr bien”.
Davis, quien terminó en sexto lugar en las Olimpiadas de Tokio, comentó que no había considerado con seriedad el dinero que podía llegar gracias a sus dotes histriónicas. Sin embargo, cree que los atletas deben celebrar o vestirse como les guste y así el éxito les llegará de todas maneras.
“Me dejó de importar qué piensa la gente”, comentó. “Si estás disfrutando el momento, es lo único que importa”.