Michelle Yeoh afirmó que esperaba que “Todo en todas partes” no fuera un caso aislado, pero trascurrido más de un año del estreno de la película, no está claro cuándo tendrá otro papel protagónico o si lo tendrá.
Estamos condicionados a pensar que ganar un Oscar es el punto final de un viaje. Para algunos actores, sostener ese trofeo es hacer realidad un sueño que se tenía desde la infancia. Para otros, es la culminación de un regreso bien merecido.
Pero, ¿qué pasa después de esa victoria? En nuestro afán por ver las victorias en los Oscar como la culminación de una carrera, ¿prestamos poca atención a las oportunidades que se supone que vendrán después, pero que a menudo no llegan?
He estado pensando en eso desde la noche del domingo, cuando Michelle Yeoh ganó el Oscar a mejor actriz por “Todo en todas partes al mismo tiempo”.
Sucedió en la 95.° edición de los premios de la academia, el tipo de acontecimiento grande y tentador que te incita a contemplar lo que ha venido antes y la victoria de Yeoh resultó especialmente histórica: la primera estrella asiática en ganar el premio a la mejor actriz fue recibida en el escenario por Halle Berry, la primera mujer negra en conseguirlo.
Pedirle a Berry que anunciara a la ganadora junto con Jessica Chastain (la ganadora del año pasado) fue una apuesta de doble filo. Si Yeoh hubiera perdido ante una de sus cuatro competidoras (todas ellas mujeres blancas), la sesión fotográfica posterior habría servido de crudo ejemplo de cómo la categoría de mejor actriz ha sido hostil a las mujeres de color durante 95 años.
Y aunque Berry ha vuelto a los Oscar varias veces desde su victoria en 2002 por “El pasado nos condena”, siempre ha sido como presentadora y nunca como nominada. Verla allí es recordar que una victoria en los Oscar no ofrece garantías cuando una actriz ya es susceptible de recibir menos guiones y oportunidades profesionales que las actrices blancas.
Así que, aunque la victoria de Yeoh tardó en llegar, y se me salieron las lágrimas cuando se dirigió a “todos los niños y niñas que se parecen a mí y me están viendo esta noche”, también me preocupó que no fuera suficiente. Los asistentes al Dolby Theatre parecían muy orgullosos de sí mismos tras la victoria de Yeoh, pero si de verdad quieren hacer lo correcto en su caso, tienen que seguir escribiendo papeles principales para actrices asiáticas de 60 años; de lo contrario, no serán más que palmaditas en la espalda.
Después de todo, ése fue el verdadero avance de “Todo en todas partes”, me dijo Yeoh en octubre. Estábamos en un acto de entrega de premios en el que, flanqueada por los directores de esa película, Daniel Kwan y Daniel Scheinert, recordó su carrera en Hollywood, plagada de papeles secundarios.
“Verás, he sido muy bendecida. He trabajado de manera constante y he trabajado con grandes directores”, declaró. “Pero por primera vez, soy la número uno en la hoja de llamados, gracias a ellos. He interpretado papeles significativos, como en ‘Locamente millonarios’ y ‘Shang-Chi’, pero no era mipelícula”.
Yeoh afirmó que esperaba que “Todo en todas partes” no fuera un caso aislado, pero trascurrido más de un año del estreno de la película, no está claro cuándo tendrá otro papel protagónico o si lo tendrá. Los próximos proyectos, como el musical “Wicked”, la tercera película de “Avatar” y la película de misterio “A Haunting in Venice”, la relegan a papeles secundarios. Aunque es una superestrella de primera fila que ha llevado al estudio de moda A24 al mayor éxito mundial de su historia, a Yeoh se le sigue relegando con demasiada frecuencia a papeles secundarios cuando debiera ser el nombre principal en la marquesina.
“Hasta tú, Michelle Yeoh —en la cima del mundo— has batallado para encontrar los papeles correctos”, le dijo Kwan cuando nos vimos en octubre. “Creo que esto ha tomado a varios por sorpresa”.
Yeoh se rió con pesar.
“Leo guiones que tratan sobre el tipo que se marcha a vivir una gran aventura, ¡con mi hija!”, dijo. “Y yo me quedó pensando: ‘No, no’”.
Pocas películas en Hollywood se conciben para una mujer mayor de 50 años como su personaje principal y las que reciben luz verde tienden a ofrecer esos papeles principales a un triunvirato de mujeres blancas: Meryl si es mayor, Cate si es más joven y Tilda si es más rara. Para asegurarse de que Yeoh vuelva a ser la primera en la hoja de llamados, los cineastas deben pensar de forma más creativa, como hicieron Kwan y Scheinert cuando rehicieron su película para Yeoh después de concebirla para Jackie Chan (y ya que están en esas, ¿podrían encontrar un buen papel para el mejor actor de reparto del año pasado, Troy Kotsur, quien también es un iconoclasta (con “CODA” se convirtió en la primera persona sorda en ganar un Oscar como mejor actor secundario) al que se ha visto poco desde entonces?).
A medida que en las últimas semanas de la temporada de premios la carrera por el premio a la mejor actriz pasaba de la estrella de “Tár”, Cate Blanchett, a Yeoh, seguí escuchando una conocida cantaleta entre los votantes: mientras que Blanchett ya tiene dos oscares y seguramente sería nominada de nuevo (tiene ocho nominaciones en total), ésta podría ser la única oportunidad de Yeoh para llevarse la estatuilla dorada. Aunque entiendo lo práctico de ese argumento, espero que esos votantes entiendan que su trabajo no está terminado tan solo por haber votado como lo hicieron.
La victoria de Yeoh la noche del domingo es importante, pero la verdadera victoria llegará cuando los papeles protagónicos que durante tanto tiempo se le habían resistido empiecen a ser habituales. Si Hollywood consigue que eso ocurra, entonces, en lugar de un punto final, el histórico Oscar de Yeoh servirá como un nuevo comienzo, necesario desde hace mucho tiempo.