El gobernante reacciona con campaña de incitación a la violencia en un ajuste de cuentas contra los que se opusieron a la ley
A menos de dos meses de gobierno, el ultraderechista Javier Milei enfrenta una crisis política de grandes dimensiones ante el fracaso de la llamada ley ómnibus.
La ley buscaba imponer cambios en el sistema político, social, económico, laboral y cultural de los argentinos. Tras ser aprobada en general por los diputados la semana pasada, se fue a pique cuando las alianzas con la oposición se desbarataron.
En Wall Street, la reacción “negativa”, no se hizo esperar. Estaban incrédulos porque no esperaban que la ley colapsaría totalmente. Generó “una enorme preocupación” que reducirá el interés y la confianza a largo plazo en Argentina. También crea incertidumbre sobre qué camino tomará ahora al anarcocapitalista.
“Dependerá de cómo reaccione Milei. Si muestra pragmatismo, negocia una agenda posible, puede haber un poco de esperanza. Si dobla la apuesta, teniendo todo para perder, el interés se evaporará”, comentó Daniel Kerner, Director Ejecutivo para América Latina de Eurasia Group, consultora de inversiones líder en Wall Street.
En una entrevista con el diario argentino Clarín, Kerner, reconoció que el revés de Milei impactará “negativamente” en Wall Street. “El limitado optimismo que apareció después de la elección ya estaba empezando a desinflarse. Creo que eso deja en claro lo difícil que va a ser hacer correcciones, y por lo tanto reducirá aún más el interés en Argentina”, dijo.
En su análisis, Kerner opinó que “Milei siempre fue institucionalmente débil” no contaba con apoyo en el Congreso ni los gobernadores federales y sin experiencia para negociar con lo que denomina “la casta política” a la que ha denostado de manera obscena. “Había mostrado algo de pragmatismo en los primeros pasos, y eso hacía pensar que podía negociar, pero ahora ya no está claro cuánto de eso queda”.
Por su parte, Alberto Ades, Managing Director de NWI Management LP, dijo a Clarín que la caída de la ley “impacta negativamente sobre la confianza de los inversionistas y sobre todo, porque fue sorpresivo, no se esperaba que el trámite fracasara”.
“En Wall Street veníamos observando –añadió- que el gobierno ha estado cometiendo errores que podrían haberse evitado. Por ejemplo, hay temas muy controversiales que se deberían haber tratado por separado como la privatización de empresas estatales. La caída de la ley nos genera una enorme preocupación”.
En este contexto, no hay confianza para las inversiones directas de largo plazo las cuales no se materializarán sin la implementación de ciertas reformas y con la razonable esperanza de que las reglas de juego tengan permanencia en el tiempo”, añadió.
En ese contexto, Milei tiene, además, con la caída de la ley, un problema madre: en el Staff Report del FMI se especifica que, en junio, el Ejecutivo prometió cumplir una serie de acuerdos y poner en orden el sistema cambiario. Las metas del organismo son “incumplibles” sin el paquete fiscal, sin privatizaciones y sin poder ajustar a la baja las jubilaciones. Un dato importante más. En el Staff, el propio FMI afirma que es clave, para lograr los objetivos, tener respaldo político y popular, dos cosas que Milei perdió en la batalla sin cuartel de la ley ómnibus, informó el diario argentino Página 12.
Por otro lado, los títulos públicos y acciones de empresas de Argentina cayeron este jueves por segundo día, al tiempo que el índice de riesgo país creció y las cotizaciones del dólar aumentaron en una negativa reacción de los inversores al traspié que sufrió en el Congreso la ley ómnibus de Milei.
Tras la caída del proyecto de ley, al no ser el escenario más probable descontado por el consenso del mercado, la primera reacción de los activos argentinos fue negativa”, observó Maximiliano Donzelli, jefe de Research de la firma IOL Invertironline, según la agencia EFE.
Lo que empezó como un fracaso de estrategia parlamentaria, terminó siendo un golpe directo al devenir político diario, que afectará todas las estructuras del gobierno y compromete la gobernabilidad.
La secretaria de la Presidencia, Karina Milei, quiere la cabeza del jefe de Gabinete, Nicolás Posse, y de Federico Sturzenegger, el asesor de Desregulación, autor de la ley. También la del presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, y el ministro del Interior, Guillermo Francos.
Milei, desde Israel donde se encuentra de visita oficial, reaccionó furioso. Empleando frases de la película Terminator amenazó con “pulverizar” a quienes se opusieron a su proyecto de ley, informó el diario digital venezolano El Nacional.
En solo 24 horas envió o replicó más de 200 mensajes en X. “Traidores” y “delincuentes” son algunos de los calificativos que dirigió a gobernadores y miembros de la oposición, en listas con nombres y fotos, señalándolos como los responsables de la caída de la ley.
Miembros de la oposición condenaron la actividad del presidente en las redes. El histórico partido Radical, que acompañó la ley en general, pero votó en contra de algunos artículos, acusó a Milei de llevar adelante “un operativo cargado de odio y amenazas”. “Hay una incitación generalizada a la violencia contra el que piensa distinto, que debe terminar”, añadió.
Mientras la diputada opositora Paula Oliveto dijo que “el país no puede estar así, con ese nivel de violencia y de agresión”.