Opinión: Pelé marcó el estándar de excelencia en fútbol y no puede ser igualado

Opinión: Pelé marcó el estándar de excelencia en fútbol y no puede ser igualado
La estrella del Cosmos de Nueva York Pelé en acción contra el Metros de Toronto en el Estadio de los Yankees en Nueva York, el 18 de junio de 1976. Foto, Larry C. Morris/The New York Times.

Pelé era un derviche, un mago, un artista, cuya precisión veloz, avances relámpago y sus chilenas eran pinceladas que ofrecían un desafío para los estándares serios, estacionarios y tradicionales del juego que llegó a dominar.

La genialidad agraciada de Pelé era solo una parte de lo que lo hacía inolvidable.

Era un derviche, un mago, un artista, cuya precisión veloz, avances relámpago y sus chilenas eran pinceladas que ofrecían un desafío para los estándares serios, estacionarios y tradicionales del juego que llegó a dominar.

El campo de fútbol fue su lienzo, donde creó obra maestra tras obra maestra, desde el comienzo de su carrera. En 1958, tenía apenas 17 años y solo habían pasado algunos cuantos años desde que aprendió a jugar fútbol en las calles de una favela brasileña empobrecida que era su hogar. Sin embargo, en la Copa del Mundo de ese año, anotó seis goles, incluyendo tres en la semifinal contra Francia y dos en la victoria 5 a 2 sobre Suecia, el equipo anfitrión, para asegurar el campeonato.

Ese es el genio, precoz y puro.

No obstante, la otra parte, la que convirtió a Pelé en el estándar indeleble de la excelencia del juego global, era su ritmo. No me refiero al ritmo en la cancha que Pelé poseía… y vaya que lo tenía. Quiero decir cómo su ascenso se alineó de manera perfecta con los cambios en el mundo.

Tras ganar el Mundial de 1958, Pelé ascendió con rapidez a la cima del deporte más popular de la Tierra y permaneció ahí durante casi veinte años, en una era definida por luchas políticas contra el colonialismo y la desigualdad racial alrededor del mundo.

El mundo cambió en formas que se alinearon a la perfección para Pelé, cubriendo de oro su mística, y la televisión fue un factor principal.

Piensa en cuando surgió. Solidificaría su estatus como la estrella más grande del juego, el primero de la diáspora africana en lograr tal aclamación, en la década de los sesenta, antes de culminar su carrera en los setenta cuando llevó a Brasil a un tercer título de Copa del Mundo. Después, intentó conquistar los corazones de los estadounidenses escépticos del fútbol al jugar para el Cosmos de Nueva York. La televisión estaba por doquier, al igual que Pelé.

Gracia y genio y la suerte del ritmo perfecto. Eso es Pelé.

Fue tan solo hace algunas semanas, el 18 de diciembre, cuando vimos de nuevo la brillantez al estilo de Pelé desplegada en la Copa del Mundo. Argentina derrotó al campeón reinante, Francia, en los penaltis. Lionel Messi y Kylian Mbappé generaron una final con tal tensión y calidad que muchos lo llamaron el mejor partido de Copa del Mundo.

Nos destrozó los nervios, nos hizo soltar lágrimas de gozo y dolor en igual medida y detonó una nueva ronda de discusión. ¿Quién es mejor: Messi o Mbappé? Y más allá de eso, ya que Messi finalmente cumplió su sueño mundialista, ¿tiene los méritos suficientes para ser llamado el mejor futbolista de todos los tiempos?

¿Es posible que el habilidoso argentino sea mejor que Pelé? ¿O todavía no ha superado a su compatriota Diego Maradona?

Esa discusión no será resuelta aquí. Podría continuar en disputa hasta el fin de los tiempos. Sin embargo, hay que notar con qué se compara: Pelé es la medida máxima.

Solo un jugador es considerado en un lugar tan alto que es visto como el mejor ejemplo de grandeza con el que todos los demás deben ser comparados. Los deportes evolucionan de manera constante, pero la evolución debe empezar en algún lugar.

Pelé fue el big bang del fútbol. Los grandes jugadores de la actualidad y del futuro seguirán su ejemplo.

Hay otra forma menos discutida en la que Pelé era único. Era negro y emergió a la conciencia global cuando las personas de color en todo el mundo reclamaban de nuevo contra el poder establecido. Esto no se puede ignorar.

Es necesario matizar aquí, ya que Pelé era muy conocido (algunos dirían muy criticado) por ser agnóstico respecto a las grandes luchas cotidianas. Compartía el mismo clan y maestría de otro campeón de la era, Mohamed Ali, aunque carecía de la convicción elocuente de Ali.

En un documental de 2021, comentó: “Finalmente, no entiendo nada sobre política”.

Por supuesto, soportó muchas críticas por no desafiar a la dictadura militar que gobernó Brasil durante casi dos décadas, comenzando desde 1964 y hasta mucho después de la victoria de Brasil en 1970.

En el documental, el periodista brasileño Paulo César Vasconcellos mencionó: “Muchas personas miran menos a lo que hizo en el campo de futbol y más a lo que hizo fuera de él. Fuera de la cancha, se caracterizó por su neutralidad política. En ese momento de la historia, eso funcionó en su contra”.

No obstante, no todos los atletas destacados tiene que ser revolucionarios. Además, sería un error juzgar a Pelé sin tomar en cuenta la larga historia de Brasil y cómo su cultura particular moldeó e hizo callar a los ciudadanos negros durante siglos.

No era Ali. Ser Pelé era hazaña suficiente para impulsar el mundo hacia adelante. Un atleta negro que agitó una pasión tan profunda como el alma en prácticamente cada rincón del mundo. Un atleta negro no solo dominante, que no solo aportaba una estética impresionante a la cancha, sino que se convirtió en el molde con el cual todos los demás son comparados.

Ahora, vamos con el siguiente.

Como el destino lo decidió, en la derrota en el partido por el campeonato en la Copa del Mundo de este año, Mbappé de Francia anotó tres goles y ganó la Bota de Oro, lo que lo reconoce como el mayor goleador del torneo. Negro, ágil como Pelé, veloz como Pelé, poseedor del toque, la presteza y la audacia que se parece mucho a Pelé, Mbappé continúa la evolución.

En los deportes, la grandeza se transfiere y en ocasiones se pule de jugador a jugador y de era a era. Además, en el fútbol, cada leyenda de esa generación, cada Mbappé o Messi, cada Marta o Abby Wambach, cada Maradona o Cristiano Ronaldo, cada genio agraciado que jugará el juego hermoso del futuro, viene creado con el molde de Pelé, el único e inigualable.

 

 

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