Solo 8% de las escuelas reportaron tener gabinete psicopedagógico, y menos del 30% tienen docentes especiales. Hay 3 docentes especiales por cada 1,000 estudiantes en promedio en el país, sin embargo, estos se encuentran altamente concentrados en áreas urbanas.
Según hallazgos del estudio “El Desafío de la Inclusión Escolar”, del Centro de Investigación Educativa de Panamá (CIEDU), llevado a cabo mediante encuestas, entrevistas, y observaciones de aula, en escuelas de todas las regiones del país, en Panamá, la mitad de las escuelas han tenido estudiantes con discapacidad física, pero sólo 35% son accesibles para sillas de ruedas.
Los resultados urgen a la comunidad a priorizar la atención de estudiantes con necesidades especiales, resaltando prioridades que permitan mejorar la práctica docente y de gestión en inclusión para atender apropiadamente las diversas necesidades de los estudiantes en el sistema educativo panameño.
“La pandemia mostró y agravó las brechas de inequidad dentro del sistema educativo, y debemos prestar atención a estudiantes particularmente vulnerables, por ejemplo, enfocando un esfuerzo especial a la mejora de la inclusión educativa y atención a las necesidades especiales, que estaban en crisis ya previo a la pandemia y serán clave para ayudarnos en la recuperación”, destacó Nadia De León, directora de CIEDU.
El estudio destaca que en Panamá 15% de los estudiantes tienen una necesidad especial (incluyendo discapacidad, necesidades educativas especiales, y talentos especiales), lo cual se encuentra dentro de los rangos esperados. Sin embargo, se encontró que entre las diferentes regiones del país, a mayor índice de pobreza, menor prevalencia reportada de discapacidad intelectual. Este hallazgo es lo opuesto a lo esperado, y preocupa porque puede sugerir un infradiagnóstico que impide la atención adecuada. Por la misma razón, resulta también preocupante que hay regiones en las que el porcentaje de estudiantes con condiciones sin definir sea alrededor del 5%.
Al menos un cuarto de las escuelas no reportan datos sobre los estudiantes con necesidades especiales ni al Ministerio de Educación (MEDUCA) ni al Instituto Panameño de Habilitación Especial (IPHE), las dos entidades encargadas.
El estudio indica que hay una notoria falta de claridad en los roles de las dos instituciones en el sistema de inclusión; y es indispensable mejorar la comunicación, manejo de datos y terminología, ya que existen traslapes de gestión entre ellas y dentro del MEDUCA. En temas de diagnóstico y seguimiento, es particularmente importante también una mejor conexión entre las escuelas y el sistema de salud.
Tampoco existe suficiente recurso humano calificado para atender a los estudiantes con NEE, por lo que es importante promover la formación de profesionales indispensables para el país: psicólogos, docentes de educación especial, trabajadores sociales, fonoaudiólogos, psicopedagogos, especialistas en dificultades de aprendizaje, terapeutas ocupacionales, etc.
Solo 8% de las escuelas reportaron tener gabinete psicopedagógico, y menos del 30% tienen docentes especiales. Hay 3 docentes especiales por cada 1,000 estudiantes en promedio en el país, sin embargo, estos se encuentran altamente concentrados en áreas urbanas.
Se pudo conocer que los docentes de aula a menudo están involucrados en la detección, diagnóstico, y seguimiento de los estudiantes con NEE a pesar de que no reciben apoyo suficiente y no se sienten seguros de su comprensión sobre muchas condiciones. De hecho, la mitad de los participantes en el estudio indicó no haber recibido nunca formación en inclusión educativa, y los que la han recibido indican que ha sido en su mayoría puramente teórica.
En particular, según las encuestas, el conocimiento conceptual de los directores, docentes y docentes especiales sobre discapacidad intelectual y talentos especiales fue menos preciso de lo que creían. Por otro lado, cuando los docentes reciben capacitación sobre las NEE, legislación o adecuaciones, su conocimiento es mucho más preciso.
La falta de capacitación se reflejó en los hallazgos sobre calidad de educación inclusiva. Según las observaciones de aula, las escuelas todavía no logran promover la excelencia educativa por medio de tareas realizables, pero retadoras, conectadas con la vida real y que requieran niveles altos de pensamiento. Tampoco se está fomentando la equidad educativa por medio de la enseñanza diferenciada, la retroalimentación, actividades de colaboración entre los estudiantes, y acceso equitativo a actividades y recursos. Sin embargo, los docentes sí crean un ambiente de aprendizaje propicio, tienen un buen manejo de aula, y generan en los estudiantes una actitud positiva hacia el aprendizaje.
“Hemos encontrado que existe una profunda inequidad en el acceso a la educación inclusiva”, indicó la Dra. De León. “Hay un porcentaje importante de estudiantes que no están recibiendo la atención especializada que requieren, porque los docentes de aula están asumiendo responsabilidades que superan su capacidad, pues no han recibido la formación necesaria, ni tienen el apoyo; y la escuela no cuenta con los recursos, materiales, ni el personal necesario. Los docentes reclaman el apoyo que necesitan”.
No se pueden atender las necesidades que no se conocen. Los actores claves deben tomar acciones y fortalecer la gestión del sistema, así como la formación inicial y continua del recurso humano. El desafío de implementar una educación que responda a las diversas necesidades de los estudiantes al que nos enfrentamos desde 1995, cuando transformamos por ley las escuelas a centros de educación inclusivos, requiere de políticas públicas comprometidas y estables que puedan generar prácticas escolares y de aula en beneficio de cada estudiante de nuestro país.