Si la escritura exige talento y discreción, llama al escritor fantasma

Si la escritura exige talento y discreción, llama al escritor fantasma
J. R. Moehringer, a la izquierda, y Andre Agassi, quienes trabajaron juntos en la biografía de Agassi, en Las Vegas, el 10 de noviembre de 2009. Foto, Isaac Brekken/The New York Times.

Los honorarios pueden oscilar entre unos 50.000 y cientos de miles de dólares. Incluso no hay un consenso respecto a cómo llamar a un escritor fantasma; algunos prefieren el término “colaborador”, porque creen que “fantasma” implica que hay algo sospechoso en el acuerdo.

La portada de la nueva biografía del príncipe Enrique tiene un diseño sencillo: un primer plano de su rostro conocido, con apariencia sosegada y decidida detrás de una barba pelirroja. Su nombre aparece en la parte superior y el título, “Spare”, en la inferior.

Lo que no aparece en la portada es el nombre del escritor fantasma, J.R. Moehringer.

Moehringer, quizás el más ensalzado practicante de un oficio poco comprendido, aspira, en última instancia, a desaparecer. Los escritores fantasma canalizan la voz de otra persona (con frecuencia, la voz reconocible de otra persona) y construyen con ella un libro que tiene forma y textura, arco narrativo y personajes memorables, pero sin dejar su huella. Hacerlo bien requiere una enorme habilidad técnica y un ego que sea, como mínimo, flexible.

“Si soy una gran escritora colaborativa, soy un conducto”, afirmó Michelle Burford, quien ha escrito libros con la locutora Robin Roberts, la actriz Cicely Tyson y la artista Alicia Keys. “La mayor parte de mi trabajo consiste en quitarme de en medio, desaparecer para que la voz de mi cliente pueda llegar con la mayor claridad posible”.

El proceso puede variar mucho de un escritor a otro y de un proyecto a otro. Hay escritores que presionan mucho para que su nombre aparezca en la portada, y otros que nunca lo logran. A veces, los escritores que no están de acuerdo con los temas solicitan expresamente que no aparezca su nombre.

Los honorarios pueden oscilar entre unos 50.000 y cientos de miles de dólares. Incluso no hay un consenso respecto a cómo llamar a un escritor fantasma; algunos prefieren el término “colaborador”, porque creen que “fantasma” implica que hay algo sospechoso en el acuerdo o que el sujeto (por lo general, el “autor” en el lenguaje contractual) no tuvo nada que ver con el producto final.

“Hay autores de todo tipo, desde los que son unos controladores y tienen que aprobar cada punto y coma, hasta los que apenas se comunican por teléfono”, explicó Madeleine Morel, agente especializada en encontrar escritores fantasma para proyectos literarios. “Y cuando empiezas a trabajar con alguien, no sabes a qué categoría va a pertenecer”.

A menudo, un escritor se reúne con el sujeto solo unas pocas veces y luego hace un seguimiento con llamadas telefónicas, correos electrónicos y mensajes de texto. Otros dicen que, para tener una idea suficiente de la persona y plasmarla en la página, necesitan al menos unas cuantas decenas de horas en presencia de un cliente, sentados juntos en una habitación o siguiendo de cerca las rutinas diarias de la vida pública y privada del sujeto.

 

Escritor fantasma
Los escritores fantasma canalizan la voz de otra persona sin dejar huella. Hacerlo bien requiere una enorme habilidad técnica y un ego flexible. Foto, Kathleen Fu/The New York Times.

Para escribir la biografía de Andre Agassi, “Open”, Moehringer se mudó a Las Vegas, donde vivía Agassi. Agassi afirmó que compró una casa a un kilómetro y medio de la suya y Moehringer vivió en ella durante dos años mientras trabajaba en el libro. Lo único que pidió el escritor fue una mesa larga en la que pudiera colocar las escenas que iría uniendo “como un collar”, recordó Agassi, y se reunían por la mañana con la energía de los burritos de Whole Foods del desayuno.

“Pasaba un par de horas desayunando con él y con una grabadora”, narró Agassi.

“Open” se considera un modelo de autobiografía deportiva, una excavación cruda y sincera de una vida muy conocida. Agassi comentó que buscó a Moehringer para que escribiera el libro (“endulzándole el oído” para que lo hiciera, dijo) después de leer la biografía de Moehringer, “The Tender Bar”, sobre cómo creció con una madre soltera.

“Fue la primera autobiografía que leí que no parecía una conferencia de prensa mundial”, aseveró Agassi.

Moehringer, antiguo reportero de prensa que ganó un premio Pulitzer por sus reportajes, tiene fama de trabajar intensamente (rara vez duerme cuando está terminando un libro) y de tener buen sentido del humor y opiniones firmes sobre los proyectos en los que trabaja, aunque al final le pertenezcan a otra persona. Como todo escritor fantasma, Moehringer también es conocido por su discreción.

Agassi dijo que Moehringer le hizo las preguntas difíciles necesarias para ayudarle a profundizar, pero que se sintió seguro durante todo el proceso; la sinceridad que resultó de su colaboración es parte de lo que hizo que la biografía fuera tan apreciada.

“Es medio psiquiatra”, señaló Phil Knight, fundador de Nike, sobre Moehringer, quien colaboró en su biografía, “Shoe Dog”. “Logra que digas cosas que en realidad no pensabas que dirías”.

Burford, quien colaboró en la biografía de Keys, dijo que una parte importante de su trabajo consiste en hacer que sus clientes se sientan cómodos creando las circunstancias adecuadas para que se sinceren. Asegura que no los entrevista, sino que intenta mantener conversaciones normales. Comentó que aborda temas delicados en llamadas telefónicas a altas horas de la noche, cuando los clientes pueden acurrucarse en el sofá y sentir como si estuvieran “hablando con un extraño en el autobús”. También intenta ser un reflejo de sus clientes: si se presentan en camiseta y pantalones de mezclilla, ella también vestirá informal.

“Con frecuencia trabajo con personas de distintas razas y sexos, y cualquier cosa que pueda hacer para que nos sintamos más parecidos que diferentes es útil para el proceso de colaboración. Así que si tú vienes con el almohadazo, yo vengo con el almohadazo y sin maquillaje”.

 

Escritor fantasma
La escritora Michelle Burford en Nueva York, 19 de enero de 2021. Foto, Gioncarlo Valentine/The New York Times.

Durante mucho tiempo, cualquier libro escrito por un escritor fantasma se tachaba de mercancía. Muchos lectores potenciales seguían considerando que un libro con un crédito de escritura adicional en la portada era menos íntimo, como si el colaborador fuera una barrera entre el lector y el sujeto.

El hecho es que la mayoría de la gente no tiene el tiempo o la capacidad para escribir un buen libro, según los profesionales.

“Escribir es una habilidad técnica”, afirmó Jon Sternfeld, entre cuyas colaboraciones se incluye la biografía que fue un éxito de ventas del actor Michael K. Williams. “La gente no le da el crédito que merece en el aspecto técnico”.

En los últimos años, el estigma ha empezado a disiparse, en parte porque algunos de estos libros, como “Open”, son muy buenos.

“La analogía que siempre hago es que, anteriormente, nadie reconocía que tenía citas por internet y ahora todo el mundo habla de ello”, comentó Morel, la agente que pone en contacto a escritores fantasma y personajes. “Antes, nadie admitía trabajar con un escritor fantasma o colaborador y ahora está aceptado en general”.

Aunque el estigma ha disminuido, no ha desaparecido. Hay personajes públicos que se atribuyen más méritos en la escritura de los que deberían, según los profesionales de la edición, y famosos que insisten en que escribieron un libro ellos solos cuando no fue así.

Agassi, por su parte, dijo que quería poner el nombre de Moehringer en la portada de “Open”.

“Una de mis fortalezas consiste en conocer mis debilidades”, dijo Agassi. “Al dedicarte a un oficio como al que me dediqué durante tanto tiempo al más alto nivel, entiendes la diferencia entre los mejores y el resto”.

No obstante, Moehringer rechazó recibir tal crédito público, explicó Agassi. Prefirió desaparecer.

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