La desinformación se reconoció de manera generalizada como un problema importante en 2016, afirmó John Kelly, que fue investigador académico en las universidades de Columbia, Harvard y Oxford antes de fundar Graphika, una firma de análisis de redes sociales, en 2013.
En las semanas transcurridas desde que Elon Musk tomó el control de Twitter, decenas de personas responsables de mantener a raya el material peligroso o inexacto en el servicio han publicado en LinkedIn que han dimitido o han perdido su empleo. Sus declaraciones han provocado una avalancha de condolencias y de intentos de contratarlos.
Han llegado propuestas de servicios tecnológicos rivales, minoristas, empresas de consultoría, contratistas gubernamentales y otras organizaciones que quieren utilizar a los antiguos empleados de Twitter —y a los que hace poco despidieron Meta y la plataforma de pagos Stripe— para rastrear y combatir la información falsa y tóxica en internet.
Ania Smith, directora ejecutiva de TaskRabbit, el mercado de trabajadores por encargo propiedad de Ikea, comentó en la publicación de un exempleado de Twitter este mes que debería considerar la posibilidad de solicitar un puesto de director de producto, trabajando, en parte, en herramientas de confianza y seguridad.
“La guerra por el talento ha sido excepcional en los últimos 24 meses en el sector tecnológico”, afirmó Smith en una entrevista. “Así que cuando vemos que se producen despidos, ya sea en Twitter o Meta o en otras empresas, en definitiva es una oportunidad para buscar algunos de los talentos de muy alto calibre que sabemos que contratan”.
Añadió que hacer que los usuarios se sientan seguros en la plataforma de TaskRabbit era componente clave del éxito de su empresa.
“Realmente, no podemos seguir creciendo sin invertir en un equipo de confianza y seguridad”, aseguró.
Las amenazas que suponen las teorías conspirativas, los medios de comunicación manipulados de forma engañosa, la incitación al odio, el abuso de menores, el fraude y otros daños en línea han sido estudiados durante años por investigadores académicos, grupos de expertos y analistas gubernamentales. Pero cada vez más, las empresas dentro y fuera del sector tecnológico ven ese abuso como una responsabilidad potencialmente costosa, sobre todo a medida que se realiza más trabajo en línea y los reguladores y los clientes ejercen presión para que se refuercen las barreras de protección.
En LinkedIn, bajo las publicaciones que elogiaban el trabajo de Twitter en materia de elecciones y moderación de contenidos, los comentarios promovían vacantes en TikTok (investigador de amenazas), DoorDash (gestor de políticas comunitarias) y Twitch (gestor de incidentes de confianza y seguridad). Los directivos de otras empresas solicitaron sugerencias de nombres para añadir a las bases de datos de contratación. Google, Reddit, Microsoft, Discord y ActiveFence —una empresa de 4 años que dijo el año pasado que había recaudado 100 millones de dólares y que podía escanear más de tres millones de fuentes de chats maliciosos en todos los idiomas— también tienen ofertas de trabajo.
El campo de la confianza y la seguridad apenas existía hace una década y la reserva de talento sigue siendo pequeña, señaló Lisa Kaplan, fundadora de Alethea, una empresa que utiliza tecnología de detección temprana para ayudar a los clientes a protegerse contra las campañas de desinformación. La empresa, de tres años de antigüedad, tiene 35 empleados; Kaplan dijo que esperaba añadir 23 más para mediados de 2023 y que estaba tratando de reclutar a exempleados de Twitter.
La desinformación, comentó, es como “el nuevo programa malicioso”, una “realidad digital que en última instancia va a afectar a todas las empresas”. Los clientes que antes empleaban guardias armados en el exterior de las salas de datos y luego construían cortafuegos en línea para bloquear a los hackers, ahora llaman a empresas como Alethea para que los respalden cuando, por ejemplo, las campañas de influencia coordinadas se dirigen a la percepción pública de su marca y amenazan el precio de sus acciones, explicó Kaplan.
“Cualquiera puede hacer esto: es rápido, barato y fácil”, agregó. “A medida que un mayor número de actores se dediquen a convertir la información en un arma, ya sea para obtener un beneficio financiero, de reputación, político o ideológico, veremos más objetivos. Este mercado está surgiendo porque la amenaza ha aumentado y las consecuencias se han hecho más reales”.
La desinformación se reconoció de manera generalizada como un problema importante en 2016, afirmó John Kelly, que fue investigador académico en las universidades de Columbia, Harvard y Oxford antes de fundar Graphika, una firma de análisis de redes sociales, en 2013. Los empleados de la empresa son conocidos como “los cartógrafos de la era del internet” por su trabajo de elaboración de mapas detallados de las redes sociales para clientes como Pinterest y Meta.
El enfoque de Graphika, que en un principio se enfocaba en la extracción de información sobre mercadotecnia digital, se ha ido desplazando hacia temas como las campañas de desinformación coordinadas por extranjeros, las narrativas extremistas y la desinformación sobre el clima. La transición, que comenzó en 2016 con el descubrimiento de las operaciones de influencia rusas dirigidas a las elecciones presidenciales de Estados Unidos, se intensificó con la embestida de las teorías conspirativas de COVID-19 durante la pandemia, aseguró Kelly.
“Los problemas se han desbordado del ámbito político y se han convertido en un problema de Fortune 500”, señaló. “La gama de daños en línea se ha ampliado y la gama de personas que provocan daños en línea se ha ampliado”.
Las empresas están contratando en un amplio espectro de puestos de confianza y seguridad, a pesar de los anuncios recientes de despidos.
Las empresas han cortejado a personas expertas en reconocer contenidos publicados por abusadores de menores o traficantes de personas, así como a exagentes militares de contraterrorismo con títulos avanzados en Derecho, Ciencias Políticas e Ingeniería. Los moderadores, muchos de los cuales trabajan como contratistas, también son solicitados.
Mounir Ibrahim, vicepresidente de asuntos públicos e impacto de Truepic, una empresa tecnológica especializada en la autenticidad de imágenes y contenidos digitales, dijo que muchos de los primeros clientes eran bancos y compañías de seguros que dependían cada vez más de las transacciones digitales.
“Estamos en un punto de inflexión del internet moderno”, opinó. “Nos enfrentamos a un tsunami de material generativo y sintético que va a llegar a las pantallas de nuestra computadora muy pronto: no solo imágenes y videos, sino texto, código, audio, todo lo que existe. Y esto va a tener efectos tremendos no solo en la desinformación, sino en la integridad de las marcas, en el mundo de la tecnología financiera, en el mundo de los seguros y en casi todos los sectores verticales que ahora se están transformando digitalmente a raíz del COVID”.