Cuando la FIFA anunció hace varios años que realizaría internamente los preparativos para la Copa Mundial de Fútbol de 2026, argumentó que ese cambio en el proceso agilizaría la planificación de un campeonato en expansión que sería más grande y complejo y requeriría más experiencia que nunca.
Que el cambio también otorgaría a la FIFA un mayor control sobre los 11.000 millones de dólares en ingresos que espera de su mayor fuente de ingresos fue tal vez aún más importante.
Pero a medida que las selecciones comienzan sus campañas para clasificarse en el torneo, las ciudades de Estados Unidos están cada vez más frustradas por el ritmo tortuoso de los preparativos y las comunicaciones de la FIFA y la falta de claridad sobre sus roles en lo que será el evento deportivo más grande y rico de la historia alguna vez organizado en suelo americano.
Las ciudades y los estadios todavía no saben, por ejemplo, cuántos partidos acogerán ni en qué fechas
Las normas poco claras sobre los patrocinios han imposibilitado que los gobiernos locales puedan cerrar acuerdos para cubrir los millones de dólares de dinero público que se han comprometido a gastar. Y los retrasos en la contratación podrían dejar a la FIFA sin el tipo de profesionales experimentados en operaciones, mercadotecnia y hospitalidad necesarios para organizar su torneo insignia.
Hasta la información más básica sigue en duda: cinco años después de que Estados Unidos, Canadá y México obtuvieron los derechos de sede de la Copa del Mundo y más de un año después de que la FIFA seleccionó las 16 ciudades anfitrionas, aún no se ha fijado la fecha del partido inaugural.
En entrevistas realizadas durante los últimos dos meses, muchos funcionarios que supervisan los preparativos para la Copa Mundial en varias ciudades también expresaron su preocupación por errores de relaciones públicas, confusión en el liderazgo y cambios repentinos de planes por parte de la FIFA que les han dificultado la formulación y el ajuste de sus propios planes. A algunos les preocupaba que el órgano rector mundial del fútbol, que ya está muy por detrás del ritmo de los preparativos de las últimas dos Copas Mundiales, en Rusia y Catar, pudiera estar desaprovechando su gran oportunidad de afianzar el deporte en el mercado estadounidense.
Un poco de claridad crucial podría llegar en las próximas semanas cuando la FIFA finalmente revele el calendario completo de partidos del torneo, incluyendo qué ciudad será la sede de la final. La FIFA ha reducido su elección a dos contendientes: Nueva York, una ciudad potencia mundial con inmensa importancia cultural, y Arlington, Texas, hogar de un complejo de estadios ultramoderno y un estadio de 80.000 asientos con un techo retráctil para protegerse de la lluvia y el calor. La FIFA espera hacer un anuncio el próximo mes o, a más tardar, en noviembre, para cumplir con el plazo autoimpuesto de publicar el calendario en otoño.
Mientras tanto, ha habido una creciente inquietud en varias ciudades estadounidenses de que la falta de urgencia de la FIFA está desperdiciando un tiempo valioso.
Alan Rothenberg, quien como presidente de la Federación de Fútbol de Estados Unidos dirigió los preparativos para la Copa Mundial de 1994 y ahora trabaja como consultor para un grupo de ciudades anfitrionas de 2026, dijo que la FIFA había estado “muy ocupada” y eso había dado como resultado “una mayor incertidumbre y confusión en las ciudades anfitrionas de lo que les gustaría”.
La incertidumbre dificulta la planificación”, afirmó. “Cuando todo se concrete, será un evento espectacular. Es solo un poco frustrante”. Su preocupación fue compartida por funcionarios de varias ciudades de Estados Unidos; todos pidieron hablar bajo condición de anonimato para poder describir conversaciones de planificación confidenciales.
Cuando se le preguntó sobre las preocupaciones de sus socios, la FIFA dijo a través de un comunicado que “la infraestructura existente y el conocimiento local en cuanto a grandes eventos deportivos son impresionantes y tranquilizadores”.
Estamos trabajando mano a mano con nuestros anfitriones para desarrollar planes operativos sólidos”, aseguró la FIFA, “y nuestros esfuerzos mantienen buen ritmo para ofrecer un evento inolvidable para los aficionados en 2026”.
Otorgada a tres países norteamericanos vecinos en vísperas de la Copa del Mundo en Rusia hace cinco años, la Copa del Mundo de 2026 siempre estuvo destinada a ser un desafío de planificación monumental.
Ningún evento deportivo anterior podrá compararse en cuanto a dimensión, perfil y complejidad: más de 100 partidos jugados en 16 ciudades de tres países durante aproximadamente un mes.
Un alto funcionario de la FIFA directamente involucrado en la planificación del torneo de 2026 reconoció “estar en una posición difícil”, pero afirmó que las circunstancias no eran tan terribles como algunos críticos querían retratar. El funcionario pidió no ser identificado debido a lo delicado de la planificación y la potencial vergüenza para la FIFA.
Parte de la acritud y la frustración está relacionada con el dinero
Al tomar el control total de la organización de su mayor evento, la FIFA ahora tiene más influencia sobre cómo comercializar la Copa del Mundo. Sus propias proyecciones de ingresos son casi el doble de las cifras previas al torneo más reciente en Catar, que a su vez rompió récords de ingresos. Pero las ciudades que todavía están sumidas en negociaciones con la FIFA sobre su participación en las fuentes de ingresos, incluidos los patrocinios locales y los paquetes de hospitalidad, temen estar perdiéndose los beneficios comerciales de ser sede, la mayor parte de los cuales irán a parar a la FIFA.
Al mismo tiempo, la relación de la FIFA con el gobierno de Estados Unidos también parece haberse enfriado. Su presidente, Gianni Infantino, fue un visitante frecuente de la Casa Blanca durante el gobierno del presidente Donald Trump y pronunció un discurso de bienvenida en una cena organizada por Trump en 2020 en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza.
Pero Infantino no ha visitado la Casa Blanca desde que Trump salió del cargo, y su relación con el actual liderazgo estadounidense no es tan estrecha.
Rothenberg, quien dirigió la planeación de la Copa Mundial de 1994, comentó que parte de la tensión en las ciudades anfitrionas podría aliviarse una vez que la FIFA anuncie el calendario del torneo. Pero también afirmó que Infantino podría ayudar flexibilizando el férreo control de la FIFA sobre los preparativos.
Es mejor que simplemente nos delegue algo de autoridad a nosotros en Estados Unidos y se quede en Catar o Zúrich”, mencionó Rothenberg. “Sabemos cómo hacer las cosas. Prácticamente todos los días se produce un gran evento”.