Las elecciones de medio mandato de 2022 fueron las terceras elecciones federales consecutivas en que la decisión de muchos candidatos republicanos de sumirse en una ciénaga de teorías conspirativas y posturas políticas de extrema derecha tuvo consecuencias electorales graves para el Partido Republicano.
El veredicto de las elecciones de medio mandato con su sorprendente variedad de matices ofrece, por lo menos, una importante conclusión sobre el estado del ánimo nacional: en los estados pendulares y distritos púrpura de todo el país, los votantes se manifestaron a favor de la moderación.
Fue lo que ocurrió en la contienda por el Senado en Nevada, donde Catherine Cortez Masto, una modesta demócrata que ocupaba uno de los escaños del partido en mayor peligro, calmó las preocupaciones económicas de los electores y consiguió la reelección gracias a su decisión de enfatizar que su oponente republicano había aceptado las mentiras de Donald Trump sobre las elecciones de 2020 y denigrado el derecho al aborto.
Sucedió en Pensilvania, donde Josh Shapiro, que enfrentaba a Doug Mastriano, de ideología de extrema derecha, ganó las elecciones para gobernador. Es el triunfo más aplastante visto en el estado desde 1946 para un candidato que no ocupaba la curul en ese momento.
También ocurrió el domingo, cuando una demócrata liberal de Oregón que derrotó en las primarias al veterano centrista Kurt Schrader, demócrata miembro de la Cámara de Representantes, perdió el escaño de su partido en la contienda contra el Partido Republicano, en un terrible golpe que pone en riesgo las posibilidades de los demócratas de conservar la mayoría.
En todo tipo de contiendas, los republicanos que le apostaban a una oleada roja más bien recibieron una bofetada generalizada de los estadounidenses que, con todo y las dudas evidentes en las encuestas con respecto al gobierno demócrata, dejaron muy claro que creen que el extremismo del Partido Republicano ya es inaceptable.
Aunque en menor escala, una dinámica similar puede observarse en la izquierda: después de que los electores demócratas optaron en las primarias por nominados más progresistas y no por los moderados, en algunas de las contiendas para la Cámara de Representantes, incluidas las de Oregón, Texas y California, esos candidatos con tendencias izquierdistas sufrieron una derrota o corren el riesgo de perder escaños que podrían haber contribuido a conservar una ligera mayoría demócrata.
Pero las elecciones de medio mandato de 2022 fueron las terceras elecciones federales consecutivas en que la decisión de muchos candidatos republicanos de sumirse en una ciénaga de teorías conspirativas y posturas políticas de extrema derecha tuvo consecuencias electorales graves para el Partido Republicano.
“El mensaje del martes fue que el ciudadano común y corriente está harto del extremismo”, afirmó la representante Elissa Slotkin, demócrata que se postuló a la reelección en un distrito de preferencia republicana del área central de Míchigan con un mensaje centrista explícito, con el respaldo de la representante republicana Liz Cheney de Wyoming. “Ya no quieren votar por personas que solo buscan destruir el sistema”.
Los republicanos no solo fracasaron en las elecciones para gobernador de Pensilvania a Minnesota; también perdieron contiendas por curules en la Cámara de Representantes que eran de especial interés en esos estados, lo que refleja el peligro político de que la ciudadanía perciba a los principales candidatos como extremistas o frívolos, señalaron estrategas del partido.
Además, aunque todavía existe la posibilidad de que los republicanos ganen la Cámara de Representantes, en muchas carreras se quedaron muy lejos de alcanzar la meta de recuperar los distritos que le ayudaron al Partido Demócrata en 2018 a obtener la mayoría en la cámara y, en cambio, los demócratas les quitaron un asiento en el Senado en Pensilvania.
“Muchos republicanos saben que la democracia está en riesgo y que se debe a estos candidatos extremistas”, comentó el gobernador de Carolina del Norte, Roy Cooper, presidente de la Asociación de Gobernadores Demócratas.
Los demócratas también perdieron oportunidades, incluso en casos en que sus electores habían preferido en las primarias a candidatos del ala liberal del partido en vez del centro.
En un distrito competitivo a las afueras de Portland, Oregón, los votantes demócratas no apoyaron en mayo a Schrader, moderado que ocupó el cargo durante siete periodos, y en su lugar prefirieron a una candidata mucho más liberal, Jamie McLeod-Skinner. El domingo, The Associated Press anunció que la vencedora de esa contienda fue la republicana Lori Chavez-DeRemer.
“Estamos más divididos que nunca”, se lamentó Schrader en una entrevista el domingo por la noche. “La gente está regresando a sus alianzas tribales que tienden más a la derecha y más a la izquierda. No es sano para el país”.
En un ejemplo más que refuerza ese mensaje, Adam Frisch, un independiente vuelto demócrata de Aspen, Colorado, apenas rebasó por 290 votos a una demócrata mucho más liberal, Sol Sandoval, para enfrentarse a la representante Lauren Boebert, una de las abanderadas más notables del trumpismo. Frisch bien podría adjudicarse el triunfo más inesperado de la campaña gracias a una plataforma moderada de apoyo al sector empresarial, a la producción de energía y a “un partido a favor de la normalidad”.
“El mensaje de un partido a favor de la normalidad tuvo apoyo en todo el país”, aseveró Frisch en una entrevista el domingo. “La gente de verdad quiere que sus representantes se muevan entre las líneas de las 30 yardas”, no en los extremos.
Claro que muchos candidatos con linaje de izquierda o derecha vencieron. En Florida, el gobernador Ron DeSantis le dio la vuelta al condado de Miami-Dade, que no había votado por un candidato republicano a gobernador en dos décadas, mientras que el gobernador Brian Kemp ganó con facilidad la reelección en Georgia.
Ninguno de estos hombres tiene lazos estrechos con Trump (con frecuencia se dice que DeSantis es la principal alternativa para la nominación presidencial de los republicanos), pero sí es cierto que ambos son conservadores empedernidos. Por su parte, John Fetterman, el demócrata de Pensilvania que derrotó a Mehmet Oz en la competencia por un escaño en el Senado, adoptó varias posturas moderadas durante la campaña, pero debido a su apoyo en 2016 al senador Bernie Sanders, tiene desde hace tiempo credibilidad en la izquierda.
Durante meses antes de las elecciones de medio mandato en 2022, Sarah Longwell, estratega republicana anti-Trump, les preguntó a sus grupos de sondeo cómo les parecía que estaba el país. La respuesta fue “terrible”, y como motivos señalaron la pandemia persistente, la delincuencia y la peor tasa de inflación en 40 años.
“Luego les decía: ‘¿Por quién van a votar, Mark Kelly o Blake Masters?’”, explicó, en referencia a los candidatos demócrata y republicano al Senado en Arizona. “Su respuesta era: ‘Ah, Blake Masters está loco’”.
Los republicanos siguen optimistas en cuanto a sus posibilidades de retomar la mayoría en la Cámara de Representantes, aunque sea por un margen más pequeño de lo que muchos predijeron.
“Los republicanos de la Cámara de Representantes están satisfechos con el progreso logrado en Nueva York, los escaños complicados que conservamos en California y el hecho de que pasamos de tener un escaño en Iowa a ocupar los cuatro en solo dos ciclos”, indicó en un comunicado Mike Berg, vocero de la división de campaña de los republicanos en la Cámara de Representantes, al tiempo que se seguían contando los votos de California.
No obstante, en la mayoría de los estados en disputa, la ola roja tan anunciada no se materializó.
En Nevada, los demócratas criticaron con vehemencia al candidato republicano al Senado Adam Laxalt por decir que la decisión del caso Roe vs. Wade que protegía el derecho federal al aborto era “una broma”.
“El aborto sin duda fue un factor en Nevada, pero también lo fue la economía”, subrayó la representante Dina Titus, demócrata que ganó una reñida batalla por la reelección en su distrito del área de Las Vegas. “Hablamos mucho en nuestras contiendas sobre lo que habíamos hecho en los últimos dos años para recuperar esta economía”.
Slotkin, de Míchigan, enfrentó votantes en un distrito que, tras la redistribución, tenía un mayor porcentaje republicano que antes. Su opositor republicano, el Senador del estado Tom Barrett, intentó moderar su postura con respecto al aborto y acalló cuestionamientos que había expresado con anterioridad sobre las elecciones de 2020.
Para su desgracia, Slotkin lo caracterizó con el terrible el extremismo de los republicanos postulados a cargos de gobernador, secretario de Estado y fiscal general.
“Fue muy inteligente e identificó que los puntos de vista extremistas no funcionarían en un distrito púrpura como el nuestro, pero no pudo hacer nada en cuanto a su historial”, comentó Slotkin en una entrevista.
Jason Cabel Roe, estratega republicano que fungió como consultor para Barrett, reconoció los problemas de los republicanos con los votantes independientes.
“La decisión Dobbs, además de los sucesos del 6 de enero y el tema del negacionismo de las elecciones, en conjunto, no nos hacen ver bien”, explicó.