Conservemos el idioma español

Conservemos el idioma español
El autor del artículo es periodista, profesor de Español y magíster en Educación.

La dejadez con que se enseña la lengua materna en este país deja mucho que desear, sobre todo si al común de los panameños no le importa  aprender su lengua materna, ya que ganar dinero es su meta principal.

El 23 de abril pasado se celebró el Día del Idioma Español. ¿Pero qué se celebra, si actualmente contamos con una lengua en franca decadencia por su mal empleo de parte de los hispanohablantes que hacen gala de los gerundios, sobre todo el de posterioridad, cambian los modos verbales (subjuntivo por indicativo) y cometen faltas semánticas y ortográficas?

La dejadez con que se enseña la lengua materna en este país deja mucho que desear, sobre todo si al común de los panameños no le importa  aprender su lengua materna, ya que ganar dinero es su meta principal y no andar por allí pregonando que saben leer, hablar y escribir correctamente.

Por su historia y prestigio, la lengua española merece el apoyo de todos los hablantes que debemos sentir el orgullo de contar con una de las lenguas más habladas en el mundo.Y debemos tratar de respetar las normas que la Academia de la Lengua ha instituido para mantener la vida saludable del idioma, aunque algunas de ellas deben ser reformuladas.

En Panamá, desgraciadamente, cada vez que se busca a un culpable de la decadencia de la lengua, hay que mencionar a los medios de comunicación, que no hacen el menor esfuerzo por  respetar las normas de la Academia de la Lengua.

El lector solo debe ojear los periódicos,  sobre todo los tabloides, para darse cuenta de los desmanes no solo ortográficos, sino sintácticos y semánticos que cometen todos los días. Tampoco pueden desligarse de esta responsabilidad a los periodistas de la radio y la televisión, cuyas confusiones linguísticas son dignas del museo espeluznante del idioma.

El español, con toda su historia y prestigio, jamás podrá se considerada como un idioma de siervientes, como piensan algunos en Estados Unidos, mucho menos cuando en ese país no se cuenta con una academia de la lengua que ponga fin a sus problemas. Es una de las pocas lenguas que no tienen una academia.

Sin embargo, aunque contemos los hispanohablantes con una academia, por lo general esta nos desorienta con algunas explicaciones. Por ejemplo, he aquí su definición de “gerundio”: “Persona que habla o escribe en estilo hinchado, afectando inoportunamente erudición e ingenio”. Aquí emplea un gerundio de posterioridad. La persona habla o escribe en estilo hinchado, con lo que afecta inoportunamente erudición e ingenio. No habla hinchado afectando erudición e ingenio, sino que con su hablar hinchado afecta inoportumamente erudición e ingenio.

La Nueva gramática de la lengua española señala que el uso del gerundio debe evitarse cuando la acción que denota es posterior a la acción que expresa el verbo principal, como aparece en oraciones como «El escritor estudió en Madrid yéndose después a Soria» o «Se sometió a votación la enmienda aprobándosepor unanimidad». Estas deben reformularse as: “El escritor estudió en Madrid y después se fue a Soria”. “Se sometió a votación la enmienda, que se aprobó por unanimidad».

Se admite, sin embargo, que este uso es correcto cuando dos acciones son tan inmediatas que prácticamente se entienden como simultáneas: “Resbaló, golpeándose la cabeza contra el suelo”).

Y cuando el gerundio indica la consecuencia de lo expresado en el verbo principal: “El río se desbordó, obligando a los habitantes a huir en medio de la noche”. Esta es otra explicación que no tiene ni pies ni cabeza.

El gerundio debe entenderse siempre como un adverbio verbal, lo cual sostiene la misma RAE. Sin embargo, ella misma contradice lo que estatuye y da rienda suelta a explicaciones que solo sirven para causar más complicaciones en los usuarios de la lengua española. Esta institución debe revisar la Nueva gramática de la lengua española para explicar con más claridad algunos conceptos.

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