Como el resto de naciones árabes y musulmanas que habían clasificado ya han abandonado el torneo, Marruecos, la última que sigue jugando, se ha convertido en la abanderada de la causa palestina.
RAYÁN, Catar— En medio del tumulto, en esos minutos de alegría desenfrenada luego de que Marruecos se convirtiera en el primer equipo árabe en llegar a los cuartos de final de la Copa del Mundo de fútbol, los jugadores se tomaron un momento para reunirse tras su afamada victoria y se apiñaron para tomarse una fotografía y capturar el momento.
Juntos, en el césped donde se habían fajado durante más de dos horas para vencer a España, mientras vitoreaban y sonreían con la multitud de aficionados marroquíes vestidos de rojo gritando detrás de ellos, los jugadores y el equipo técnico se apretujaron y esperaron a que se desplegara una bandera.
No era la bandera de Marruecos.
Allí, en medio de la foto del equipo, extendida para que pudiera ser exhibida en todo su esplendor, estaba la bandera palestina. Marruecos, la mejor selección árabe en la primera Copa Mundial árabe, había desatado celebraciones en toda África del norte y más allá con su victoria. Ahora, en su momento de gloria, cuando los 32 equipos de la Copa del Mundo se habían reducido a los ocho finales, se había detenido para llamar la atención sobre un lugar y una causa que unen a muchos fanáticos y ciudadanos árabes en simpatía.
“Palestina es el país número 33 de la Copa del Mundo”, afirmó Abdullah Mansouri, un hincha marroquí que intentaba hacerse oír por encima de las trompetas y tambores que acompañaban la victoria de su país. “Palestina es nuestra causa, nuestra lucha en el mundo árabe, en todo el mundo árabe”.
Una de las características de la primera Copa del Mundo en ser disputada en el mundo musulmán ha sido la omnipresencia de los colores rojo, blanco, verde y negro de una selección que es miembro de la FIFA, pero cuya nación no es miembro pleno de las Naciones Unidas. El torneo ha ofrecido una rara oportunidad de solidaridad árabe, en el que aficionados de diferentes países están apoyando las selecciones de los demás —y expresando su apoyo a la causa palestina— incluso cuando algunos gobiernos árabes, como el del propio Marruecos, han normalizado recientemente sus relaciones con Israel.
Ese tipo de normalización no se refleja en las “calles árabes”, como se le conoce a la opinión pública árabe, lo que revela una desconexión con el liderazgo árabe, y la sensación de que la causa palestina todavía resuena ampliamente entre la gente de todo el mundo y la diáspora árabes.
En las calles y en los estadios de Catar, por ejemplo, se han exhibido banderas palestinas, brazaletes de Palestina e incluso pañuelos blanco y negro para la cabeza, o kufiyas, con la bandera palestina, durante todo el torneo (el cual dura un mes). Y como el resto de naciones árabes y musulmanas que habían clasificado ya han abandonado el torneo, Marruecos, la última que sigue jugando, se ha convertido en la abanderada de la causa palestina.
“Palestina es nuestro segundo país, es nuestro tópico, es nuestra identidad, como humanidad, como pueblo musulmán”, afirmó una aficionada, Aicha Hajjaj, mientras salía del Estadio Ciudad de la Educación con su esposo, Mohammed Bouhride, quien tenía una bandera palestina sobre su camiseta de la selección de Marruecos. “Están sufriendo”.
Bouhride volteó hacia su pequeña hija y le pidió que nombrara la capital palestina. La niña no titubeó, afirmó: “Al-Quds” (Jerusalén Este) con una gran sonrisa. Al-Quds es el nombre árabe de Jerusalén, la ciudad que tanto palestinos como israelíes definen como su verdadera capital.
La enorme cantidad de apoyo en Catar ha sido ampliamente aplaudida en Cisjordania, donde muchos palestinos están compartiendo videos y fotografías de la bandera exhibida en las redes sociales, y están expresando su felicidad por seguir recibiendo apoyo en todo el mundo árabe, a pesar de que algunos gobiernos hayan forjado acuerdos diplomáticos con Israel.
“Ver a los palestinos animando a Marruecos y a los marroquíes animando a Palestina es uno de los rechazos populares árabes más significativos a la normalización con Israel”, declaró el periodista y editor Ramzy Baroud a Days of Palestine. “Este momento vivirá por siempre en la mente de varias generaciones de árabes”.
El martes, miles de fanáticos llegaron al juego de Marruecos vestidos con emblemas de apoyo similares, algo que los anfitriones cataríes del torneo —quienes han restringido activamente las manifestaciones políticas en otros frentes— no se han esforzado en detener. En los asientos VIP, e incluso en los VVIP, los invitados han combinado sus tradicionales túnicas blancas con brazaletes con pequeños cuadros en blanco y negro, una aproximación a la kufiya palestina, luego de que la ministra de Interior de Alemania asistiera al partido inaugural de su país con un brazalete con los colores del arcoíris. Desde entonces, la presencia de brazaletes con la bandera palestina se ha multiplicado.
Si bien las celebraciones han sido en su mayoría afables —excepto por los periodistas israelíes que intentan cubrir el torneo— y le han añadido otra capa de textura local a la primera Copa del Mundo del mundo árabe, contrastan con el trato que otros aficionados han estado recibiendo a menudo cuando intentan entrar a los estadios con banderas y pancartas que promueven otras causas. Los guardias de seguridad obligan a los aficionados que usan ropa que muestran arcoíris u otras insignias que celebran a la comunidad LGBTQ o la bandera prerrevolucionaria de Irán a que los cubran o los entreguen.
La FIFA y los organizadores locales han ignorado repetidas veces las solicitudes de comentarios sobre por qué los fanáticos que visten o llevan los colores del arcoíris —los cuales no están prohibidos de forma oficial en los estadios— o mensajes contra el gobierno de Irán han enfrentado serios problemas para ingresar a los estadios, mientras que los que llevan banderas palestinas, lo que le ha generado multas a clubes de fútbol europeos en el pasado, cuando se han utilizado para burlarse de los equipos israelíes, no han tenido problemas.
En Oriente Medio, África del norte y gran parte de Europa, los ciudadanos claramente han elegido un bando. Luego de que Marruecos venciera a España, los aficionados colmaron las calles en Londres y París e incluso en la capital española, Madrid. En Marruecos, los fanáticos encendieron bengalas en Rabat y Casablanca. Y en Cisjordania, el desenlace del partido fue recibido con bocinazos, banderas ondeantes e incluso disparos de celebración. Los aficionados y sus banderas deberían volver a manifestarse el sábado, cuando Marruecos se enfrente a Portugal en los cuartos de final.