Está haciendo todo bajo la dirección de ministros supremacistas judíos de su gabinete a los que ha dado poderes sin precedentes
Los dos funcionarios de defensa más importantes del gabinete de guerra de Benjamín Netanyahu -el ministro de Defensa, Yoav Gallant, y el antiguo jefe del Estado Mayor Militar Benny Gantz- advirtieron la semana pasada que Netanyahu está llevando a Israel a un abismo desastroso, escribió en su habitual columna en The New York Times, el periodista Thomas L. Friedman.
Lo que está en juego para Estados Unidos es lo que dicen esos ministros: Netanyahu se ha convertido en un actor radical, ha socavado intereses clave de Estados Unidos y de sus aliados árabes y se ha tornado en el regalo que le da réditos a Irán.
Sin embargo, como los socios de extrema derecha de Netanyahu en la coalición quieren anexionar Gaza -y sus votos pueden mantenerlo en el cargo y fuera de la cárcel si es condenado en sus juicios por corrupción-, Bibi está repitiendo que Hamás y Fatah son lo mismo.
Netanyahu está haciendo todo esto bajo la dirección de los ministros supremacistas judíos de su gabinete a los que ha dado poderes sin precedentes: El ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, y el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir.
“¡Tenemos que volver a Gaza ya! Volvemos a casa, a Tierra Santa”, dijo Ben-Gvir durante una marcha del Día de la Independencia israelí la semana pasada, sin que Netanyahu lo reprendiera. “Debemos fomentar la emigración. Fomentar la emigración voluntaria de los residentes de Gaza”.
No es una voz solitaria
Al parecer, el nuevo secretario militar de Netanyahu ha elaborado su propio plan -sin la aportación del ministro de Defensa ni del jefe del Estado Mayor del ejército- para que Israel gobierne Gaza de forma permanente con una administración militar.
Gallant -exjefe del equivalente israelí de los SEAL de la Marina y la única persona con valor político y seriedad en la cúpula del partido Likud de Netanyahu- se alarmó tanto que la semana pasada, sin permiso del primer ministro, pronunció un discurso en el que decía que desde octubre lleva pidiendo a Netanyahu un plan sobre quién gobernará Gaza una vez que Hamás sea desmantelado, pero que “no ha recibido respuesta”.
La aquiescencia de Netanyahu con la extrema derecha, Smotrich y Ben-Gvir, se ha visto generalmente como motivada por su necesidad de mantener su coalición unida y a sí mismo fuera de la cárcel. Ahora parece que ha vendido voluntariamente su alma a la extrema derecha.
Una explicación es que la extrema derecha religiosa proyecta en él una imagen mesiánica que corresponde con su propia sensación de haber sido llamado a salvar a Israel y al pueblo judío. Tiene un plan para el día después y está muy claro para quien lo escuche: Victoria total y, finalmente, el regreso de los asentamientos judíos allí. Israel va camino de reocupar Gaza.
Si eso sucede, Israel se convertirá en un paria internacional y las instituciones judías de todo el mundo se verán divididas entre los judíos que sentirán la necesidad de defender a Israel -con razón o sin ella- y quienes, con sus hijos, lo considerarán indefendible.
Por desgracia, Netanyahu no ha llevado solo a Israel a su actual callejón sin salida. Durante años, su proyecto de asentamientos y sus políticas sobre Irán han tenido la protección del Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel, que es el grupo de presión proisraelí de Estados Unidos; de la Conferencia de Presidentes de las Principales Organizaciones Judías Estadounidenses; del Comité Judío Estadounidense, y de partidarios viscerales tanto en el Partido Republicano como en el Partido Demócrata.