Las facilidades dadas por las instituciones bancarias con motivo de los incentivos fiscales que, a través de bonos de viviendas que se otorgan y las tasas de interés preferencial, no han bajado el nivel de déficit que existe.
Aunque, según algunas estadísticas, existe una sobre oferta de unidades de viviendas y departamentales en el país, hay una realidad, el déficit habitacional es de unas 200 mil unidades en todo el territorio nacional. Debido a varios factores, entre ellos el crecimiento demográfico, la migración interna y ahora la externa, ingresos desiguales y de por si, ausencia de políticas públicas concretas para enfrentar la demanda.
De acuerdo con algunos estudiosos el déficit habitacional se mide de dos formas: el aspecto cuantitativo y el cualitativo. El primero guarda relación con el número de viviendas necesarias para satisfacer a los hogares, y el segundo, el cualitativo, se relaciona con las mismas condiciones de residir en las viviendas, tales situaciones definidas como las de vida moderna, servicios básicos, el estado de conservación, el tamaño y la ubicación.
Un viejo estudio desarrollado por el BID, indicó que este déficit habitacional denominado ampliado, que recoge los aspectos cuantitativos y cualitativos, se pudo haber reducido de forma significativa entre 2007 y 2019, que se encontraba en 50,6%, bajó a 28,9% de los hogares.
Las facilidades dadas por las instituciones bancarias con motivo de los incentivos fiscales que, a través de bonos de viviendas que se otorgan y las tasas de interés preferencial, no han bajado el nivel de déficit que existe.
Por otro lado, los asentamientos informales han crecido de unas 55 mil familias que existían viviendo en esas condiciones antes de la pandemia, se incrementaron a 10 comunidades después de pandemia, con más de mil 100 familias lo que puede alcanzar unas 56 mil familias.
Estas cifras de falta de calidad en la vivienda, también está marcada por un fenómeno en donde nuestro país refleja el mayor número de viviendas sin terminar. Lo que demuestra un nivel muy bajo en políticas públicas.
Desde hace varios años se han proyectado incentivos a la vivienda y, sobre todo, al beneficio de un bono de vivienda para adquirir las nuevas, asiícomo los incentivos dados a interés como a otras condiciones. Lo que lleva a extender el monto de los beneficios de estos.
Lo que se ha observado desde varias perspectivas, es que la construcción sigue siendo la misma en las condiciones de habitabilidad de la vivienda, lo que se incrementa es el valor del terreno, lo que hace que se traspase ese beneficio a un solo sector, al propietario de la finca. No se resuelve nada en cuanto a extender el beneficio por el interés, monto, tramo y demás si las condiciones de la vivienda son las mismas. Al final de la adquisición, lo que se patrocina es el valor terreno.
De nada sirve subir los tramos de incentivos, bajar las tasas de interés en los préstamos hipotecarios de viviendas para apoyar el financiamiento, si estos financiamientos no resuelven el problema de la vivienda digna de calidad lo que encierra los dos principales conceptos cuantitativas y cualitativamente, el terreno se llevó el valor del nuevo tramo de beneficio.
Es perfectamente entendible que la lotificación tiene un costo, y se adiciona al valor del terreno, adecuar el área para la comunicación, calles, aceras, parques, servicios públicos de la vida moderna, electricidad, agua, saneamientos, basuras, telefonía e internet, todo eso formará parte del costo adicional al terreno, pero no debiera ser especulativo, esto debe tener un tope, ya que los valores con que se pagó el Impuesto de Inmueble fueron irrisorios.
De esa manera nunca se logrará resolver el déficit habitacional en el país y todos requerimos de una vivienda digna, tomando en cuenta los dos factores cualitativos y cuantitativos.