Tripiando la onda de cocinar

Tripiando la onda de cocinar
El autor es consultor en nutrición y asesor de salud pública (rcarles@cableonda.net).

Cocinar te permite hacer algo similar, prestando atención a cosas como el corte de verduras coloridas, la textura de la masa, el chisporroteo de una sartén, los aromas de una mezcla de especias y, por supuesto, el sabor de los ingredientes y el producto final.

Cuando me siento abrumado programo un día de cocina. Para mí, supera a cualquier otro calmante para el estrés.

Como columnista y consultor en temas de nutrición y salud y que constantemente anhela perfección, me siento abrumado muchas veces por el estado general de las cosas. Mi mente a menudo corre imparable. Por supuesto, conozco las diversas técnicas populares contra la ansiedad: meditar, respirar, relajar, soltar, etc. Los he probado todos, pero no me han trabajado mucho. O, tal vez, yo fallé.

Paso la mayor parte del día en movimiento, intentando entrelazar las ideas que bailan ordenadamente en mi cabeza. Los ejercicios de relajación que implican sentarse o acostarse simplemente se parecen demasiado a lo que causa mi ansiedad en primer lugar. A mí me ayuda soltar maromas, ponerme mis zapatillas y salir a caminar, correr o jugar golf. Eso me trabaja bien.

También la actividad que abre un espacio mental reparador es cocinar. Puedo pasar horas enteras en la cocina preparando fondos, salsas, frijoles, ensaladas o postres sin notar el paso del tiempo.

Cocinar me hace olvidar por completo la noción del tiempo, con la excepción de cuando el cronómetro me recuerda que debo sacar la lasaña del horno.

Personalmente, creo que hornear es la forma de cocinar que más alivia el estrés. Pero creo que cada persona puede encontrar su propio respiro preparando la comida que más le gusta, ya sea panes, quesadillas o batidos.

En resumen, cocinar es mi manera de relajarme conscientemente. Siempre que he tenido algunas semanas estresantes, suelo programar un “día de cocina”. Hago un plan de lo que comeré la semana siguiente, tomo algunos ingredientes y paso la tarde preparando tres o cuatro recetas.

Trabajar en recetas que ya conozco aumenta mi confianza; probar algunos nuevos añade un elemento de sorpresa. Al final me siento satisfecho con el producto de mi trabajo, aunque no todas las recetas hayan sido un éxito. Después de pasar horas moviéndome por la cocina, concentrado en el proceso, realmente aprecio sentirme agotado físicamente.

Después de reflexionar sobre el papel de la cocina en mi vida, comencé a preguntar a los demás si para ellos cocinar era algo más que “simplemente cocinar”. Cuando le pregunté a varios amigos, por qué les gusta cocinar, casi la mayoría dijo que le ayuda a relajarse al final del día, especialmente cuando improvisan con recetas.

Una característica clave de cualquier forma de cocina es que involucra los cinco sentidos. Este aspecto multisensorial de la cocina me recuerda una herramienta para afrontar situaciones estresantes, la técnica 5-4-3-2-1.

Le permite reconectarse rápidamente con el momento presente animándolo a notar cinco cosas que puede ver, cuatro cosas que puede sentir, tres cosas que puede oír, dos que puede oler y una que puede saborear. Intentarlo puede demostrar los beneficios de basarse en la experiencia sensorial. Es posible que al final te sientas un poco más tranquilo o menos abrumado.

Cocinar te permite hacer algo similar, prestando atención a cosas como el corte de verduras coloridas, la textura de la masa, el chisporroteo de una sartén, los aromas de una mezcla de especias y, por supuesto, el sabor de los ingredientes y el producto final.

En la cocina, puedes involucrar plenamente todos tus sentidos; es simplemente una cuestión de decidir atender conscientemente a cada uno de ellos.

Si bien la cocina me resulta reconfortante en parte gracias a la actitud consciente que fomenta, también puede servir como una especie de tiempo de juego. Cuando cocinas por tus propios motivos recreativos, puedes estar en este lugar concentrado y libre de consecuencias donde simplemente estás pelando tus papas, preparando tu salsa y simplemente pasándote un buen rato.

Es como regresar a los orígenes históricos de cada uno. Gran parte de la belleza de la infancia reside en poder actuar sin preocupaciones, ser curioso y atrevido sin dudarlo. Es un estado que muchos de nosotros anhelamos en nuestra estresante vida adulta y al que podríamos pensar que no se nos permite acceder.

Cocinar te permite hacer algo similar, prestando atención a cosas como el corte de verduras coloridas, la textura de la masa, el chisporroteo de una sartén, los aromas de una mezcla de especias y, por supuesto, el sabor de los ingredientes y el producto final. Foto, Freepik.

Cocinar me ayuda a recuperar este estado. Cuando hago un queso derretido, me gusta usar bastante mantequilla y dorar el pan para sentir el olor de grasita quemada. Incluso si no sale muy bien, no me importa mucho porque no lo hago por la belleza, sólo por diversión. Entonces, jugar regularmente en la cocina puede ser una forma de reconectarse con esta forma de ser.

Otro elemento importante de la cocina es que, por mucho que te anime a perderte en el momento presente, también está conectado y moldeado por el pasado. Lo que elijas cocinar y la forma en que lo prepares puede emanar en parte de las preferencias y técnicas de tus padres, abuelos, amigos, esposa o “suegra”.

Cada olor y sabor tiene el poder de resucitar determinados recuerdos. Este vínculo con el pasado es parte de la riqueza psicológica de la cocina y de su potencial restaurador.

La cocina está muy ligada a los recuerdos de quién te amó y a quién amaste. Por supuesto, cocinar y comer pueden significar cosas muy diferentes para diferentes personas; para algunos, las asociaciones que evocan (por ejemplo, con una infancia difícil o luchas contra los trastornos alimentarios) pueden no ser felices.

En estos casos, cocinar podría no ser la mejor forma de practicar “mindfulness” o jugar, al menos por el momento. Sin embargo, también se pueden utilizar deliberadamente los sentidos, incluido el olfato, en la creación de nuevos recuerdos.

Probar nuevas recetas e ingredientes, y elegir entre los más fragantes (como el curry o la albahaca), podría ayudarte a aprovechar más fácilmente los recuerdos positivos que crees en el proceso de cocinar alimentos y compartirlos con los demás.

En este sentido, estás cocinando para tu yo futuro. Y, si eliges sabiamente los ingredientes saludables, los alimentos en sí podrían tener beneficios posteriores para tu bienestar psicológico. Si recién estás desarrollando un hábito de cocina, también te sugiero que comiences haciendo cosas que te resulten fáciles.

La primera vez que intenté tranquilizarme cocinando (después de una situación emocional), preparé uno de mis platos favoritos: unos macarrones con salsa boloñesa, servida con queso parmesano recién rallado. Durante una hora entera, fue simplemente cuestión de picar ingredientes y mezclarlos. Fue difícil fracasar y bastante fácil para empezar.

La cocina a menudo se considera una tarea o una pasión. Pero como lo demuestran mis propias experiencias y las de otras personas, también puede ser una actividad relajante que te conecta al mismo tiempo con el pasado a través de la memoria, el presente a través de los sentidos y el futuro a través del alimento físico y mental que proporciona.

La próxima vez que entres a la cocina y pruebes un plato nuevo, trata de tomar nota conscientemente de lo que está pasando en tu mente y en tu cuerpo, de qué tipo de sentimientos te provoca cocinar. ¡Buen apetito!

Receta de la semana: Fresas Balsámicas con Rúcula

Sirve para 4 personas

Tiempo: 15 minutos

En Italia, las fresas maceradas con balsámico se sirven como postre. Evidentemente, la combinación también tiene posibilidad como ensalada salada. Para convertir esto en una comida ligera, agregue queso de parmesano o feta desmenuzado, o un par de puñados de nueces tostadas.

Ingredientes:

  • 3 tazas de fresas, peladas y cortadas por la mitad o en cuartos
  • 1 cucharada de vinagre balsámico, o más al gusto
  • Pimienta
  • 4 tazas de hojas de rúcula ligeramente compactadas
  • Sal
  • 2 cucharadas de aceite de oliva, o más al gusto

Instrucciones:

– Mezcle las fresas con vinagre y pimienta en una ensaladera grande. Deje reposar durante 10 minutos.

– Añade la rúcula, espolvorea con sal y revuelve nuevamente. Rocíe con el aceite y revuelva suavemente una vez más. Prueba y ajusta la sazón. Rocíe con más aceite si lo desea y sirva.

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