Así son nuestras comunidades de ese Panama profundo, en donde gente sencilla sale de sol a sol y labra la tierra, busca durante el día despejado o lluvioso entre la luz y la sombra algo que cultivar, para poder alimentarse y darle a su prole.
Esta expresión se nos ha quedado grabada intensamente en nuestro ser. Corrían los últimos días del año, los aires navideños se sentían. Y habíamos acudido a una comunidad enclavada en una parte de la demarcación indígena, por el área de Buenos Aires, entrando por el Prado en lo que antes pertenecía a Veraguas. Así son nuestras rutinas de aventuras, visitando comunidades en cualquier lugar del país.
Dentro de esas giras en el interior profundo que hacemos, habíamos decidido llevarle unas frutas navideñas y entregarla al sacerdote de la comunicad. Era un domingo. Ya en el lugar y luego de la entrega, el sacerdote nos invitó a la misa. Lo cual aceptamos y fuimos a la misma.
Se trataría de una misa en un domingo, posiblemente el último antes de la Navidad. Al concluir la ceremonia religiosa, el anuncio parroquial incluía que sería celebrada la Navidad en la comunidad parroquial, por lo que el sacerdote les solicitaba también a los parroquianos que contribuyeran con algo.
Y vino la expresión que aún sigue viva en nuestras mentes. “Traigan lo que puedan; traigan leña”, eso es lo que hay en el medio de una comunidad que, a pesar de sus limitaciones económicas, sociales y quizás hasta políticas, vive sus creencias en comunicad. Y, sobre todo, el entendimiento de su guía espiritual de que, al contribuir en un evento social comunal, lo hacen con lo que tienen: “Leña”. Sin esa especial contribución, es posible que no se puede logar la celebración comunal.
“Quedé tan admirada de la generosidad de aquellos vecinos que no he podido olvidar su gesto. Dieron de su pobreza y se realizó el milagro del amor. Sí, cuando el pobre nada tiene y aún reparte, va Dios mismo en su mismo caminar. El hombrecillo en cuestión murió poco tiempo después. Murió agradecido de sus vecinos que tuvieron compasión de él”. Esta expresión como parábola la encontré en un texto que cito tal cual. Parece como parte del poder de la caridad.
Así son nuestras comunidades de ese Panama profundo, en donde gente sencilla sale de sol a sol y labra la tierra, busca durante el día despejado o lluvioso entre la luz y la sombra algo que cultivar, para poder alimentarse y darle a su prole, pero también desde esa humildad tiene para compartir.
La solidaridad humana se muestra allí con los demás, desde ver que una comunidad se une para trasladar en una hamaca a un enfermo hasta un lugar donde puede ser llevado en algún otro tipo de transporte a un centro médico. Porque allá no hay puesto de salud.
Y así mismo, desde la antigüedad, en las comunidades muy pobres existía la solidaridad en prestarse entre los vecinos el denominado “Hueso sazonador”, un hueso de alguna proteína, específicamente animal, que se mantenía en conserva sobre el calor del fogón de leña, se utilizaba para hacer una especie de consomé en alguna comida, el sabor a proteína, la daba el hueso sazonador que había sido prestado.
A la espera que nuestras comunidades sean integradas al desarrollo del país, porque vivimos en un país rico, lleno de pobres, y pobreza extrema, tenemos gente que vive con medio balboa al día en una familia de cuatro hijos, esperando que llegue parte del PIB a ellos para que no sean considerados dentro de la pobreza, pobreza extrema y pobreza multi dimensional, entre ellos salud, educación, trabajo y disminución de la brecha digital. Mientras estos temas se resuelven y el PIB también llega a esas comunidades “traigan lo que puedan, traigan leña”.