Friederike Otto, académica de Imperial College London y cofundadora del grupo, comentó que el nuevo artículo muestra “que no todo lo malo que ocurre ahora se debe al cambio climático”. “Es importante mostrar cuáles son los impactos reales del cambio climático”, aseveró.
Un grupo de científicos anunció el 16 de febrero que el cambio climático no contribuyó a la falta de lluvia que provocó una grave sequía en Argentina y Uruguay el año pasado. Pero afirmaron que el calentamiento global sí fue un factor contribuyente al calor extremo que experimentaron ambos países y agravó la sequía.
Los investigadores, integrantes de un grupo disperso llamado World Weather Attribution, cuyo objetivo es estudiar el clima extremo reciente con el propósito de determinar si hay alguna señal de influencia del cambio climático, indicaron que la falta de lluvia se debió a la variabilidad climática natural.
En específico, señalaron que lo más probable es que la presencia de La Niña, patrón climático relacionado con una reducción en la temperatura superficial del mar en el Pacífico que influye en el clima de todo el mundo, haya afectado las precipitaciones.
La Niña por lo regular se presenta una vez cada tres a cinco años y, en general, se alterna con El Niño, fenómeno relacionado con un incremento en la temperatura superficial del mar. El problema es que las condiciones de La Niña se han mantenido durante la mayor parte de los últimos tres años, por lo que el área central de América del Sur ha estado más seca de lo normal la mayor parte de ese tiempo.
Por desgracia, en los últimos tres meses de 2022, la sequía se agravó todavía más. La precipitación pluvial total en la zona central de Argentina fue la más baja registrada en más de medio siglo, por lo que la producción de cultivos como trigo y soya, entre otros, sufrió una drástica caída en regiones agrícolas por excelencia, tanto en ese país como en Uruguay. Incluso se declararon emergencias hídricas en algunas áreas.
Al igual que en otros estudios previos del grupo, en la preparación de este se emplearon datos observacionales y modelos informáticos para comparar las condiciones imperantes a finales del año pasado con las condiciones con mayor probabilidad de haber ocurrido en un mundo sin un calentamiento de 1,2 grados Celsius, o 2,2 grados Fahrenheit, a consecuencia de las emisiones de dióxido de carbono y otros gases que atrapan el calor causadas por el ser humano. Aunque este estudio todavía no ha sido arbitrado, las técnicas empleadas por los investigadores se arbitraron en estudios anteriores.
El análisis consideró la precipitación total para el periodo de octubre a diciembre en la mayoría del territorio argentino, todo Uruguay y una pequeña parte del sur de Brasil. Descubrieron que, sin el cambio climático, la probabilidad de que se presentara ese periodo de baja marcada en la precipitación en cualquier año era del cinco por ciento.
Pero llegaron a la conclusión de que el cambio climático no aumentó esa probabilidad. Más bien, los modelos climáticos muestran una progresión de esa región central de América del Sur hacia condiciones un poco más húmedas a medida que avance el calentamiento, aunque los investigadores recalcaron que el efecto es insignificante y, como parece haber ocurrido en el caso de esta sequía, la variabilidad natural podría cancelarlo.
El área también experimentó olas de calor récord en noviembre y diciembre del año pasado. El calor extremo llega a agravar las sequías porque provoca que se pierda más humedad del suelo y las plantas, explicó Juan Rivera, investigador del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias ambientales, quien colaboró con el estudio.
En un análisis previo, World Weather Attribution ya había identificado una relación entre el cambio climático y la ola de calor de diciembre. En ese estudio, concluyó que su probabilidad de ocurrencia era 60 veces mayor que en un mundo sin calentamiento.
Paola A. Arias, investigadora de la Universidad de Antioquia, en Colombia, que colaboró con el estudio, indicó que otros factores, como la deforestación, también pueden haber contribuido a agravar las condiciones secas.
La tala a gran escala de bosques reduce la humedad atmosférica, comentó Arias, y Argentina y Uruguay reciben una gran proporción de su humedad del sur de la Amazonía, que ha sufrido una deforestación extensa.
World Weather Attribution ha realizado varias decenas de estudios de sequías, olas de calor, inundaciones y otros eventos de clima extremo desde 2014 y la mayoría ha identificado alguna influencia del calentamiento global.
Friederike Otto, académica de Imperial College London y cofundadora del grupo, comentó que el nuevo artículo muestra “que no todo lo malo que ocurre ahora se debe al cambio climático”.
“Es importante mostrar cuáles son los impactos reales del cambio climático”, aseveró.