La plataforma Hand Me Up está diseñada para ser sencilla y económica. Los clientes seleccionan las tallas y necesidades de sus hijos y, por 40 dólares más gastos de envío, reciben una bolsa de ropa de segunda mano, tres camisetas, tres pantalones y un artículo extra.
En una cochera de San Antonio, dos madres miléniales escuchan las canciones de Avril Lavigne que salen a todo volumen por las bocinas. Pasan horas con la puerta de la cochera abierta, empapándose del aire de Texas y clasificando pequeñas montañas de ropa de niños.
Así describen Kara Livingston, de 36 años, y Nicole Boynton, de 35, una escena típica de sus vidas como fundadoras de Hand Me Up, una pequeña empresa cuyo objetivo es ayudar a los padres a comprar con más responsabilidad y así reducir los residuos de ropa infantil. Su tienda en línea vende bolsas de ropa de segunda mano para bebés y niños de hasta 6 años. Las dos mujeres, mejores amigas desde hace tiempo y que habían escrito juntas en blogs y pódcast, pusieron en marcha el negocio en 2021.
Sabían que muchos padres tenían poco tiempo libre, presupuestos ajustados y niños en crecimiento. Para los padres era tentador tirar la ropa que les quedaba pequeña y comprar moda rápida.
“Las madres miléniales son las madres Amazon”, afirmó Livingston. “El tipo de mamá que pasa el dedo por la pantalla y compra”.
Livingston y Boynton ya estaban interesadas en simplificar la vida de otros padres —su blog Simply Whole Moms ofrecía recetas para comidas rápidas entre semana— y Boynton tenía interés en las compras éticas, inspirada en “The True Cost”, un documental de 2015 que examinaba el impacto de la moda rápida.
Aunque el negocio aún es pequeño (las fundadoras son las únicas empleadas), es un esfuerzo por hacer frente a los residuos producidos por la ropa infantil, parte de un problema más grande. La Agencia de Protección Ambiental (EPA por su sigla en inglés) reportó que Estados Unidos generó alrededor de trece millones de toneladas de residuos de ropa y calzado en 2018, y estima que de esa cantidad, solo se recicla alrededor del trece por ciento, mientras que el resto termina incinerado o en vertederos.
Hay pocos datos disponibles sobre la cantidad de ropa infantil que se desecha, aseguró Amanda Forster, ingeniera de investigación de materiales en el Instituto Nacional de Estándares y Tecnología, y autora de un informe de 2022 que analizó cómo extender la vida útil de los textiles. Según el informe, un enfoque circular enfocado en la reutilización y la reparación es clave, y Forster afirma que ese principio también se aplica a la ropa infantil.
“En la medida de lo posible, debemos intentar que las cosas circulen una vez más en la economía sin haber sido transformadas”, explicó Forster.
La plataforma Hand Me Up está diseñada para ser sencilla y económica. Los clientes seleccionan las tallas y necesidades de sus hijos y, por 40 dólares más gastos de envío, la empresa les envía una bolsa de ropa de segunda mano que incluye tres camisetas, tres pantalones y un artículo extra.
La mayor parte de la oferta en la plataforma es ropa de género tradicional, pero los padres pueden utilizar el cuestionario de estilo de la empresa para solicitar artículos libres de determinados colores o frases asociadas a un género en particular. La tienda también ofrece una suscripción anual, en la que los clientes reciben un paquete cada trimestre. Los compradores que envían ropa poco usada reciben un descuento en su siguiente pedido.
“Con toda la intención, nos aseguramos de que no acaben en la basura”, afirmó Boynton. Cuando reciben ropa que no pueden vender, la envían a una empresa de reciclaje.
Según Sandra Capponi, una de las fundadoras de Good on You, un sitio web y aplicación que califica las marcas de moda por su impacto en las personas, los animales y el planeta, más marcas de moda infantil han adoptado la moda responsable en los últimos años.
“La moda infantil plantea un reto de diseño único, aunque alarmante, porque se amplifica el “statu quo” del modelo lineal de extraer-fabricar-desperdiciar. Cuando a los niños les queda chica la ropa, en muchos casos los padres acaban deshaciéndose de las prendas”, comentó Capponi. “Por eso, el ciclo de vida de la ropa de los niños es mucho más corto que el de las prendas de adultos”.
Algunas marcas importantes tienen sus propias iniciativas de reutilización o reventa, como Worn Wear, de Patagonia, y Clothes the Loop, de North Face. En 2021, Carter’s se asoció con TerraCycle para poner en marcha un programa que permite a los padres enviar la ropa que ya no pueden usar para que sea reciclada y convertida en materia prima.
Una empresa llamada Swoondle Society ofrece una membresía de 20 dólares al mes para intercambiar ropa infantil poco usada. Plataformas de reventa como Depop, Poshmark, ThredUp y Mercari también ofrecen ropa infantil. Sitios de renta como Rent-a-Romper y Little Loop están orientados a bebés y niños pequeños.
“En 2022, el calzado infantil estuvo entre las categorías más vendidas, algo lógico si tomamos en cuenta la velocidad a la que crecen los niños”, afirmó Tiffany Olson, especialista en tendencias de Mercari.
Muchos padres venden y compran en ventas de consignación itinerantes como Just Between Friends y Rhea Lana, así como Kid to Kid y Once Upon a Child, ambas cadenas nacionales de tiendas infantiles de segunda mano.
Once Upon a Child, fundada en 1985, tiene más de 400 tiendas en Estados Unidos y Canadá. Las tiendas compran juguetes, muebles y equipamiento infantil, pero Renae Gaudette, directora de operaciones de Winmark Corp, propietaria de Once Upon a Child, dijo que alrededor del 75 por ciento del inventario es ropa y calzado.
“La mayor amenaza que tenemos como marca es el bote de la basura”, señaló. “Es demasiado fácil para cualquiera tomar la ropa y tirarla al bote de basura”.
Otros padres vivieron experiencias similares.
Whitney Kammer, de 34 años, vive en San Antonio, es ama de casa y tiene una hija de 3 años. Se enteró de la existencia de Hand Me Up cuando estaba en la fila de una venta en consignación de Rhea Lana, a la que dice que acude “sin falta”.
“Esta venta solo se celebra dos veces al año, así que, si tu hija da un estirón o algo así, ya es mala suerte”, dijo Kammer.
Kammer se suscribió trimestralmente a Hand Me Up, lo que le ha ahorrado tiempo, esfuerzo y dinero. También tiene un “fideicomiso de amigos de segunda mano”, en el que ella y sus amigos intercambian la ropa de sus niños.
Para ella, la decisión de comprar en tiendas de segunda mano forma parte de enseñar a su hija prácticas más sustentables, incluso a una edad temprana.
“Quiero transmitir a mi hija que la ropa no es desechable”, aseguró.