El gobernador de Florida Ron DeSantis se unió oficialmente a la contienda presidencial la semana pasada, pero parece estar más lejos que nunca del enfrentamiento uno a uno que sus aliados creen que necesita para arrebatarle la nominación al expresidente Donald Trump.
El exvicepresidente Mike Pence se posiciona con una mayor presencia en Iowa, crucial para su estrategia de deshacerse de los republicanos favoritos, incluso antes de hacer el anuncio de su candidatura. El exgobernador de Nueva Jersey Chris Christie intensifica los preparativos para otra campaña, en la que se espera se concentre en Nuevo Hampshire. Por su parte, los republicanos que hacen donativos de campaña y los líderes en Capitol Hill han mostrado un interés renovado en Tim Scott, senador de Carolina del Sur, que arrancó su campaña la semana pasada. Incluso candidatos a quienes apenas se ha mencionado repentinamente expresan interés en 2024.
Que el número de participantes en la contienda aumente con tal rapidez, sumado al hecho de que el núcleo de apoyo de Trump luce inquebrantable, representa una grave amenaza para DeSantis, pues pone en riesgo su capacidad de consolidar el voto contra Trump y podría repetir la dinámica que impulsó la conquista de Trump del partido en 2016.
Es mera cuestión de matemáticas: cada nuevo participante podría robarse una pequeña porción de la posible coalición de DeSantis… ya sea Pence con los evangélicos de Iowa o Scott entre los habitantes de los suburbios con educación universitaria. Para colmo, no es probable que estos nuevos candidatos le quiten votos a Trump. La base del expresidente (más del 30 por ciento de los republicanos) todavía le es muy leal.
“El presidente Trump debería ir al casino, porque es un suertudo”, afirmó Dave Carney, estratega republicano veterano que reside en Nuevo Hampshire, acerca del expropietario de casinos, Trump.
“Es un problema gigantesco” para DeSantis, añadió Carney, que ya ha trabajado en campañas presidenciales, porque “sin importar el porcentaje que atraigan, le dificulta ganar al candidato que vaya en segundo lugar, porque la realidad es que no hay votos disponibles”.
Los asesores de Trump han recibido casi con alegría cada anuncio sucesivo de postulación, reacción que se ajusta a la estrategia de dividir y conquistar de la que su equipo ha hablado desde 2021. Encima, muchos de los candidatos parecen atacar con más facilidad a DeSantis que a Trump.
El equipo de campaña de DeSantis tiene una visión diferente del terreno.
No creemos que se repita 2016”, indicó en una entrevista Ryan Tyson, asesor sénior de DeSantis.
Por si fuera poco, en una reunión privada para donadores esta semana, Tyson se refirió a una división del electorado republicano en tres partes: el 35 por ciento son votantes que apoyan “solo a Trump”, el 20 por ciento son electores que “nunca votarán por Trump” y el 45 por ciento restante constituye el grupo en el que debe concentrarse DeSantis.
Tyson les comentó a los donadores, según consta en una grabación filtrada y publicada en línea, que todos los contendientes, fuera de los dos primeros lugares, están en el segmento de “nunca Trump”. “Si tu nombre no es Ron DeSantis o Donald Trump, te divides esta porción del electorado”, señaló.
En los meses previos al lanzamiento de su campaña, DeSantis y sus aliados describieron las primarias de 2024 como una competencia entre dos candidatos. Pero los trastabillones que ha sufrido en meses recientes, por los cuestionamientos sobre su personalidad y destreza política, han animado a sus rivales… y algunos tienen dinero suficiente para seguir siendo relevantes hasta ya avanzado el calendario de las primarias.
Scott se unió a la contienda con casi 22 millones de dólares a la mano, y recaudó otros 2 millones de dólares en su primer día de candidato. El adinerado y poco conocido gobernador de Dakota del Norte, Doug Burgum, ahora ve una posibilidad para 2024, por lo que hace poco grabó anuncios en preparación para una campaña inminente, según dos personas involucradas en la planeación.
El empresario Vivek Ramaswamy ha invertido 10 millones de dólares de capital propio en su campaña. Al igual que DeSantis, Ramaswamy vende una postura similar en contra de lo concienciado, pero con el encanto de un comunicador innato.
Trump ve con buenos ojos la participación en la contienda de candidatos distintos a DeSantis. En enero, cuando Nikki Haley, que fungió como embajadora ante las Naciones Unidas durante el mandato de Trump, le llamó para avisarle que planeaba postularse, Trump no se quejó de que fuera desleal, como esperaban algunos. Pareció no molestarle, e incluso le dijo “haz lo que tengas que hacer”, según dos personas enteradas de la conversación.
En cuanto a Scott, en los días previos a su anuncio, Trump estaba viendo Fox News en su oficina de Mar-a-Lago cuando dijo: “Me cae bien. Solo vamos a decir cosas positivas sobre Tim”, según una persona enterada de sus comentarios en privado.
La percepción general a principios de año era que la participación sería relativamente limitada, incluso se pensaba que solo habría cinco candidatos. Los donadores republicanos que se oponen a Trump hacían todo lo posible para mermar el apoyo, con el propósito de evitar que se repitiera la contienda dividida que le aseguró la victoria a Trump en 2016. Ahora, tras los traspiés de DeSantis al arrancar su campaña, parece probable que lleguen a postularse hasta 10 candidatos que competirán por la atención y lucharán por un lugar en el debate.
Para DeSantis, la presión se hizo evidente el día que se integró a la contienda
En Nuevo Hampshire, Haley le hizo burla en Fox News y dijo que solo “le copia a Trump”, hasta en sus gestos. “Si solo va a ser un eco de Trump, la gente preferirá votar por Trump”, afirmó.
En Iowa, Pence se reunió con el tipo de medios de comunicación convencionales que DeSantis ha evitado, incluido el medio The Des Moines Register. Pence también dialogó con Bob Vander Plaats, el mismo líder evangélico que DeSantis había invitado hace poco a Tallahassee, Florida, para una comida en privado.
Esta visión de dos realidades contrastantes es un recordatorio de la presión que se cierne sobre DeSantis, no solo en lo ideológico, sino también en lo geográfico, a medida que aumenta el número de contendientes.
Pence y Scott han dejado claro que planean luchar por los votantes evangélicos influyentes de Iowa. En Nuevo Hampshire, tanto Christie, que centró su campaña en el estado en 2016, como el gobernador en funciones del estado, Chris Sununu, moderado que ha dejado la puerta abierta a una candidatura, podrían quitarle votos a DeSantis. Y en Carolina del Sur, se verá presionado por dos candidatos nativos del estado, la exgobernadora Haley y Scott.
A muchos republicanos que desean ver derrotado a Trump les horroriza la forma en que aumenta el número de candidatos, además del desempeño decepcionante de DeSantis en meses recientes. DeSantis ha bajado en las encuestas y ahora se encuentra detrás de Trump en todos los estados y por más de 30 puntos porcentuales en promedio a nivel nacional.
“Todos los republicanos deben ir en contra de Donald Trump”, opinó Sununu, quien dijo estar “50-50” en su decisión de participar en la contienda. “Cualquier republicano que no busque con todo el revés de Donald Trump le falla al partido en su conjunto, pues si solo una o dos personas están dispuestas a enfrentarse a Donald Trump, parece personal. Parece algo baladí”.
Hasta ahora, Christie ha ganado más atención por sus ataques directos contra Trump, lo cual ha indicado que sería crucial para su candidatura. Pero también ha disfrutado de provocar a DeSantis en ocasiones, pues reconoce la posición del gobernador de Florida en la contienda.
Para muchos republicanos, la renuencia a ir en contra de Trump se percibe como una siniestra repetición de lo ocurrido en 2016. Entonces, los rivales de Trump lo dejaron prácticamente tranquilo por meses, pues dieron por hecho que implosionaría o que su destino era derrotarlo en el momento en que lograran reducir la competencia a una contienda entre dos rivales… algo que nunca sucedió.
Además del tema del creciente número de contendientes, está la cuestión del debate, donde Trump aniquiló a sus opositores en las primarias de 2016.
La presidenta del Comité Nacional Republicano, Ronna McDaniel, dijo este mismo año que no tiene previsto que se vayan a necesitar dos debates, como ocurrió en 2016, y que las encuestas determinarían los niveles de los candidatos.
Pero podría llegar a haber hasta 12 candidatos declarados para agosto, y muchos ya trabajan sin parar para recaudar los 40.000 donadores y el mínimo del uno por ciento de las encuestas que el partido ha fijado como necesarios para participar en el debate. Este conjunto incluye a candidatos con pocas posibilidades como Larry Elder, comentarista de radio que sufrió una paliza en las elecciones revocatorias de California.
“Todos dicen: ‘Tenemos que evitar que la gente participe’”, explicó Sununu. “Ese es el mensaje incorrecto, la mentalidad equivocada, y no va a funcionar”.
Pero reconoció que, a fin de cuentas, será necesaria una consolidación para derrotar a Trump.
La disciplina”, añadió Sununu, “está en salir de la contienda”.