Su vida ha transcurrido sin la controversia ni los escándalos ocasionales que han experimentado sus parientes; como resultado, Guillermo ha ocupado un lugar destacado en las encuestas de popularidad sobre la familia real.
LONDRES — Ha sido famoso desde el primer día, un elemento básico de la prensa sensacionalista al ser el primogénito del príncipe Carlos y la joven y glamurosa princesa Diana.
Desde entonces, el príncipe Guillermo ha vivido su vida en público. El mundo lo vio llevar un termo pequeño en su primer día de escuela, caminar sombríamente tras el ataúd de su madre a los 15 años, aprender a volar en la Real Fuerza Aérea, casarse con Catalina Middleton en una fastuosa boda real y convertirse en padre de tres hijos.
Ahora, tras la muerte de la reina Isabel II, Guillermo, de 40 años, es el Príncipe de Gales y heredero del trono británico.
En gran medida, su vida ha transcurrido sin la controversia ni los escándalos ocasionales que han experimentado sus parientes; como resultado, Guillermo ha ocupado un lugar destacado en las encuestas de popularidad sobre la familia real.
De hecho, muchos observadores e historiadores de la realeza consideran al príncipe y a su esposa como el verdadero futuro de la monarquía británica, gracias en parte a la cuidadosa construcción de la imagen de la familia en torno a la pareja, que los proyecta como un símbolo de la próxima generación.
“Esta es una monarquía muy transitoria”, comentó Arianne Chernock, profesora de Historia en la Universidad de Boston y experta en la monarquía británica moderna, sobre el nuevo reinado del rey Carlos III, que tiene 73 años. “Creo que tendremos que esperar, sinceramente, por Guillermo y Catalina para ver una actualización más significativa. Pero siempre, por supuesto, también en sintonía y teniendo en cuenta la tradición”.
En los días transcurridos desde la muerte de su abuela, Guillermo ha mostrado respeto por la tradición real, así como un instinto de imagen positiva. El sábado pasado, emitió una declaración personal en la que honraba a su abuela, destacando no solo su relación personal, sino también el impacto que tuvo en la formación de su visión, y la de Catalina, de lo que debe ser la monarquía. También dio un paseo muy visible ese día con su hermano, el príncipe Enrique, y la esposa de este, Meghan, duquesa de Sussex, proyectando una sensación de cortesía entre dos hermanos, cuya relación ha sido tensa desde el año pasado.
Laura Clancy, profesora de la Universidad de Lancaster y autora del libro “Running the Family Firm: How the Monarchy Manages Its Image and Our Money”, señaló que existía un claro esfuerzo por parte del palacio para presentar la imagen de Guillermo y Catalina como personas con las que tienes una conexión emocional, con un enfoque en su vida familiar.
“Creo que se consigue una imagen quizá más íntima que la que ofrece Carlos”, aseguró Clancy. “Ese tipo de puesta en escena de esa familia tan nuclear, todavía se puede ver con Catalina y los niños, y él como ese padre práctico”.
“No sabemos realmente cómo son sus personalidades; no sabemos mucho sobre Catalina, o Guillermo”, añadió Clancy. “Pero uno cree que sí, y eso es importante”.
En una encuesta en línea de la empresa británica de sondeos YouGov, Guillermo se situaba como el tercer miembro de la realeza más popular, con un 66 por ciento de aprobación; solo quedaba detrás de la reina, que tenía un 75 por ciento de popularidad antes de su muerte, y de su esposa Catalina, con un 68 por ciento. Carlos ocupa el séptimo lugar, con un 42 por ciento.
La popularidad de Guillermo y Catalina se debe en parte a su cuidada presencia en las redes sociales, que parece ofrecer una visión entre bastidores de su vida.
En su cuenta conjunta de Instagram, muy coreografiada, muchas de las fotos se concentran en su vida familiar, algunas de ellas tomadas por Catalina, a quien le gusta la fotografía.
Pat Sellar, de 71 años; Mary Williams, de 73, y su marido Nigel Williams, de 73, que se unieron a la multitud que depositaba flores en Green Park esta semana, afirmaron que admiraban a la realeza, pues sentían que toda la familia tenía un verdadero sentido del servicio.
“La reina ya no está, pero me alegra ver que eso se transmite a la generación más joven con Guillermo y Catalina”, declaró Sellar.
Esa popularidad se extendió en un momento dado a la cuestión de la sucesión.
Mediante una encuesta realizada en mayo, YouGov preguntó a los británicos quién debería convertirse en rey tras la muerte de Isabel; cerca del 37 por ciento respondió que debería ser Guillermo, mientras que el 34 por ciento creía que debería ser su padre, Carlos.
Muchos expertos afirman que es poco probable que Guillermo cambie de manera fundamental la monarquía cuando llegue su momento de subir al trono.
“Una cosa en la que la realeza es realmente buena es cambiar siempre para poder seguir igual, para poder mantener lo que tienen”, explicó Clancy. “Creo que Guillermo es la siguiente generación de esa tradición”.
Heredar los títulos de su padre —el Príncipe de Gales y el Duque de Cornualles— no solo es simbólico. También significa que heredará el Ducado de Cornualles, que Carlos convirtió en un lucrativo imperio empresarial con un valor estimado de 1000 millones de libras, o 1170 millones de dólares.
También es probable que herede algunas de las causas que Carlos ha defendido, entre ellas la lucha contra el cambio climático, que el rey ya no podrá defender en su papel de jefe de Estado.
Guillermo ya empezó a dedicar tiempo a ese tema; el príncipe y su fundación real lanzaron el Premio Earthshot, que cada año otorgará cinco premios de un millón de libras a creadores de soluciones para el cambio climático durante una década.
Carlos se refirió indirectamente a la evolución de las responsabilidades de Guillermo en su primer discurso a la nación la semana pasada, al ofrecer pistas sobre cómo la familia real está pensando en la labor de Guillermo.
Carlos dijo que, al cambiar su propio papel, sería imposible “dedicar tanto tiempo y energías a las organizaciones benéficas y a los temas por los que me preocupo de manera tan profunda”. Y añadió: “Sé que esta importante labor continuará en las manos confiables de otros”.
“Interpreté eso como un mensaje dirigido a Guillermo y Catalina”, opinó Chernock. La académica cree que puede haber cierto margen de evolución en ese ámbito, y añadió: “Guillermo y Catalina pueden utilizar ese periodo antes de convertirse en rey y reina para dedicarse a parte del trabajo de modernización”.